Más de 156 millones de brasileños fueron convocados este domingo a elegir a quiénes ocuparán los principales cargos políticos durante los próximos cuatro años. En el caso de la presidencia, más del 90 % de los votos se concentró en dos candidatos, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), y el actual mandatario Jair Bolsonaro, del Partido Liberal, pero ninguno superó el 50 % exigido para declararse ganador.
La segunda vuelta será el 30 octubre, ocasión en la que volverán a disputarse propuestas diametralmente opuestas. En lo económico, Lula, quien obtuvo un 48,2 % de apoyo, favorece un mayor papel del Estado; mientras Bolsonaro, votado por el 43,39 %, apoya la privatización de empresas estatales. En lo social, el candidato izquierdista habla de proteger los derechos de las minorías raciales y sexuales, mientras el ultraderechista se centra en la familia y posturas antiaborto.
Para el fundador del PT, quien comenzó su vida política como dirigente sindical en el sector de la metalurgia, el derecho al empleo con salario digno es una obsesión, pues representa “la posibilidad de hacer realidad los sueños, de tener una casa propia, de poder enviar a tus hijos a la escuela y de recostar tu cabeza en una almohada sin preocuparte por el mañana”, según ha declarado.
“Vamos a hacer una revolución silenciosa para generar empleo involucrando a toda la sociedad brasileña”, dijo y para ello propone reactivar la inversión pública en infraestructura, valorizar el emprendimiento y brindarle apoyo a las pequeñas empresas desde el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) mediante préstamos, e incentivar la creación de cooperativas que se conviertan en fuentes de trabajo en los pueblos y comunidades pequeñas.
Lula también ha anunciado que buscará la reindustrialización nacional con tecnologías modernas, amigables con el medioambiente; que impulsará la reforma agraria, así como proyectos de economía solidaria, creativa, verde e inclusiva, en las que se tenga en cuenta la conservación, restauración y uso sostenible de la biodiversidad.
La receta de Lula para generar empleos pasa además por el fortalecimiento de leyes laborales que revalorice el salario mínimo, la inclusión educativa y la transferencia social de ingresos.
Durante el gobierno de Bolsonaro, el desempleo ha alcanzado casi a 11 millones de personas y la renta media ha estado cayendo de manera constante.
Luego del golpe de Estado contra Dilma Rousseff (2016), los derechos laborales de los brasileños se vieron impactados por una reforma laboral que derogó muchas de las conquistas obtenidos en las luchas sindicales del siglo XX que el Gobierno de Lula y Dilma habían convertido en ley.
El desafío ahora, de cara al balotaje, es que las fuerzas antibolsonaro cierren filas en torno a Lula y sus propuestas reivindicativas.
Vale recordar que en Brasil los ciudadanos que tienen entre 18 y 69 años están obligados a participar en los comicios, y es opcional para los jóvenes de 16 y 17, así como para los mayores de 70. En esta ocasión, votó aproximadamente el 80 % del padrón electoral.