Por: Daniela Estevan Polo
Para Eusebio Desagüe Martínez hablar del central azucarero significa contar gran parte de su vida. Allí construyó una familia y vio llegar a su gran amor: su única hija. Cumplió misión internacionalista en Mozambique entre 1984 y 1985, realizando lo que mejor sabe hacer «vigilar la maquinaria».
“Yo me encargo de supervisar la maquinaria para procesar la caña y luego que se saca el bagazo, fabricar la azúcar; además de velar por la disciplina tecnológica”
Comenzó sus labores en el sector a finales de los años sesenta —no recuerda la fecha exacta—, en el central Alfredo Álvarez Mola, de Sibanicú, en la provincia de Camagüey, donde laboró hasta que fue demolido.
“Cuando lo desmantelaron en el 2006, me trasladaron para el ingenio Siboney y me mantuve trabajando hasta que me jubilé en el 2016.
“Permanecí un año en casa; tenía que ayudar con los nietos porque mi hija, que es doctora, se iba de misión, pero en el 2018, porque necesitaban de mi experiencia, volví como asesor de los jefes de maquinaria; esa ha sido mi vida, hasta hoy”.
En sus palabras se siente el orgullo de portar el Sello de Cincuentenario: “es el reconocimiento de tantos años dedicados a este trabajo, y que se haga el mismo Día del Trabajador Azucarero es aún mayor por lo que representa para el país”
¿Piensa dejar el trabajo pronto?
“Quizás cuando pasen algunos años y los huesos me impidan continuar; quizás esté aquí lo que me queda de vida”.