Entre los delegados hay sorprendidos y admiradores; hombres y mujeres que, a su manera, hacen agricultura sin contar con recursos químicos o con un mínimo de ellos. Durante los últimos tres días han caminado por la tierra bien cultivada, olorosa y productiva de varios productores que son espejo para una manera diferente de hacer.
Son los participantes en el VIII Encuentro Internacional de Agroecología, Soberanía Alimentaria, Educación Nutricional y Cooperativismo que desde el lunes se mueve por diverso escenarios de Artemisa, La Habana y Mayabeque.
Como para los campesinos, vista hace fe, el encuentro incluye tres días de campo y agrupado en tres comisiones se han rotado por diferentes escenarios con el propósito de ver, aprender e intercambiar.
Más de 60 delegados estadounidenses querían ver, entre muchas cosas, cómo diferencian a los productos agroecológicos en el mercado, porque a los de Belmont, al norte de Estados Unidos a veces se les quedan productos sin vender a falta de cultura sobre su consumo y porque los altos precios que los diferencian de los producidos con químicos crean un abismo en el bolsillo de la gente.
Así lo comentó a Trabajadores Nour El-Noboulsi, un joven nacido en Estados Unidos de padres turcos, que goza una felicidad increíble al hablar de agroecología y simpatiza con los cubanos, quiere ver a productores con buenos resultados, porque su huerta es pequeña y aunque introducen los principios de la agroecología, piensa que en Cuba lo hacen mejor.
Los maestros jubilados Gudelia y William contaron a Trabajadores los esfuerzos por llevar al sistema de enseñanza vocacional y primario los conceptos y la práctica de la agroecología en Puerto Rico, y aunque lograron tener hasta un huerto en la escuela de enseñanza agrícola, no han logrado extenderlos ni la permanencia. “Fue muy triste cuando cerraron el instituto”, dijo Gudelia.
Los mexicanos tienen confianza extraordinaria en que los agricultores de Cuba avanzarán con la aplicación de la agroecología, aunque todos manifiestan que cultivan huertas pequeñas, con cosechas para el autoabastecimiento familiar, pues no tienen muchos excedentes para la comercialización.
Así transcurren los días para hombres y mujeres de cualquier edad, mayoritariamente de Estados Unidos que han venido a convivir y aprender de los campesinos cubanos; el sábado se clausura el evento, después de asistir a estas visitas, a una exposición, una mesa redonda y un variado programa cultural que los acerca más a Cuba.