Tras algo más de dos meses de intenso quehacer en el taller de restauración de pintura de caballete de la Oficina del Historiador de la Ciudad, el lienzo del Apóstol que presidía el vestíbulo del Teatro Martí, ha recuperado su apariencia original y se encuentra listo para ser exhibido.
Esta fue una de las obras que resultaron dañadas por la onda expansiva de la explosión ocurrida el pasado 6 de mayo en el Hotel Saratoga.
La pieza, del pintor cubano Miguel Díaz Salinero (1874-1944) es una apropiación de la fotografía tomada en 1892 a José Martí, en Kingston, Jamaica. El artista, alumno de Leopoldo Romañach (1862-1951), dedicó gran parte de su obra a desarrollar este tipo de trabajos iconográficos, especialmente del Héroe Nacional, sobre quien realizó algo más de una decena de piezas, algunas de las cuales integran la colección del Museo Casa Natal de José Martí.
Según Juan Carlos Bermejo, director del taller de restauración de pintura de caballete, el cuadro recibió varios impactos e incrustaciones de cristales y materiales sólidos. «El daño más grave estaba en la zona de la cabeza, pero había afectaciones dispersas por toda la superficie y el marco».
La pieza había sido restaurada en el 2013 en el propio taller, cuando la alistaron para ser exhibida en el Teatro Martí a partir de su reapertura el 24 de febrero del 2104: «En aquella ocasión colocamos algunos parches al lienzo, retocamos la pintura y lo barnizamos».
«Ahora fue preciso reentelarlo —explica el experto restaurador y también fotógrafo— porque eran numerosas las roturas y esto comprometía estructuralmente la obra. El reentelado se hizo con lino de gran calidad y como adhesivo usamos cera-resina, que es el más recomendado debido a la humedad relativa y otras peculiaridades de Cuba. Al bastidor le cambiamos los cartabones de refuerzo. El marco también sufrió con los impactos, reconstruimos los daños de la moldura, y le aplicamos una pátina de envejecimiento».«Al recibir la pieza, lo primero fue relajar el soporte, refiere Bermejo. Luego, desmontamos el lienzo del bastidor para proceder con el reentelado, proceso que lleva calor para que ambas telas se adhieran. Una vez concluido el planchado, limpiamos los excesos de cera-resina, regresamos la obra al bastidor y comenzamos el estucado, cuya función es reconstruir, con una mezcla de cera y carbonato de calcio, la superficie del tejido perdido y la capa pictórica dañada, imitando la textura original. Después barnizamos y retocamos con el pigmento adecuado. Como cierre, el barniz de terminación».
Esta restauración es el resultado del trabajo colectivo de especialistas como el veterano Leandro Grillo, Antonio Torrens, Juan Carlos Bermejo y Alejandro Mato, este último aún estudiante de la Universidad de las Artes.
Excelente trabajo. Felicidades.