Al final del partido Messi se quedó inmóvil sobre el césped del Estadio Icónico de Lusail. Allí lo engulleron los festejos de toda la selección de Arabia Saudita, que saltaba a su alrededor, como si hubieran ganado la Copa del Mundo.
El 10, enredado en ese entramado de camisetas verdes, del que solo pudo salvarse cuando se las vio cara a cara con el guardameta Mohammed Al Owais y marcó desde el punto de penalti, volvió a sentir los fantasmas de antaño a su alrededor.
La Argentina completa en fuera de juego. Otra vez como antes. Desabridos. A falta de Lo Celso, Messi acabó otra vez lejos del arco y sus socios Di María, De Paul, Paredes y el Dibu estuvieron lejos también de sus mejores versiones.
El penalti despertó a Arabia Saudita. ¡Qué manera de correr, de morder! La vida en cada pelota dividida. Aún así la albiceleste se fue con ventaja al descanso.
Pero cuando arrancó el segundo tiempo, en la cancha lo que había eran sombras pisadas por Alfaraj, Albrikan, Al Malki y compañía. Y a Al Owais se le olvidó que le habían anotado cuatro veces en el primer tiempo (tres en fuera de juego) y se volvió un meta de clase mundial.
Cinco minutos, dos disparos entre los tres palos. Eso le bastó a los saudíes. En la foto, retratados: Cuti Romero, De Paul, Paredes y el Dibu… más al fondo la Argentina, temblorosa ante el gol Al Shehri e incrédula cuando 360 segundos después Aldawsari colgó un balón en la escuadra del segundo palo.
Messi cabizbajo otra vez, escupiendo. El tiempo de descuento no les alcanza. Un enredo. Decían que desde que se había ido el Diego, Argentina era otra. Hoy, parece que el partido fue muy temprano.