Hoy, cuando transcurre la segunda jornada del debate de alto nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas, resuenan todavía las demandas por el respeto a la soberanía latinoamericana enunciadas ante el plenario.
En la primera de sus sesiones, el más grande cónclave de dignatarios del mundo presenció ayer vibrantes discursos y sentencias desafiantes de parte de los representantes de una región tradicionalmente vista como el patio trasero de Estados Unidos.
Quizás el más épico de ellos vino del mandatario de Colombia, Gustavo Petro, que en su primera participación en este tipo de encuentros reveló sin ambages cómo padecen los más pobres debido a las contiendas que los ricos juzgan necesarias.
“Nosotros les servimos para excusar los vacíos y las soledades de su propia sociedad que la llevan a vivir en medio de las burbujas de las drogas. Les ocultamos sus problemas que se niegan a reformar”, dijo en referencia a la guerra contra la cocaína, con cuyo pretexto se ha deforestado y envenenado gran parte de la selva de su país.
Remarcó que la avidez por el dinero, e insaciables patrones de consumo, constituyen la verdadera causa del cambio climático que amenaza con transformar el mundo en un sitio cada vez más inhabitable.
“El desastre climático matará centenares de millones de personas y oigan bien, no lo produce el planeta, lo produce el capital”, sentenció.
Petro, valiéndose de un discurso apasionado, se atrevió incluso a proponer cómo pueden ser más útiles las finanzas destinadas por algunas de las grandes economías a otras cuestiones que el estimó lo merecen menos.
“Si no tienen la capacidad para financiar el fondo de la revitalización de las selvas, si pesa más destinar el dinero a las armas que a la vida, entonces reduzcan la deuda externa”, planteó.
El colombiano pudo haber sido el más enfático, pero fue el único en decir basta a años de vejaciones.
La presidente de Honduras, Xiomara Castro, adoptó una postura igual cuando denunció que “las naciones pobres del mundo ya no soportan golpes de Estado, el uso de lawfare (persecución o instrumentalización judicial), ni Revoluciones de Colores, usualmente organizadas para espoliar vastos recursos naturales”.
La segunda de las únicas dos mujeres que hicieron uso de la palabra durante la jornada, abjuró del sobrenombre que le asignaron durante siglos a su país y con el cual parecía estar obligado al vasallaje.
“Nunca más, cargaremos con el estereotipo de República Bananera, terminaremos con los monopolios y los oligopolios que solo empobrecen nuestra economía”, afirmó.
También condenó la inequidad que condena a la mayoría para que unos pocos puedan saciar caprichos.
“Es evidente que hoy, para que nuestro país sobreviva, debemos rechazar esa presunta austeridad que premia a los que concentran la riqueza en pocas manos, y aumentan la desigualdad de forma exponencial”, remarcó.
Respeto por las grandes masas desfavorecidas también pidió Luis Arce, el mandatario de Bolivia.
“Necesitamos ampliar nuestro criterio de derechos humanos y su relación con la democracia. No existe ninguno de los dos –ni derechos humanos ni democracia-, cuando la preservación de los privilegios de unos pocos se hace a costa del incumplimiento efectivo de los derechos económicos, sociales y culturales de las mayorías”, enfatizó.
Recomendó sustituir los gastos militares para la fabricación de armas de destrucción masiva por una justa compensación económica que los países del capitalismo central le deben, moral e históricamente, a los países de la periferia y a los pobres del mundo.
Arce rechazó además todo tipo de injerencias y afanes de desestabilización de la democracia en Bolivia, con el afán de controlar el litio.
“Queremos que nuestras reservas de litio no sigan el camino de otros recursos naturales que, en las condiciones del colonialismo y el desarrollo capitalista, solo sirvieron para aumentar la riqueza de unos cuantos y provocar el hambre de los pueblos”, exaltó.
Pasión y vehemencia constituyeron el hilo conductor de los discursos de los presidentes de Colombia, Honduras y Bolivia en Naciones Unidas.
Patentado quedó entonces que el compromiso con sus connacionales marca el rumbo elegido por estos líderes de Latinoamérica.
(Tomado de PL)