Anhelo recorrer el país de punta a cabo. Deseo visitar los muchísimos lugares que aún desconozco, no de excursión como la de aquellos viajes de La vuelta a Cuba, sino en funciones de trabajo para aquilatar si ya es parte de nuestra identidad nacional una popular frase: ¡Caballerooos, estamos comiendo dinero!
Soy de la misma opinión. Aunque en condición de inexperto cocinero no pretendo nuevamente poner los precios al fuego de la opinión pública. Sí quiero “cocinar” otro crudo asunto de nuestra realidad en relación con la comida del pueblo.
Ciertamente, cada lugar tiene sus particularidades, sin embargo, los ejemplos siguientes pueden ser referentes, pero esta vez con saldos negativos de una llanura de riquezas como siempre la hemos renombrado los periodistas de la provincia de Ciego de Ávila.
La potencia agrícola tiene hoy una situación sin precedentes. De las 19 empresas con pérdidas económicas en el territorio avileño, ocho pertenecen al sistema de la agricultura no cañera que acumulan más del 40 % del total provincial, junto a las empresas agroindustriales azucareras que inciden con el 52,3 por ciento.
Tal aspecto repercute en la mesa del cubano porque desde Ciego de Ávila se envían alimentos hacia otras provincias y este año han decrecido las producciones de papa, hortalizas, frutas, huevos y carnes de res, cerdo, aves y ovino-caprino. También se incumplen las cantidades planificadas de plátano, yuca, boniato y malanga, los cultivos más rústicos.
Tomando como referencia el informe de la Dirección Provincial de Economía y Planificación de enero a agosto últimos la comida no está tan cerca del plato. No obstante superar las 30 libras mensuales por habitante, propósito esencial del Programa de Autoabastecimiento Municipal, no se materializa la estrategia por surtidos de viandas, hortalizas, granos, frutas y otros productos.
Las causas son conocidas y los desafíos para la seguridad alimentaria han sido identificados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), por estar la producción de alimentos en la primera línea del desarrollo socioeconómico.
Y si un día opiné que los porcentajes no se comen, hoy que los sobrecumplimientos de los planes no abundan ni llenan la canasta familiar, afirmo que no se trata de “derretir” el salario, incluso, en alimentos de mala calidad.
Acerca del autor
Licenciado en Comunicación Social. Economista y periodista. Escribe sobre asuntos económicos, agropecuarios, de la construcción y la cultura. Multipremiado en concursos de periodismo, festivales de la radio y otros eventos. Atesora las distinciones Félix Elmuza y Raúl Gomez García, los sellos Laureado y 50 aniversario del periódico Trabajadores, y la Moneda Conmemorativa 60 aniversario de la UPEC.
Comiendo dinero.
«La comida del pueblo»; otra frase acuñada por demagogos quienes en vez de un halago a la preocupación del «cuadro» empoderado o no, la repite incansablemente, a pesar de que con ella contrariamente no logra nada más allá que irritar emotividades, pues admiten que existe otra comida, la que no va, ni es para el pueblo.
Pero, si no entendí mal el tema sugerido a tratar es otro. Entre ellos, qué hacer con las empresas que no superan las 30 libras mensuales de alimento al mes por habitante del Programa de Autoabastecimiento Municipal; qué hacer con «las 19 o más empresas con pénirdidas económicas en un territorio dado de nuestro país…qué hacer con el dinero cada vez más devaluado.
Lo más real parece ser que seguimos perdiendo empresas que hagan su aporte a satisfascer necesidades diarias de la población, mientras que al mismo tiempo muchas de ellas lo dan todo por fomentar su fondo exportable; relegan a un segundo plano, en el mejor de los casos, el sus compromisos de inversión originaria de cumplir primero su objeto social nacional tantos las empresas estatales así como las de otros vinculos con la propiedad, ambas no priorizan su objeto de producir para sus nacionales de forma directa, de primera mano, mediata.
La espera en muchas de esas estructuras arrastra deudas de producciones que rebasan lo razonable en el tiempo de subvenciones regulares sin que lleguen a dar señales de recuperarse.
Hablamos de otras causas de deudas y subsidios diferentes a las que también conocemos en sistemas socialistas cuando sus producciones estan bien definidas como casos con necesidad de subsidios dado el valor estratégico de uso que conservan sus producciones.
La respuesta de quienes dominan, manejan esgrimen y hasta manipulan sus saberes en base a categorias de economía burguesa clásica que abogan por el «capital» reproducido como fuente de la riqueza pura y constante, las mandaría a la quiebra o las convertiría en propiedades estatales.
Sin embargo la historia demuestra que tales soluciones clásicas unen categorias nada justas a la hora de hacer enfoques de padecimiento social como el que pretendemos. De ellos aún esperamos la sentencia de expertos justificadas en la práctica clásica de que tales empresas deben quebrar de inmediato.
El otro enfoque, pensando en los trabajadores y sus familiares que dependen del trabajo en ellas, al resolver o tratar a los colectivos deudoreses está obligado a pensar en soluciones no clásicas, pero tampoco no menos efectivas diferentes al crear las mismas riquezas; donde el dinero no sea el principal alimento.
Sin embargo también nos inclina a responder que es dificil comer en cup y, más enredado aún es comer en usd dólares.
Gracias.
Las empresas agrícolas cubanas son un sector que en los últimos 10 años han recibido del presupuesto central cifras muy bajas para ejecutar inversiones. El sector azucarero está casi extinto por errores cometidos como por ejemplo el programa de desindustrialización que sufrió hace más de una década. No hay entrada de fertilizantes, pesticidas, ni de cereales suficientes al país para hacer producir los escasos renglones que se cosechan. El petróleo escasea y entonces lo que se está haciendo es una agricultura de subsistencia que provoca un alza en sus precios debido al alto precio de muchos productos que son vitales para los campesinos pero se comercializan en MLC, esto encarece las producciones y un gran numero de campesinos no puede ejecutar estas inversiones por la falta de recurso. De mantenerse esta tendencia el año próximo habrá menos alimentos y como es lógico será mucho más caro. Sugiero que se analice la posibilidad de que sea aprobada otra ley de reforma agraria donde la tierra sea de quien la trabaje, ya que el Estado controla grandes extensiones con poco o ningún rendimiento.