Los trabajadores del sector eléctrico de Las Tunas llevan en el corazón el legado de Fidel. De ese sentimiento uno se percata cuando conversa con cualquiera de los integrantes del contingente Mayor General Vicente García, que por espacio de 54 días apoyaron el restablecimiento de este servicio devastado en las provincias de La Habana y Pinar del Río por el azote del poderoso huracán Ian.
El pensamiento del invicto Comandante en Jefe está en la voluntad para enfrentar los desafíos, en la confianza infinita en la victoria y en el cuidado de la integridad física de los hombres que trabajan en condiciones extremas. Así lo corroboran los testimonios de algunos de los protagonistas con quienes intercambiamos en la actividad de agasajo a esos héroes de la luz.
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“Fueron momentos de muchos sacrificios, pero muy unidos y luchando para salir adelante, dispuestos a darlo todo para resolver los problemas, por dar la luz, por dar alegría”, afirma Evangelio Espinosa Hechavarría, chofer de una de las brigadas y presto a otras tareas.
En esas jornadas duras, extendidas, ellos pensaban en Fidel, “en el corazón siempre tenemos a Fidel, afirma, y nos motivan su espíritu de lucha, su confianza en la victoria. Y nosotros inspirados en su ejemplo cumplimos la misión y de esa manera le rendimos homenaje en el sexto aniversario de su desaparición física”.
“Yo he estado seis veces en estos contingentes formados después de los ciclones y Fidel siempre nos ha acompañado”, dice Evangelio y recuerda cómo el Comandante en Jefe se aparecía en los lugares donde estaban trabajando, y los aconsejaba, atento a los más mínimos detalles y “su presencia nos daba más fuerza, y con ese aliento uno llega a lo que se proponga, porque el Comandante siempre nos decía confiamos en ustedes, ustedes lo van a resolver y nosotros cumplimos”.
Y con esas fortalezas enfrentaron la escasez de muchos recursos y “tuvimos que volvernos innovadores, recuerda, pero resolvimos los problemas. Eso fue casi dos meses y uno cuenta con el apoyo de la familia, a la que le reafirmamos antes de partir el compromiso de regresar bien y con las tareas cumplidas”.
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Julio Gardus Tamayo es otro ejemplo que denota la presencia perenne del invicto Comandante en Jefe en el imaginario simbólico de la clase obrera cubana, por eso aunque actualmente trabaja en los servicios comerciales de la empresa, ante la urgencia retomó sus experiencias y atuendos de liniero especializado y dio el paso al frente.
“Al llamado me integré al contingente en la brigada en caliente. Dejé a la familia en condiciones críticas, pero como decía Fidel, hay que dar el paso al frente ante problemas de esta naturaleza y esa gente necesitaban de nosotros y hay que ayudarlos como si fuéramos familia”, fundamenta su decisión.
”Trabajamos en lugares de difícil acceso y a veces teníamos que entrar por pasillos, lo mismo a espuelas, que a escalera, parando postes a manos, hasta los pobladores nos decían que si éramos grúas, robots. A veces llovía y el terreno no nos acompañaba, pero nunca desistimos. En ocasiones las jornadas eran hasta las dos o las tres de la madrugada y seguíamos con los mismos ímpetus.”
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Los desvelos desde la administración por el cuidado, la integridad y la salud de la tropa están inspirados en el ejemplo de Fidel, “pusimos todo el empeño en cumplir las misiones encomendadas, pero extremando las medidas de seguridad del trabajo, cuidando a los hombres por lo complejo que resulta trabajar en situaciones de desastres”, exalta el ingeniero y máster en Ciencias Carlos Sobrino Arias, director general de la Empresa Eléctrica de Las Tunas.
“En estos casos hay que extremar las medidas, porque trabajamos en lugares desconocidos, en terrenos abruptos muy diferentes a nuestros escenarios habituales, en zonas montañosas, como el caso de Pinar del Río, en líneas que están muy afectadas y porque son largas y extenuantes las jornadas lo que hace que los riesgos sean mayores”, reconoce.
Enfatiza que también los peligros acechan más porque prima en los colectivos el deseo de recuperar las redes lo más rápido posible; y, “entonces hay que ser más cauteloso, más exigente para logar la recuperación de las afectaciones y evitar la ocurrencia de accidentes que pueden ser fatales”.
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Así, con la luz inmaculada de Fidel señalando el camino, iluminando los enredados y peligrosos senderos, estos guerreros de la luz laboraron en los municipios habaneros de El Cerro y Plaza de la Revolución; y, en Minas de Matahambre y zona aledañas a la ciudad de Pinar del Río, en esa la provincia más occidental de Cuba, donde Ian arremetió con fuerzas endemoniadas.
Fueron 54 días de duro bregar, en los que sustituyeron 208,2 kilómetros de redes, restablecieron 349 circuitos primarios y cambiaron 234 postes para llevar la luz y la esperanza a una cifra superior a los 10 mil 600 hogares en mayor proporción en el municipio Minas de Matahambre.
Por ese titánico desempeño, los trabajadores del sector que unieron sus esfuerzos en la restauración de los daños ocasionados por la catástrofe se hicieron acreedores de la bandera Proeza Laboral y otros lauros que reconocen la estirpe y los resultados de un ejército que distingue por el batallar para recuperar y sostener estos sensibles servicios.
Y como los héroes que son, en estos días recibieron el agasajo de sus colegas y familiares en sus respectivas unidades empresariales de base, confirma Alejandro Desdín Hidalgo, secretario del Buró Extraterritorial de la Empresa Eléctrica, quien en el acto de recibimiento oficial destacó la ágil y contundente respuesta que dieron al llamado de la Revolución.