Por Deisy Francis Mexidor, de Prensa Latina, especial para Trabajadores
El control del Congreso de Estados Unidos tiene los colores definidos: rojo tras retomar los republicanos la Cámara de Representantes y azul porque los demócratas retuvieron el Senado luego de las reñidas elecciones intermedias del pasado 8 de noviembre.
De manera que el Congreso 118 que se instalará en enero del año 2023 en el Capitolio federal, en Washington, D.C., será el reflejo de un escenario político nacional dividido y tendrá todos los ingredientes para hacer más difícil la agenda a Joe Biden hasta el 2024.
El diario The New York Times advirtió que el reflejo de esas marcadas diferencias en temas como aborto, economía, delincuencia y forma de la democracia representativa irá a ese nuevo parlamento.
Aunque insatisfechos con el decepcionante desempeño en los comicios de medio término (midterm) y sin la “ola roja” que en su momento anticiparon encuestas y analistas, los republicanos acumularon suficientes ganancias como para conquistar la corona en la Cámara Baja con una estrecha mayoría.
Solo en Nueva York y Florida seis butacas pasaron de demócratas a republicanos. Otros escaños, desde Virginia y Tennessee hasta Wisconsin e Iowa, aumentaron esos totales, que al cierre la bancada opositora amplió hasta las 221 sillas (contra 213 los azules) de las 435 en disputa durante los comicios.
En pronósticos, el periódico estadounidense The Hill señaló que, si los tres distritos que faltan por concluir el conteo siguen la actual tendencia, los republicanos dominarán 222 escaños y los azules se mantendrán con 213: “Esta sería el reflejo de la escasa mayoría en la Cámara que obtuvieron los demócratas en las elecciones de 2020”, indicó el medio de prensa, especializado en temas políticos y del Congreso.
Sin embargo, los analistas coinciden en que el papel de los demócratas fue mejor de lo esperado, pues lograron importantes victorias. En Carolina del Norte, Michigan y Ohio, por ejemplo, y a juicio del cineasta Michael Moore, interpusieron “un muro azul” ante la “fea ola roja”.
La pelea por el Senado no concluyó, habrá que esperar a la segunda vuelta en Georgia el próximo 6 de diciembre, donde se medirán el senador demócrata Raphael Warnock y su contrincante republicano, Herschel Walker. No obstante, los del partido de gobierno aseguraron 50 de los 100 puestos de la Cámara Alta y lo que ocurra en Georgia solo ratificará o ampliará su ajustada primacía.
El actual ocupante del Despacho Oval se mostró optimista porque ante las mermas en el Congreso —algo que siempre ocurre al partido del presidente en el poder en este tipo de elecciones— hay que reconocer que cedieron “menos escaños en la Cámara de Representantes que en cualquier elección intermedia de los últimos 40 años”.
Biden evitó la “paliza” que sufrieron sus predecesores, pero esa estrecha mayoría republicana en la Cámara Baja podría descarrilar su agenda legislativa y colocarlo frente a investigaciones que van desde los presuntos turbios manejos comerciales de su hijo, Hunter Biden, hasta la supuesta politización del Departamento de Justicia, los orígenes de la COVID-19 y la caótica retirada de las tropas del Pentágono de Afganistán, en agosto del 2021.
En las elecciones intermedias se disputaron los 435 escaños de la Cámara de Representantes, cuyos miembros son elegidos cada dos años, y 35 de los 100 del Senado, donde cada legislador tiene un período de seis. Además, los votantes decidieron sobre 36 de las 50 gobernaciones del país y otros cargos. En cuanto a gastos, rompieron récords para las contiendas de su tipo, pues se calcula que las cifras superarán los 16 mil 700 millones de dólares.
De momento Biden dijo que a inicios del 2023 anunciará si irá por un segundo mandato. Un segmento de los demócratas ve esa propuesta como un problema debido a su edad (82 años en el 2024), y a sus persistentes bajos índices de aprobación.
Según sondeo a pie de urna de NBC News durante la jornada electoral dos tercios de los votantes encuestados no están satisfechos con la idea de que Biden repita. Otros estudios afirman que una parte de los republicanos tampoco quiere que Donald Trump vuelva a postularse. Piden nombres nuevos en las boletas presidenciales.
No hay la menor diferencia : ¡ El diablo y Satanás comparten el mismo catre !