Bajo el techo de fibrocemento que mitiga los intensos rayos del sol, Marino González González pasa casi todo el día. Muchos pasan por el frente de la casa, ubicada en la avenida Independencia, en el reparto Martí y lo saludan; él no se distrae. Su oficio de carpintero no le permite entretenimientos. Unas veces labora en la garlopa, otras en la sierra o la cepilladora para dar terminación a una pieza.
Cuando llegamos a su hogar, sostiene en sus callosas manos una sillita, a la cual le está dando lija. “Con esta he terminado cuatro, junto a otros utensilios que quiero presentar para avalar el proyecto de desarrollo local que propuse”, dice, mientras nos acomodamos en uno de los butacones de la sala.
Para asombro nuestro, afirma que todos los equipos que se encuentran en el tallercito, los construyó él, a partir de piezas desechadas.
Acota que no le gusta dar entrevistas y mucho menos, hablar sobre él. Pero vale la pena contar la historia de este cubano que a sus 86 años todavía tiene sueños y energías para emprender sus metas.
Miliciano, carpintero e innovador
De niño, aprendió más rápido los quehaceres del campo que los números y las letras. “Soy natural de Camajuaní, en Villa Clara. Éramos siete hermanos. Apenas fui a la escuela. Sólo terminé tercer grado y de ahí para el campo a ayudar a mi difunto padre, Ismael”, cuenta este campesino, uno de los tantos a los que la Revolución le dio la oportunidad de transformar su vida y que él aprovechó con una lealtad que le acompañará siempre.
Cuenta que pronto integró las Milicias Campesinas y a través de éstas formó parte del Batallón 309, con el cual participó en la lucha contra bandidos en la zona de Güinía de Miranda, perteneciente al municipio de Manicaragua; posteriormente pasó la escuela para sargentos y estuvo vinculado durante algún tiempo a las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
“Después pasé a trabajar como carpintero en el sector de la construcción. Me hice a ‘puro pecho’; me gustaba ese oficio y lo aprendí. Después estuve vinculado a la empresa forestal y estaba siempre movilizado, construyendo campamentos para los contingentes; pasábamos trabajo, nos picaban los mosquitos, pero cumplíamos la tarea. Eso fue por Corralillo y otros sitios de la provincia.
“Me seguí superando a través de los cursos para trabajadores y llegué a graduarme de modelista, en el Instituto Politécnico Hanoi, fui plantillero A en Planta Mecánica. Me desempeñé en esa función durante muchos años”, expresa y aclara las características de esa labor. “Las plantillas de cualquier pieza se modelan primero con madera, y después se llevan al taller de fundición donde esta se hace y se maquina a partir del molde creado”.
En esa fábrica, desde su talento como innovador, contribuyó a la solución de múltiples problemas técnicos. “Puedo decirle, sin alardes, que para que el central Urbano Noris pudiera funcionar en la zafra del 70, yo hice la plantilla de una de las piezas imprescindibles y luego fuimos a fundirla en Antillana de Acero, pesaba 49 toneladas”, recuerda.
Su entrega fue compensada, pues resultó seleccionado Vanguardia Nacional y tuvo la oportunidad de participar en el acto por el 26 de julio, celebrado en La Habana. “En esa ocasión, estuve en la tribuna, cerca del Comandante en Jefe Fidel Castro. También participé en el acto cuando Fidel inauguró el campamento de pioneros del Parque Lenin”.
Ya residiendo en la capital, trabajó en el antiguo acueducto de La Habana y se especializó en la creación de las plantillas de los impelentes de la bomba de agua, los cuales fueron decisivos para el funcionamiento del acueducto de Palatino y de otras entidades.
Por si fuera poco, participó en varias zafras azucareras, y según cuenta, fue un machetero “de brazo largo”, pues llegó a cortar hasta 800 arrobas diarias de caña.
Cumplió, además, tres misiones internacionalistas: dos en Angola y una en Etiopía, y para testificarlo, muestra las innumerables medallas que ostenta, entre las que sobresalen: las de Combatiente Internacionalista de Primera Clase, Combatiente de la Lucha Contra Bandidos y aniversarios 50 y 60 de las FAR.
El otro sueño
Luego de haber trabajado desde 1982 en el Acueducto, en el 2002, Marino, pero asegura que nunca ha estado sin hacer nada.
La carpintería siempre ha sido su aliada. “Con lo que sé, puedo hacer cosas. El presidente Miguel Díaz-Canel insiste en el desarrollo local y la necesidad de aportar, y yo aún me siento capaz. En pocos días, hice esas sillitas para niños; también elaboro porta celulares, escurridores, entre otros utensilios, requeridos por la población. Lo que necesito es un poco de recortes de madera. Esas cosas que usted ve, las he realizado recogiendo por aquí y por allá pedazos de troncos.
“Por eso, le propuse a la delegada de la circunscripción hacer este proyecto. Ya lo presenté en una feria que se hizo en el barrio La Guayaba, el cual está catalogado como vulnerable. Los productos que llevé tuvieron muy buena aceptación. Si me aprueban y me dan apoyo, podemos avanzar.”
Junto a la familia, Marino se siente reconfortado. Ahí está Beatriz, su esposa por más de tres décadas, junto a ella ha librado batallas y ha sido feliz. Y aunque la vida le ha jugado malas pasadas y el dolor lo abatió, pues el año pasado perdió a dos hijos (Mayda y Marinito), le quedan Bárbaro, Maritza y Petka, y también Liubima (la hija de Beatriz que él ayudó a criar), quienes junto a los nietos y biznietos resultan inspiración.
Desde uno de los cuartos sale la risa de Thiago, el nieto de cinco años. “Ese es mi compañero. Le gusta pintar y también la carpintería, ya conoce las herramientas… hasta le regalé su martillito; vamos a ver, todavía puedo enseñarlo”. De pronto, el pequeño sale del cuarto, corre hasta el abuelo y lo abraza. Marino se emociona: hay amor y también continuidad.
Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.
Gracias por sus palabras, gracias por haber permitido conocer la hermosa historia de vida de Marino.
Que orgullo para nosotros los hijos que hablen de nuestros padres, excelente publicación, gracias