Por Alina Martínez Triay
El proceso político en el que los trabajadores aportan propuestas para el plan y el presupuesto del año 2023, sin soslayar la valoración de cómo marchan en el actual año, se sustenta en un derecho constitucional.
No puede ser este un escenario solo para escuchar informes de los directivos sino para pulsar los criterios de la masa laboriosa en temas cruciales como el empleo y los salarios, la reducción de gastos, las diversas vías posibles para la generación de ingresos, los encadenamientos productivos, los vínculos con el sector privado, las exportaciones y cualquier otra propuesta que contribuya a elevar la eficiencia.
A los dirigentes sindicales les corresponde prepararse previamente para no convertirse en convidados de piedra en estas reuniones y ser capaces de actuar en la asamblea como contrapartida de la administración, precisar conceptos que no quedan claros, disipar las dudas, en pocas palabras, recuperar la habilidad de discutir de tú a tú con los directivos de las entidades, de modo que los trabajadores reconozcan a la autoridad sindical y se satisfaga la misión de representarlos.
Lograrlo no resulta fácil si se tiene en cuenta que las filas sindicales se han estado renovando con cuadros jóvenes sin la suficiente experiencia, es por tanto un desafío a vencer.
Al ser convocados los trabajadores no deben sentir que van a ser testigos de lo mismo que les han dicho en anteriores ocasiones, porque las condiciones en el entorno laboral se han ido transformando y reclaman un análisis inteligente, creativo e innovador.
Tanto las administraciones como las direcciones sindicales en la base deben crear en torno a estos encuentros un clima que propicie en los participantes la confianza de que sus preocupaciones tendrán cabida en los análisis y que sus opiniones van a ser atendidas.
Es cierto que en el contexto que vive el país hablar de planificación es difícil dada la inseguridad en el suministro de materias primas y combustibles y la obsolescencia tecnológica, pero es imposible mirar hacia el futuro inmediato o a mayor alcance sin tener un pensamiento previsor y disponer de alternativas ante las dificultades actuales y las que puedan presentarse.
El secretario general de la CTC Ulises Guilarte De Nacimiento señaló en una reunión con dirigentes sindicales que en una economía como la cubana es preciso cambiar el enfoque e interpretación de los problemas para convertir a la CTC en una organización más aportadora. “No podemos seguir lamentándonos por los recursos de los que carecemos, hay que focalizar las discusiones en las potencialidades, en qué más se puede hacer con la materia prima a mano, y luego innovar y aplicar la ciencia y la técnica para sacar provecho de las oportunidades”.
Es así que deben abordarse las asambleas de discusión del plan y el presupuesto.
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[box title=»Las manos en el plan» box_color=»#fddba6″ title_color=»#fffff»]
Francisco Rodríguez Cruz
En medio de los fragores del verano acontece uno de los procesos más interesantes de nuestra economía planificada, tal vez sin toda la atención o el interés público que el hecho merecería.[spoiler title=»Seguir leyendo» open=»no»]
Según informó el periódico Trabajadores, más de 60 mil asambleas debían ocurrir en los colectivos laborales del país durante el mes de julio para analizar con los trabajadores las propuestas del plan y el presupuesto del año 2023.
Este ejercicio que realizan las empresas y unidades presupuestadas para proyectar las cifras iniciales de su gestión para el siguiente año no debe pasar inadvertido, porque es el momento en el que es posible tomar la mayoría de las decisiones que incrementarían la efectividad de cada colectivo laboral.
Cuando llegan los primeros meses de cada año resulta usual que en todos los centros de trabajo se conozcan el plan y el presupuesto del año que comienza, y con razón muchas veces se dice: ¡pero para qué discutir lo que ya está aprobado!
El problema radica en que esa previsión anual nace precisamente desde mediados del año anterior, en esta fase del análisis que ahora tiene lugar, en demasiado silencio quizás.
Al respecto, el movimiento sindical insiste en la importancia de discutir y enriquecer con cada colectivo laboral las ideas económicas primarias de todo lo que se hará en el año 2023.
La mayor autonomía que ahora detentan las empresas, según se ha expresado por dirigentes de la CTC, requieren de ese protagonismo del sindicato en la base, para incidir mejor en esta etapa de elaboración del plan y el presupuesto.
A diferencia de prácticas anteriores donde los niveles superiores de dirección empresarial o los ministerios definían los llamados enmarcamientos o indicadores directivos que debían respetar las entidades a la hora de elaborar sus pronósticos económicos para el siguiente período, en la actualidad no existen tales límites impuestos desde arriba. Lo que pueda hacer cada colectivo depende entonces de su nivel de gestión, de las iniciativas y las potencialidades que identifiquen entre sus integrantes.
Como objetivos que sí tienen prioridad, se plantea la necesidad de un mayor impulso a la producción de alimentos y al desarrollo territorial, el incremento de las exportaciones y de los bienes y servicios que beneficien a la población y disminuyan la inflación, mediante la movilización de las reservas de eficiencia y con el uso más racional de los recursos.
Por eso es determinante que los trabajadores participen en este paso previo, en el que deben planificar cuáles serán las ventas, las utilidades previstas y sus destinos, los aportes al Presupuesto del Estado, el salario que devengarían y cómo mejorar las condiciones de trabajo, entre otras variables que deciden la satisfacción laboral.
Ya sabemos que las reuniones no suelen gustarnos, pero estas en particular hay que prepararlas bien, lo cual es responsabilidad de la administración y el sindicato en todos los niveles de dirección.
Y de paso hay que echar un vistazo a cómo marcha el cumplimiento del plan y la ejecución del presupuesto de este 2022, año bastante enredado en lo económico, cuyos resultados podrían mejorar si el sistema empresarial se apropia y hace valer al máximo las medidas que flexibilizan su funcionamiento.
Para movilizar las neuronas con tales fines no hay que esperar siquiera a una asamblea. Existen múltiples espacios y formas de participación, incluso virtuales.
Lo que sí no debe ocurrir es que se presente una propuesta de plan o presupuesto para el 2023 sin que antes se discuta con cada colectivo laboral, para que todo el mundo meta las manos en el plan y lo haga suyo cuando llegue la hora de la verdad.
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Jorge Rodríguez Hernández*
Las asambleas de discusión del plan y el presupuesto, lideradas por las organizaciones sindicales, han sido el lugar donde se analizan los principales indicadores económicos para el período fiscal venidero. A estas importantes reuniones es preciso asistir con todos los hierros para que a los participantes no les pasen gato por liebre.[spoiler title=»Seguir leyendo» open=»no»]
Es conveniente buscar asesoría y realizar acciones con las secciones de base de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (Anec) en aquellas entidades donde estén constituidas; de lo contrario dirigirse a los consejos ejecutivos municipales de la Anec. Los dirigentes sindicales tienen que estar lo mejor preparados posible.
Con la asistencia a las asambleas no es solo marcar tarjeta, sino participar activamente, para no estar en ella como pescado en tarima, con los ojos abiertos, pero sin discernir, cuestionar o aprobar acerca de lo que más conviene al colectivo laboral que es quien decide el juego. Hay que ponerle bomba, corazón, a la discusión del plan y el presupuesto.
En este proceso hay cuestiones decisivas para que los encuentros cumplan realmente su objetivo. La información ofrecida por la administración debe poseer calidad, en la cual se ofrezcan, con transparencia, todos los elementos de juicio.
El presupuesto es para gastar, pero cuidado con las fugas, las cuales gravitan sobre el botín social, pues se trata de invertir en sectores claves como educación y salud. En La Habana, por ejemplo, estos últimos absorben alrededor del 70 % del presupuesto de la capital. Para que se tenga una idea entre ambos sectores el gasto diario asciende a 4 millones de pesos, aproximadamente.
Si en todo el país estas asambleas requieren hacerse, con todo el rigor que llevan, al duro y sin guante, a pesar de la crítica situación económica existente, en La Habana se precisa aún más, pues en ella se concentra entre el 30 y 45 % del presupuesto nacional, así como alrededor del 40 % de los ingresos presupuestarios que garantizan los del país.
Hay que tener en cuenta que la nación posee actualmente un elevado déficit presupuestario, de ahí que Alejandro Gil Fernández, vice primer ministro, y titular de Economía y Planificación, haya dicho que la disminución del déficit depende del incremento de la contribución del sistema empresarial que aporta alrededor del 80 % de los ingresos del presupuesto.
Habría que agregar las evasiones fiscales existentes, según informes de la Oficina Nacional de Administración Tributaria, otro asunto a tomar muy en cuenta en el proceso asambleario de discusión del plan y el presupuesto. En ese sentido resultan vitales los ingresos tributarios de la contribución territorial y de los llamados ingresos cedidos, los cuales se quedan en el municipio. La fortaleza económica ofrece más autonomía a las localidades, lo cual hay que tomar muy en cuenta.
Análisis atinados, audaces y previsores, requerirán todas y cada una de las asambleas de este carácter, pero en especial aquellas que se realicen en las empresas con pérdidas y en las que reportan excesivas utilidades, lo cual compromete la recuperación económica del país.
Según los expertos “participar es ponerse en movimiento por sí mismo y no por otros, no constituye una movilización, y tiene un carácter voluntario y autónomo”. Podemos afirmar entonces: participo, luego existo.
* Jefe del Departamento de Comunicación e Información. Anec. La Habana.
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Hay que guapear la economía
Dirigentes de los sindicatos nacionales de cuatro sectores básicos de la economía: construcción, agropecuario, industrias y azucarero aportan sus valoraciones sobre la discusión del plan… Ver más
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