Dicen sus compañeros que, en el campo de los equipos auxiliares de los motores fuel oil, casi nada se le resiste. Tiene que ser que la pieza no pueda sustituirse, inventarse o reinventarse… Que la solución esté más allá del mar, totalmente fuera de sus manos.
De no ser así, Yoangel Casimiro Boni o simplemente Casimiro, busca, estudia, escucha, piensa mucho…, y casi siempre encuentra. “Paciencia y dedicación al trabajo, es lo más importante, y la idea que aplico a casi todo de que todo se soluciona, menos la muerte”.
Y mira que arregla. Lo primero que enderezó fue su vocación. “Pasó tiempo antes de llegar a la mecánica, una carrera técnica en veterinaria, un curso de administración que me llevó a trabajar en el Hospital General y luego a una misión internacionalista…”.
De regreso al país, “un trabajador de la UEB Empresa de Mantenimiento y Generación con Grupos Electrógenos de Fuel Oil (EMGEF) me sugiere venir a buscar trabajo. Recuerdo que la compañera de Recursos Humanos me preguntó si sabía algo de motores y le respondí: Yo, nada… pero aprendo”.
Se le sugirió un curso de operador de equipos electrógenos, y ahí surgió el amor por la mecánica. “Así, cuando me gradué vine para acá, y hace ocho años estoy aquí, en el área de mantenimiento, especialmente de los equipos auxiliares: calderas, compresores, bombas”.
Es, simplemente, su mundo, donde ha crecido como mecánico y dio rienda al ingenio que, con el tiempo, formó al inventor que es hoy.
Casi recién llegado a la EMGEF le “puso la mano” a las depuradoras, uno de los equipos que participa en la purificación del combustible fuel oil -muy denso y viscoso en su estado original- para que llegue más fino y con la menor cantidad posible de agua y partículas a los motores.
“Nos percatamos de que los ejes de las bombas se habían deteriorado por el uso de coples de bronce, que no eran los originales, pero resolvían el problema. Para recuperarlos, y acoplarlos con los coples ideales, se me ocurrió usar relleno, soldadura y torneado para llevar esos ejes a sus dimensiones. Y así lo hicimos. Gracias a esa solución, pudimos salvar varias depuradoras”, detalla.
Son muchos los aportes, los fórum de ciencia y técnica donde sus soluciones han sobresalido con premios o con la generalización “orientada” o por iniciativa de sus colegas para bien de otros emplazamientos de fuel oil del país.
Una de sus inventivas más aplaudidas fue la recuperación de la bomba de la trampa de lodo de Guantánamo 1, para detener las fugas de ese desecho que, en los días de lluvia, corría hasta el reparto Rubén López Sabariego, al noroeste de la ciudad; y había provocado dos multas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
“Se nos ocurrió, narra Casimiro, adaptar otra bomba, más pequeña, con el reductor y el resto de los elementos que teníamos y funcionó. Tuvo un gran impacto medioambiental, fue segundo lugar en el fórum nacional y se generalizó en el país”.
Es una narrativa en plural, y no de modestia, se apura en aclarar Casimiro, con sus palabras: “Cada solución se conversa entre todos, se colegia entre los mecánicos, torneros, ingenieros, especialistas, y así se ejecuta. Con los años, he aprendido a escuchar las ideas de todos, porque incluso si no es la solución definitiva, puede esconder algo bueno”.
Pregunto cómo funciona la mente de un innovador. La suya, que sin ser igual a la de otros, comparte el genio de ver más allá de la pieza, de entender, de soñar, de decir por qué no, de hacerse la pregunta de si es posible, si esto de aquí pudiera funcionar también allá, que es el primer paso para hallar la respuesta.
Dice que lo primero es entender el funcionamiento de las cosas. “La verdad, confiesa, es que cierro los ojos y me imagino el mecanismo interno, cómo el agua entra, sale, cómo funcionan los engranes, las piezas…, y ahí empiezo a pensar, a pensar mucho, incluso si estoy en otra cosa, incluso si llegué a la casa y tengo que conectarme con los deberes con mi mujer y mis dos niñas”.
Un innovador se quita el overol con que se enfrenta a los talleres, pero la mente sigue en lo suyo, hasta que al fin da con la idea, la perfecciona, le busca las cosquillas, la presenta, la ejecuta.
“El innovador, por lo menos en mi experiencia, se crece en los problemas, en las urgencias que, en estos tiempos, llegan de sobra. Ese rigor es lo que te mueve, lo que te lleva al límite, siempre sin perder la paciencia”, me aclara.
Tiene el método de un médico, y la responsabilidad que se crece en estos tiempos “porque un megawatt son muchas casas sin apagones”. Se lo hago notar y asiente. “Pienso que sí, diagnosticamos, arreglamos y si lo hacemos bien, damos vida a un equipo, a todo el emplazamiento”.
Casimiro es, además, un doctor que habla con sus pacientes: me hace la confesión, como si nada, y no la dejo escapar: “Qué le voy a decir, si es verdad. Yo llego a una depuradora, a un motor, lo pongo en funcionamiento para diagnosticar el problema, mido la temperatura, chequeo las vibraciones…, y le digo: a ver, qué tienes, porque todo está bien y no deberías estar en avería.
“Cuando, por fin, doy con lo que tiene y se arregla, le he pasado la mano a la máquina y le digo, bueno…, espero que ya estés bien. La gente a veces se ríe, y casi siempre espero a estar solo, pero así soy”, y se encoge de hombros.
Ha aprendido a entenderlas. “Una vez, me llamaron para arreglar un compresor, fui, cambié una pieza, pero no quedé convencido, algo me decía que no estaba bien. El tiempo pasaba y el jefe de mantenimiento me decía, “¿Casimiro, ya?” y yo que no, todavía.
“Eran las siete de la noche y ya mis compañeros estaban inquietos, cuando volví a desarmar la unidad de cilindro, me fijé en algo inusual en la tapa nueva, y mandé a buscar la que recién habíamos quitado, que tenía una pieza más pronunciada. Y era eso. Puse el aditamento, para que se asentara bien en el cilindro, y empezó a comprimir correctamente. Ahora sí, les dije”.
Recuerda y sonríe, me habla de otras innovaciones, incluida la última que permitió recuperar la producción de agua purificada para el enfriamiento y lavado de los motores, y el uso de la caldera, usando niples y uniones universales de fácil acceso, hasta que me habla de la situación actual, de la crisis energética del país, del estado de los motores, la falta de piezas de repuesto, de las dificultades para dar mantenimiento en tiempo y forma. Entonces se pone serio.
“Los apagones nos afectan a todos, pero yo creo que el trabajador eléctrico lo sufre más, los que tenemos algo que ver con la generación y los que no: porque sufrimos por la falta de electricidad, pasamos las mismas noches en vela…, pero además lidiamos con muchas incomprensiones. Es duro, pero nos toca”.
¿Qué hace Casimiro, entonces?, insisto. “Trabajar, explicar cuando es posible, y seguir trabajando, sin creer en feriados, en que llegué a la casa y casi sin pasar tiempo con mi esposa y mis dos niñas tengo que irme. Trabajar porque es cierto que la disponibilidad de los emplazamientos de fuel oil es baja, como en todo el país, pero nuestro aporte cuenta, y alumbra: es lo importante”. (Tomado de Venceremos)