Así dice, con orgullo, el recién graduado como pedagogo
Aunque en la familia del camagüeyano Adarbel Rodríguez Cedeño nadie ejerce el magisterio y todos son guajiros de pura cepa, a él lo que se le metió entre ceja y ceja fue ser maestro.
Mientras acompañaba al padre y los tíos en las cosas de vaqueros, o apoyaba a la madre haciendo carbón vegetal confirmaba su sueño. Se le iban ocurriendo historias, se imaginaba asistiendo a una obra de teatro y enseñando a los muchachos sobre apreciación visual.
¿Quién a visto a un guajiro del kilómetro 13 de la carretera de Florida pensando en dar clases? ¡Cuándo se es de la Cooperativa, se es para toda la vida!
Así le decían muchos. Le cuestionaban otros. Pero para Adarbel ser maestro era una responsabilidad muy grande que quería asumir.
Entonces lo soñó tanto, que se le cumplió. Dejó atrás las vacas, la leche fresquita, el olor de la fruta recién cosechada y se fue a estudiar a la Escuela Pedagógica Provincial Nicolás Guillén Batista, de Camagüey.
Y fue tanta su entrega que de la novena graduación de este centro de enseñanza, desarrollada el pasado 16 de noviembre, se convirtió en el alumno más integral de los 343 egresados.
Cuando se lo confirmaron en el acto y de manos del primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en la provincia, Federico Hernández Hernández y de la directora de Educación provincial, Mercedes Escudero Olazábal, recibió un reconocimiento por ello, solo pudo, a voz en cuello, decir: «lo logré».
Para este especialista de Visual Teatral para Secundaria Básica «es un orgullo enorme ser maestro. Le agradezco a mis profes por la oportunidad de formarme, durante cuatro años, y enseñarme las herramientas necesarias para ejercer lo que deseo.
«Con lo aprendido pretendo que mis alumnos caractericen y objetivicen la cultura, pero, sobre todo, que entiendan que Cuba es una mezcla de culturas, pero tenemos nuestra identidad.
«Y con el teatro, que es lo que más me gusta, podré defender mi ideología, mis sentimientos y mis raíces».