Hay instituciones que no existen para caerle bien a nadie, es cierto. Una de esas que no pocas veces aparece hasta en los programas humorísticos de la televisión como la mala de la película es la Oficina Nacional de Administración Tributaria, cuyas siglas Onat son tan conocidas y se usa y abusa de ellas hasta cuando no le toca.
Olvidan sus detractores, sin embargo, que la razón social de esa organización, que este 29 de junio estará celebrando su aniversario 27 de creada, es de las más nobles en materia económica, pues con los recursos financieros que recauda se sufragan los ingresos del Presupuesto del Estado, del cual toda la ciudadanía es beneficiaria directa en múltiples conceptos.
Por eso a quienes trabajan en la Onat tal vez no les importe mucho que les feliciten o agasajen, pues el mejor regalo que se les pudiera hacer es pagar en tiempo y forma los impuestos, tasas y contribuciones que establece el sistema tributario cubano.
Y no lo decimos como algo simbólico ni metafórico. Las condiciones excepcionalmente difíciles de los últimos dos años como consecuencia del enfrentamiento a la Covid-19 también tuvieron un impacto negativo en la gestión y el control fiscal en el país.
Cambios de fechas en el vencimiento de las obligaciones, exenciones o moratorias en el pago de impuestos como consecuencia de las cuarentenas o la suspensión de actividades económicas, dificultades para la atención presencial de los contribuyentes, fueron múltiples las medidas que debió tomar la Onat para atemperar su actuación en tan complejas circunstancias.
A partir del progresivo control de la pandemia y el consecuente inicio de la reanimación gradual de la economía, también las autoridades fiscales comenzaron a poner orden en el cumplimiento de los tributos, una obligación que nunca resulta simpática.
Tomar conciencia de esa vuelta a la normalidad en la disciplina fiscal es importante para quienes contribuyen al fisco, porque ya los mangos bajitos se acabaron, y la Onat tiene el deber de exigirlo.
El pago de los tributos en tiempo y forma no es un favor, es una obligación de cada contribuyente. Y existen disposiciones legales que respaldan tal exigencia, con medidas de diferente gravedad.
Al concluir el primer semestre, la Onat ha vuelto a alertar de que “ejecutará un programa de acciones para enfrentar los incumplimientos y captar todos los recursos que deben ingresar al Presupuesto Estatal”.
Las medidas a partir de junio incluirán actuaciones ante los incumplimientos de las personan naturales y de las entidades, porque los problemas no son solo de las primeras.
Como pocas entidades públicas, la Onat destaca por su presencia en los medios tradicionales y emergentes de comunicación. Pero también debe existir una preocupación individual del contribuyente por buscar la información que le permita cumplir con la ley, cuyo desconocimiento, es sabido, no exime de hacerlo.
La apuesta, por supuesto, es a educar. La Onat cumple 27 años, y sus trabajadores no quieren tanto que les feliciten ni los agasajen, sino que cada quien pague lo que le toca, y que —como se dice popularmente— nadie, por incumplir con el fisco, se le regale.
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La onat por supuesto es necesaria y hasta, yo diría, un guardián de los impuestos y contribuciones, sin embargo no es serio que utd se venga a enterar de obligaciones tributarias que debió pagar y no lo ha hecho, por la causal que sea, a los dos años. Creo que debe ser obligación de la onat, en primer término capacitar a los nuevos actores económicos, fundamentalmente los TCP, y después exigir lo que le corresponde.