HO CHI MINH, Vietnam.- La historia vietnamita anda ligera, como antes lo hicieran sus hijos, por los túneles subterráneos de Cu Chí, construidos a la medida de un pueblo.
De la mano de esas esencias llegaron hasta aquí este sábado, en la última jornada de su visita oficial a la República Socialista de Vietnam, el miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz, y la delegación que lo acompaña.
Los visitantes ya sabían, tal vez, que las excavaciones iniciaron en 1946, que, de unos pocos kilómetros y tres metros de profundidad, los túneles alcanzaron más de 250 kilómetros y hasta 12 metros tierra adentro, solo con herramientas manuales y cestas de bambú.
Puede que dominaran que tenían tres niveles, y que el último les permitía resistir los bombardeos, que había hospitales de campaña, cocinas, salas de reuniones, trincheras… que la superficie, antes de convertirse en campo de exterminio, era una zona apacible y fresca.
Sin embargo, hay que caminar los pasajes sinuosos para comprender, en toda su magnitud, el alcance de la trampa gigante en que se convirtió Cu Chí para los agresores yanquis.
Por donde antes transitaron Fidel, Raúl y el Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, pasó entonces el Jefe de Gobierno cubano, a quien le contaron que fueron sus habitantes, nobles campesinos de Cu Chí, los que construyeron ese asombroso enjambre de pasadizos, con el propósito de defender su tierra, y así lograron sobrevivir por más de 20 años.
Marrero Cruz escuchó anécdotas interesantes, supo de las trampas aniquiladoras y de las estrategias empleadas, que mucho dicen del ingenio vietnamita: si un soldado cae, necesita uno o dos más para socorrerlo…y, bajo ese principio, cuatro o cinco hombres sacaban de combate a todo un pelotón.
«Gracias Vietnam por demostrarle al mundo, con el costo de perder valiosas vidas, que un pueblo dispuesto a defender la Patria, a no dejarse doblegar por el enemigo, es capaz de hacer hazañas como ustedes lo hicieron», escribió luego en el libro de visitantes, al término del recorrido.
«Mientras el enemigo imperialista bombardeaba y lo borraba todo en la superficie de la tierra -añadió el Primer Ministro- los hermanos vietnamitas, debajo de la tierra, escribían una página histórica que los llevó a la victoria. ¡Felicidades!». Y acompañó su mensaje con un dibujo de Martí, acaso porque con el Apóstol tuvimos el primer acercamiento a «la tierra de los anamitas».
Convertido en un colosal monumento a la resistencia, los túneles de Cu Chí, con entradas de apenas 25 centímetros y decenas y decenas de estrechas galerías, estrechísimas, confirman cuán lejos puede llevarnos la defensa de una causa justa. Tan lejos, como a conquistar la victoria.