Cargando...Luego de no pocos e infructuosos intentos para lograr una entrevista con la directora de la Empresa Filial Municipal de Comercio en el municipio capitalino de Diez de Octubre, recibí su llamada telefónica y su disculpa. Concertamos el encuentro con el tema de los crecientes problemas que cada mes se suceden en la carnicería enclavada en la calle Santa Emilia y la avenida 10 de Octubre, Consejo Popular Tamarindo. Pero al paso de los días aparecieron asuntos que también trataremos.
¿Por qué tantas personas y núcleos en una misma unidad? ¿Por qué los frecuentes cambios de dependientes en los últimos años? ¿Por qué allí auxiliares llamados “por la izquierda” y también sancionados en otras unidades?
La falta de higiene y una misteriosa lista de consumidores que mes tras mes no alcanzan su pollo ―incluida dieta médica― también fueron asuntos tratados con Yuneisy Setién Quintero, directora de la citada empresa, y con Annet González, al frente de Unidad Empresarial de Base Tamarindo 2, a la que pertenece la unidad, aunque sus respuestas no lograron satisfacer a este reportero.
Un solo lugar, pero donde compran sus huevos y productos cárnicos normados casi dos mil consumidores y 742 núcleos, según cifras ofrecidas por mis entrevistadas. Sin dudas una importante cantidad, entre las tres mayores vinculadas a un solo centro en el municipio.
Una añeja y mala práctica
Por años, si por alguna razón cerraba una carnicería, sus clientes se agregaban a esta, al punto que hoy suma consumidores de cuatro bodegas, a pesar de que la norma es de 100 a 300 núcleos y de 500 a 600 consumidores, precisaron.
¿Imaginan qué sucede cuando llega algún producto, digamos pollo? En septiembre pasado, por ejemplo, hubo colas durante una semana. ¡Una verdadera locura!
En los últimos años han pasado por allí siete u ocho carniceros, a pesar de que en asuntos del comercio, “si todo marcha bien, la permanencia es segura”.
La directora municipal indicó que “ante las quejas de la población en reuniones de rendición de cuentas, valoramos con los factores de la comunidad ―presidente del Consejo Popular Tamarindo― trasladar consumidores para otras carnicerías. También evaluamos para, con previa autorización de la dirección de Planificación Física del municipio, cerrar parte del portal de alguna de las dos bodegas que hoy se reparan en la zona, y utilizarlo como carnicería, a fin de poder desconcentrar tanta población”, subrayó la directiva.
Para ello habrá que esperar, pues luego de más de un año, no ha concluido aún la reparación de las citadas bodegas, algo de lo que también se queja la población del lugar. Cuando comenzaron los trabajos pareció que terminarían rápido. Pero no ha sido así.
“La bodega de Zapotes San Indalecio está prácticamente lista, refirió Setién. Hubo problemas de calidad en la terminación, con las rejas previstas para ventanas y puertas, y tuvimos que demandar por fallas constructivas, lo que provocó demoras. ¿Cómo inaugurar una obra con falta de agua? Ahora restan las llamadas señaléticas y acciones en el piso”. Esperamos por su apertura.
También prevalece el criterio de que solo al concluir la digitalización de las oficodas podremos desconcentrar consumidores en la zona. “Habrá que esperar”, dice Tania Fariñas, directora de ventas y servicios de la Empresa Filial de Comercio en 10 de Octubre.
Se trata de un viejo planteamiento de la población, sin solución durante años, y que agudiza disgustos entre los clientes. A pocos días de esta entrevista, en octubre, apenas hubo cola. ¿Magia? En la Ueb me aseguran que el carnicero ganó en experiencia.
¿Consumidores sin sus productos normados?
También en Tamarindo 2 detectamos otros problemas, quizás más sensibles. En la bodega enclavada en 10 de Octubre entre Zapotes y Santa Irene, un número indeterminado de consumidores no pudieron acceder a ninguno de sus productos correspondientes a la canasta familiar normada del mes de septiembre. Cuando fueron a adquirirlos, no los había en existencia. ¿Qué sucedió?
Al tratar el tema con la directora de la Ueb Tamarindo 2 me resultó imposible conocer con exactitud la cifra de afectados. “Por los problemas de faltantes el administrador tiene aplicada una medida cautelar y ya se oficializó un nuevo bodeguero, dijo, pero a Ud. ―a este reportero― no le puedo dar más detalles, porque ni yo misma tengo las conclusiones. El proceso de investigación lleva pasos que hay que seguir. La medida la puse yo, pero eso va para un proceso investigativo y tengo que esperar a que termine”.
Indagué entonces por el tiempo que lleva impuesta la medida cautelar. “Desde la semana pasada”, respondió, a pesar de que
la falta de productos no era de un mes, sino de más tiempo. “No sabría decirle”, dijo.
“Si me daban la queja en la calle, les decía que vinieran aquí a la zona, donde un compañero recogía la afectación. No las recojo yo. Hay una persona encargada de eso. Incluso pusimos un cartel en la unidad que indicaba que quien había sufrido afectación con algún producto, viniera a la zona para recogerle el problema en una lista”.
¿Cuántas personas integran esa lista? “Yo no llevo la lista; hay una persona destinada para eso”, contestó.
¿Usted no sabe cuántas personas son? volví a preguntar. “No, hasta que no termine la investigación no puedo decirle la cantidad de afectados”.
Mensajeros entrevistados, incluso consumidores, corroboran los hechos hasta aquí narrados. “Ese es un asunto viejo. Si faltaba un producto en otra bodega mandaban a reponerlo aquí, lo que pudiera incidir en el faltante que hoy tiene esta bodega”, aseguran.
A las significativas carencias materiales causadas por el cada vez más fuerte bloqueo económico de Estados Unidos, el comercio interior cubano no puede sumar este tipo de problemas organizativos provocados por razones absolutamente subjetivas.
Mientras, en mi mente ronronea la interrogante de cómo y cuándo serían repuestos los productos a más de 100 consumidores. Quizás ya alguna, o algunas medidas, dieron al traste ─ojalá─ con el mal momento, y no continúe además mes tras mes el crecimiento de la misteriosa lista, y con ello la afectación y el disgusto popular por tales desaguisados.
Bueno y que pasa con el jabón de tocador en Las Tunas que no llega ni en MLC. Tampoco hay champú de línea económica en las redes comerciales en CUP. Para las festividades de fin de año no hay nada que ofertar a un precio asequible en las tiendas estatales, (las tiendas del pueblo), pues las bebidas y refrescos ahora están bajo el control absoluto de las formas de gestión no estatal a precios que no están diseñados para el bolsillo de los trabajadores estatales. El precio del cerdo en alza y el resto de las familias cárnicas están ausentes o dicho de otra manera en peligro de extinción.
El reportaje esta muy bueno, porque saca a a la luz problemas que aparentemente no deberían suceder no entiendo como los directivos de comercio de ese municipio no han sabido dar una respuesta a nada, por lo que leo, ¿impunidad, complicidad, incapacidad?, sabe Dios, pero ahora bien, con la situación existente hoy en Cuba respecto al consumo de alimentos, nadie se ha preguntado como se han sostenido esos núcleos familiares durante este tiempo, ¿habrán tenido que comprar a sobre precio, lo que el gobierno destina?, no se. Hay que sustituirlos a todos, los que conociendo el problema de tantos núcleos hoy se lavan las manos.
Y no hay ningun dirigente del Gobierno y Partido capaz de poner orden y sancionar con separacion del cargo y trabajo e imposibilidad de volver a trabajar en lo mismo y ademas enviarlo a la zafra azucarera a cortar caña hasta que se termine.
LIBORIO que es decir el pueblo se cansa y ve el fracaso de las autoridades estas «seran complices tambien»