Anabel Sánchez González (Estudiante de Periodismo)
Salen las primeras luces del alba y la urbe santiaguera se moviliza, tal como lo hiciera el 30 de noviembre de 1956, esta vez el propósito es diferente: rendir tributo a los jóvenes revolucionarios, organizados y dirigidos por Frank País, que se alzaron en armas para apoyar el desembarco del yate Granma.
El bullicio y el movimiento de las calles continúa y personas de todas las edades se reúnen en la antigua sede de la Policía Nacional, hoy Museo de la Lucha Clandestina, enclavada en la Loma
del Intendente.
Al filo de las siete de la mañana se colocaron, ante la tarja que recuerda a José Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, ofrendas florales a nombre del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Partido y Presidente de la República, de Esteban Lazo Hernández, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejos de Estado, del pueblo de Cuba y de los familiares de los mártires.
En el escenario principal de las acciones de enfrentamiento que tuvieron lugar hace 66 años, donde se vio lucir por primera vez el uniforme verde olivo y el brazalete rojinegro del Movimiento 26 de Julio se realizó el acto conmemorativo presidido por José Ramón Monteagudo Ruíz, Primer Secretario del Partido en la provincia de Santiago de Cuba y Beatriz Johnson Urrutia, Gobernadora del territorio, entre otros dirigentes.
En voces jóvenes se escucharon versos y canciones que tocaron el alma, junto con las palabras de Lisbeth Ramírez Hernández, Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas en la provincia, quien expresó:
“Ante tantas dificultades debemos seguir resistiendo, (…) la juventud cubana y en especial la santiaguera está comprometida con ser la primera en la defesa de la Revolución”.
Igual usó de la palabra Luis Cleget Febles, combatiente del 30 de Noviembre, quien relató vivencias de su etapa de luchador clandestino y evocó el amanecer de ese día en el que con inusitada magnitud y compromiso un pueblo se volcó a la lucha.