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Cargando...Encrucijada, Villa Clara.- Laura Margarita Sidrón esconde el mentón en su pecho. Quizás por pena o vergüenza. Ella es la custodio del Museo Casa Natal Jesús Menéndez. También una cercana testigo de como el tiempo y el abandono han azotado el histórico lugar hasta convertirlo en una lamentable realidad. Aquí adentro se masca la tragedia… o al menos se le acerca… Llueve a cántaros una mañana de noviembre y al refugiarse dentro del añejo lugar el alma también se empapa. Las goteras emboscan cualquier intento de recorrerla.
El comején y los montones de guano que del techo caen heridos de muerte, han anidado sobre muestras, recuerdos y objetos, secuestrando cualquier ilusión de alivio. Un inmenso camaleón azul y verde se da un festín con diminutos insectos sobre una foto del sepelio del líder azucarero, mientras que un perro que huye del aguacero se sacude, levanta una de sus flacas patas traseras y utiliza una lastimosa puerta como baño…
Las numerosas grietas y ranuras que hieren el lugar no impiden que la mañana se oscurezca más, y el abandono trabaje como el viento y la lluvia, que sin esfuerzo aparente azotan el hogar. Acá, el abandono es una enorme herida que amenaza con desangrar un pedazo de historia…
A unos centenares de metros del lugar José Ramón León Monteagudo, Monguito, como se le conoce, monta guardia en la sala de su modesta casa. Él se ha erigido por decisión propia en guardián de buena fe y acciones.
“Vi el Museo en malas condiciones. Decidí cuidarlo y reparar lo que puedo”, dice con una expresión nerviosa al estrechar nuestras visitantes manos.
“Llevo muchos años en esto. Han querido pagarme, pero no lo hago. Él dio su vida por los azucareros”, asevera en tanto en espera de una foto, se acomoda con orgullo al lado izquierdo de su pecho la medalla de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
Monguito nos habla de su “matrimonio” con la caña. Es un cincuentenario, un alto honor para quienes han asumido el camino de la mocha y el duro trabajo.
“Algunos compañeros me ayudan chapeando y haciendo otros trabajos. Ojalá para el próximo cumpleaños de Jesús Menéndez hayamos podido hacer más”, certifica una sonrisa radiante, que habla desde la emoción…
Casi ha dejado de llover y un agradable olor a humedad y plantas inunda el ambiente. El verdor y la belleza del paisaje son un privilegio para los ojos, sin embargo, los pulmones siguen repletos del olor hiriente que gobierna en el Museo Casa Natal Jesús Menéndez. Su deterioro es una herida profunda, que supura soledad e indolencia.
Me uno a los comentarios anteriores y resalto que no pudo ser más pertinente el título del artículo, porque ciertamente se desangra nuestra historia ante lamentables hechos como este. El patrimonio azucarero cubano es parte inseparable de nuestra identidad, de la gestación de nuestra nacionalidad. Más allá de lo que ha representado en términos económicos para nuestro país constituye una parte sustancial de nuestra cultura nacional y representa, junto a aquellos que como Jesús Menéndez dieron su vida por la emancipación de la Patria, una muestra irreductible de las luchas del movimiento obrero cubano y al mismo tiempo de las conquistas de nuestra Revolución.
Mi tío abuelo me hablaba de Jesús Menéndez, porque lo conoció y lo acompañó en sus luchas.
No me explico ese abandono. Alguien con responsabilidad sobre este asunto debe responder mediante Trabajadores y a quienes le toca resolver esta situación.
Esto es historia y hay que conocerla y cuidarla para construir el futuro.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
Es tan lamentable ver la indolencia institucional y tan loable y ejemplarizante la batalla individual del Héroe del Trabajo, de Monguito, azucarero por necesidad, convertida en vocación de servicio a la historia y a la memoria para preservar nuestra identidad, que supongo este artículo así como los esfuerzos que viene realizando el Sindicato de Trabajadores Azucareros de la provincia de Villa Clara movilicen voluntades desde la sensibilidad y el compromiso por poner en valor este tesoro patrimonial.