En el torno, Reinaldo Pridas Rodríguez tiene el “toque de oro”. Y ello se debe a que aunque nunca ha trabajado ese metal, por casi cuatro décadas ha transformado otros como el acero, el bronce, el hierro … en piezas que “valen oro” para el funcionamiento de la Refinería Sergio Soto de Cabaiguán.
En una constante cruzada contra la obsolescencia tecnológica de una planta fundada en 1947, las limitaciones financieras de la economía nacional y la batalla desigual que impone el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, el mecánico─tornero tiene como aval unas 500 innovaciones.
En esa añeja industria petrolera de la provincia de Sancti Spíritus, se ha esculpido su vocación de hombre ingenioso.
“Casi todas las innovaciones aparecen ante roturas. De ese susto salen grandes soluciones”, asegura Pridas, como casi todos lo conocen y quien allí lleva las riendas del Comité de Innovadores y Racionalizadores (CIR).
“La refinería estuvo a punto de paralizarse en dos ocasiones. Pero tales contratiempos nos incentivaron para revitalizarnos y lograr productos competitivos, capaces de aportar a la economía. En uno de esos momentos surgió la planta de vacío, se certificó la materia prima, y se produjo el asfalto y el líquido asfáltico. Todo con ingeniosidad colectiva, aval distintivo de la entidad”, refiere.
Habla con asertividad y enumera incontables modificaciones tecnológicas que, además de lograr el funcionamiento fabril, apuestan por la eficiencia.
“Con anterioridad se necesitaba de todas las calderas para que trabajaran las dos plantas (destilado y vacío). En la actualidad, con la caldera más chica, pueden funcionar ambas plantas y luego de las mejoras técnicas han surgido nuevos productos.
“El líquido asfáltico y los asfaltos están consolidados como los productos líderes de la refinería, con calidad certificada en laboratorios y en el terreno, tras su empleo en la pavimentación de las más importantes obras viales del país de los últimos tiempos, entre ellas las carreteras de la Zona Especial de Desarrollo Mariel y las pistas de los aeropuertos nacionales”, ejemplifica.
La Sergio Soto procesa el crudo nacional extraído de los yacimientos del centro y occidente del país. Prida rememora las noches de desvelo cuando la refinería asumió ese proceso industrial. “Se convirtió en un reto reducir la carga contaminante y los hedores que tanto molestaban a los cabaiguaneses”, recuerda.
“Para la quema de los gases hicimos mejoras en los eyectores. Solución favorable para el entorno y para la población, sin dudas, entre los principales censores de la empresa. Ese ejemplo demuestra que el centro mantiene la política de incrementar las producciones sin descuidar el medio ambiente”.
En la industria petrolera se obtienen productos finales con múltiples usos en otros renglones de la economía cubana: aceites para transformadores eléctricos, nafta, diésel y fueloil, lo que revela la creatividad de administrativos, técnico, obreros”, destaca el avezado tornero.
Con la nobleza que trasluce su conversación serena, Reinaldo Prida testifica que “para todos los trabajadores significa mucho que la refinería siga funcionando. Los innovadores tenemos un sello de valentía: enfrentar cualquier rotura y devolver la funcionalidad”.