Estamos, ya se sabe, celebrando este año el centenario del natalicio de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí (La Habana, 30 de septiembre de 1922 – 30 de diciembre del 2005), quien recibió en vida por su obra, entre muchos reconocimientos, el de Premio Nacional de Literatura y el de Héroe del Trabajo de la República de Cuba. Los homenajes a sus cien años han sido numerosísimos, y muchos de ellos tuvieron como escenario al Primer Congreso Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, dedicado íntegramente al emblemático bardo que fusionó en un alto nivel lo llamado culto y lo llamado popular, a partir de la poesía en estrofas de diez versos.
El programa de ese evento acogió, y realizó con plena emotividad, el acto de premiación de la decimocuarta edición del concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, cuyos resultados se habían adelantado el 30 de septiembre, Día de la Décima Iberoamericana, en razón de la posposición del Congreso, a causa del huracán Ian.
Hasta donde ha podido conocer el escriba de estas líneas, el referido certamen —convocado cada año desde el 2009 por la Filial del Grupo Ala Décima en San Miguel del Padrón, territorio natal del poeta—, es el único en el cual se participa glosando versos del autor de Viajera peninsular….
Se trata de una competición literaria ideada y sostenida desde entonces, con tesón brotado de una devoción extraordinaria, por la poetisa y profesora de Literatura Bertha María Gómez Sedano, presidenta de la referida Filial, fundada por ella en mayo del 2005, con la presencia de Naborí en su terruño sanmiguelino, en lo que constituiría la última visita del poeta a aquellos lares, pues el infortunio nos privó de su presencia física a fines de aquel año.
En este noble empeño ha contado Bertha con el apoyo incondicional y permanente de la familia del cantor de la Elegía de los zapaticos blancos, así como el respaldo de la Oficina de Investigación y Promoción Cultural Indio Naborí —creada en el 2017—, específicamente de su director, el poeta Fidel Antonio Orta Pérez, y por supuesto del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado y su proyecto para la décima escrita, el Grupo Ala Décima.
Una liza de este carácter, cuando ha rebasado el decenio de actividad ininterrumpida, puede decirse que ha alcanzado un satisfactorio nivel de estabilidad. En otro orden de cosas, una favorable altura estética en los conjuntos premiados en esta cita escrituraria puede ser apreciada mediante los archivos del sitio web Cuba Ala Décima, en cuya sección Premiosala han tenido acogida, también sistemáticamente.
Sin embargo, es en otro rumbo en el que se me antoja ricamente significativa la trayectoria de esta emulación anual entre escritores amantes de la poesía en estrofas de diez versos y declarados herederos de su cultor más emblemático del siglo XX cubano. Me refiero a la pluralidad que se advierte en el conglomerado de autores merecedores del premio, tanto en su variedad etaria como en su representatividad territorial. Veamos:
TÍTULOS Y AUTORES PREMIADOS
I concurso, 2009.— Soliloquio en la distancia, de Encarnación de Armas Medina (Jaruco, Mayabeque, 1933)
II concurso, 2010.— Dardo del desafío, de Leonardo Estrada Velázquez (Holguín,1989; desde hace mucho residente en La Habana).
III concurso, 2011.— Corta carta cursi, de Jesús Arencibia Lorenzo (Pinar del Río, 1982).
IV concurso, 2012.— Parábola de Ariadna ensangrentada, de Elaine Vilar Madruga (La Habana, 1989).
V concurso, 2013.— Vendimia y nido, de Lilia Aurora Machado (La Habana, 1964).
VI concurso, 2014.— Embriaguez (rosa, espada, luz), de Mariana Pérez Pérez (Santa Clara, Villa Clara, 1951).
VII concurso, 2015.— Canto a la musa, de José Miguel Ramos Puerto (La Habana, 1940).
VIII concurso, 2016.— Hombre y árbol, de Olimpia Pombal Duarte (Remedios, Villa Clara, 1935).
IX concurso, 2017.— Rigoberto Fernández Castillo (Ciego de Ávila).
X concurso, 2018.— Claroscuro del amor distante, de Mariana Pérez Pérez (Santa Clara, Villa Clara, 1951). Es la única persona que ha merecido dos veces el lauro.
XI concurso, 2019.— Isla frutecida, de Odalys Leyva Rosabal (Jobabo, Las Tunas, 1969; residente en Guáimaro, Camagüey).
XII concurso, 2020.— Glosas a la propia décima, de Silvia Collado Roque (Güines, Mayabeque, 1973).
XIII concurso, 2021.— Fallida oda a mi rojo izquierdo, de Yadira Troche Nerey (Camagüey, 1985).
XIV concurso, 2022.— Noches del retorno, de Griselda Rodríguez (Camagüey, 1970)
Como puede corroborarse en la relación, en las 14 ediciones premiadas hay 13 personas laureadas, en razón de
que hay una galardonada que repitió el premio.
De esos 13 autores, 9 son mujeres y 4 son hombres.
En cuanto a las provincias, 4 son de La Habana, 2 de Villa Clara, 2 de Mayabeque y 2 de Camagüey, provincia esta última que cuenta con una tercera laureada, residente en esa provincia aunque nacida en Las Tunas. Con un autor premiado aparecen las provincias de Pinar del Río y Ciego de Ávila.
Tres de los ganadores del lauro lo conquistaron cuando tenían menos de 30 años.
Tal plurivocidad da testimonio —de manera reducida, desde luego, pero fehaciente— de que la creación poética decimística, en su vertiente escrita, es en nuestro país asunto que trasciende todas las fronteras.
El concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí, es sin duda un perenne tributo al creador de la Marcha triunfal del Ejército Rebelde, y es un certamen que, en virtud de su saldo sumamente ganancioso para el complejo artístico-literario de la décima cubana, es ya un útil referente para el examen del quehacer en la vertiente escrita de la estrofa, y por tanto se ha ganado el derecho de ser defendido y respaldado en sus nobles proyecciones.
Aprovecho para condimentar este acercamiento con el texto ganador en la más reciente edición del concurso:
NOCHES DEL RETORNO
Hay un huésped que viene al cuarto mío
transformando mi océano en laguna,
tiene lo suave de la piel gatuna
y da el encanto de un morir sin frío.
Jesús Orta Ruiz (El huésped)
Hay noches que camino sin cabeza
porque oprime el pasado en la garganta,
hay noches en que mi voz se suplanta
por llantos que mutilan la dureza.
Hay noches que perdura la tristeza
asilándome al margen del vacío.
En noches a las puertas del hastío,
en que intento salvarme del inmundo
precipicio sin rostro en que me fundo,
hay un huésped que viene al cuarto mío.
A veces en las noches miro el cielo
y busco entre las nubes un culpable,
cargo dentro un dolor abominable,
con síntomas que a nadie le revelo.
A veces, al latido del desvelo
lo fustigan los golpes de la luna,
quizás inocuo, y sin forma alguna,
ante esta realidad y su contorno
de impedir que el insomnio sea un retorno
transformando mi océano en laguna.
Hay noches que mi sombra adquiere un trazo
de nostalgia, de joven desteñida,
como de carne vieja enmohecida,
que tiembla amordazada ante el fracaso,
que perece sin luz, sin un abrazo.
Hay noches de tormentas y de hambruna
que emigro a su refugio, que me acuna,
y entonces no soy frágil, no soy ola
y el inmortal placer de no estar sola
tiene lo suave de la piel gatuna.
A veces en las noches no estoy triste
pues me habita el azul de los murmullos,
el fragor de lo bueno y los arrullos
de una magia infinita que me embiste.
Más allá de las noches, sé que existe
una sed que le apuesta al desafío.
Tienen las noches como el mar bravío
la clave de vivir por los abrojos
donde acaban hundiéndose mis ojos.
y da el encanto de un morir sin frío.
Griselda Leonor Rodríguez Pimentel. (Camagüey, 1970). Máster en Contabilidad Gerencial por la Universidad de Camagüey. Poetisa y narradora. Actualmente se desempeña como Auditora Principal en la UEB División Territorial de Comercialización de Combustibles Camagüey.