De cuando en cuando encontramos una botella de miel de abejas “por la izquierda”, pero la situación de los apicultores es diferente de aquella que vivían antes del 2012, que los obligaba a vender “por fuera” un tercio de la producción para obtener ganancias y comprar los insumos, me contaron los hermanos Fundora, de Matanzas.
Algunos estudios revelaron entonces, que entre mil y mil 500 toneladas (t) se desviaban al mercado informal cada año, mientras el plan se incumplió los siete años anteriores. En octubre del 2011, entraron en vigor precios resbalantes, según se vendía la miel en el mercado internacional y por calidades.
Entre noviembre y diciembre siguientes hubo una explosión en la entrega, y el plan se sobrecumplió en casi mil toneladas. Desde ese momento, el acopio de miel de abejas fue creciendo, excepto en el 2017, que bajó de las 6 mil 696, pero el año antes y en el 2019 se pegó al récord que era de 10 mil 527 toneladas.
Las reservas están en la colmena
“Lo que nos ha motivado a trabajar más es el precio”, aseguró Pedro Luis Piloto Sena, un apicultor-científico, extensionista, experto criador de abejas reinas que pasa el tiempo curioseando el constante laboreo de las abejas. Admite que la apícola no es la empresa más afectada por financiamientos, insumos y tecnologías en el sector, lo que garantiza estabilidad en la producción.
No incluye a la ciencia, porque en ella ve la cotidianidad de su labor. El Centro Genético de crianza de abejas reinas El Kanon le da más satisfacciones que las demás labores; junto a la familia mantiene las colmenas que les aportan unas 10 toneladas de miel cada año.
Logra alrededor de dos mil 500 reinas (base de la producción), que usan para reemplazo de sus propias colmenas y vender al resto de los apicultores de San Cristóbal. Son insuficientes, dice, hay mucha demanda, porque los mejores, los más productivos las cambian cada seis meses, no esperan al año.
Las reinas de su centro están certificadas, y las innovaciones realizadas en beneficio de ese proceso tecnológico o en equipos para la extracción de miel y otros, no las patenta para no quitarle tiempo a sus muchas labores con las abejas.
Sin embargo, Yosvany Collazo, director de la UEB Apícola Artemisa, reconoce que desde que le aumentaron el precio a la miel, muchos productores abandonaron otras faenas para entregarse por completo a la apicultura. “Nuestra miel tiene muy buena calidad, está libre de antibióticos y recibe un alto precio”.
Raidel Hernández Pérez, de la UBPC Apícola Artemisa comentó que la vida del apicultor es abnegada, sobre todo a la hora de la trashumancia (traslado de colmenas a lugares floridos), lo que hacen varias veces al año en busca de las mejores floraciones: aguinaldo morado, campanilla, bejuco leñatero, patabán, mangle; casi el 70 % la acopian en los lugares donde hay romerillo.
Y aumentó igualmente, el interés por la extracción de los demás productos de la colmena: polen, cera, jalea, propóleos, que son bien cotizados y el futuro de la apicultura, la reserva productiva, de surtidos de mucha demanda en la industria y mercados nacionales.
Crear valores
La industrialización y las mezclas de los productos de la colmena son una suerte para la apicultura; al completar las tres plantas de beneficio del país (en oriente, el centro y occidente) se garantizan la filtración y homogenización de la miel, que aseguran mejor calidad.
Rigoberto Velázquez, director de la Planta de Occidente, que tiene una capacidad para procesar 21,6 t diarias, dijo que en los meses de agosto y septiembre hay menos producción, pero de octubre a marzo crece el acopio y se ponen en tensión las cadenas productivas.
“Llevamos dos años trabajando con mucha tensión debido a la Covid-19; varios compañeros se contagiaron, dos tercios de los obreros no estaban en la planta, hubo que laborar a distancia, extender los horarios, hacer malabares para no detener el proceso.
“El año pasado procesamos 4 mil 663 t de miel, las que teníamos previstas y más de mil 300 que llegaron desde el centro, porque la planta de beneficio de Sancti Spíritus entró en reparación y mantenimiento en el último trimestre; la mayor parte se destinó a la exportación. Aun así, el centro con 30 trabajadores, obtuvo la bandera de Proeza Laboral y la categoría de Vanguardia Nacional”.
La planta de Envasado, de La Habana ratificó por cuarto año consecutivo la condición de Vanguardia Nacional con los mismos retos que impuso la pandemia; en siete formatos, procesó alrededor del 10 % de las mieles, que se destinaron al consumo del turismo, cadenas de tiendas y la exportación.
Lázaro Gil Font, director de la entidad ponderó los beneficios de los encadenamientos para la producción de biofármacos, cremas cosméticas, gel antibacterial con propóleos, y anunció que trabajan en la creación de barras energéticas de ajonjolí con miel de abejas. Tanto como las plantas de beneficio, que tienen limitaciones por la carencia de tanques de calidad para dosificar la miel, la tecnología en la de envasado está golpeada por la carencia de repuestos y la obsolescencia de la dosificadora.
Replantearse una estrategia
“Hace unos años veníamos observando las potencialidades, las reservas de la entidad y nos replanteamos la estrategia, respetando lo que estaba bien concebido, ya que muchos factores repercuten en la producción que ha venido creciendo hasta implantar un nuevo récord: 10 mil 696 toneladas, en el 2021”, afirmó Bruno García Castro, director general de la Empresa Apícola Cubana (Apicuba).
“La producción ha crecido sin saltos y cuando hay baches, son por los ciclones o la intensa sequía; esto en Cuba no va a cambiar y el clima es fundamental para la apicultura: cuando pasa un evento meteorológico el alimento de la abeja queda muy deteriorado, por eso planteamos el crecimiento no solo con el rendimiento por colmena (48 kilogramos en 2021).
“Si aspiramos a obtener 10 mil o 15 mil t de miel (tope de las potencialidades) hay que tener más colmenas: 25 mil más que las 230 mil actuales y seguir optimizando la crianza de abejas reinas.
“¿Qué intervino en esos resultados? El incremento del precio de la miel, un experimento que se hizo en esta actividad: se multiplicaron 17 veces, y motivó a la gente, entraron muchos jóvenes y se rejuvenecieron las bases productivas, que tradicionalmente son de familias”, argumentó Bruno.
“Con la Tarea Ordenamiento los precios de la miel se incrementaron a 38 mil pesos la tonelada; a cada apicultor se le abrió una cuenta en mlc y por cada t entregada se le depositan 600 mlc para el desarrollo, comprar insumos o artículos para su casa.
“Eso demostró que lo trascendente no es un récord; en el 2021 hubo un grupo de récords: en las producciones de miel, polen, cera, propóleos, jalea real, abejas reinas, miel ecológica, envasado y las exportaciones.
Sembrar con-ciencia
Bruno García Castro, un hombre emprendedor y exitoso, que ha demostrado su estirpe de líder, no obvia detalles que hacen grande los resultados de las empresas bajo su administración: “la ciencia y la innovación son inherentes al éxito. En la apicultura se confirman con el programa genético: sin reinas no hay miel, y si son de calidad rinden más.
“Hay que mejorar la genética y lograr suficientes reinas para cambiarlas cuando no sean productivas. El pasado año alcanzamos la mayor cantidad; se venía creciendo, no hay saltos sino escalonamiento, se han creado las condiciones en los centros de cría y capacitado a los productores, y debemos estar preparados, porque todos los años no vamos a tener récords”.
Otra de sus virtudes es mirar a su empresa con los colores del arcoiris; no todo es color rosa, hay blanco-oscuros, grises, verdes, azules… “El 2021 empezó muy malo desde el punto de vista climatológico, tres provincias (Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín) y la Isla de la Juventud no cumplieron sus planes, como tampoco lo hizo el 48 % de los productores.
“Esas son potencialidades con las que debemos seguir trabajando, junto a los programas que desarrollamos con el Centro de Investigaciones Apícolas, el genético, la certificación de los centros de abejas reinas, que garantizan una buena colmena, la inyección que representa la entrada de fuerza de trabajo joven y estimulada.
“La apicultura tiene escaseces como tienen todos los lugares, pero no ha sido de las peores; a ella se une la implementación de la 63 medidas, algunas de las cuales favorecen a la entidad: empezamos a retener liquidez y adquirir más recursos que otros años, porque tenemos la fuente financiera que está en la exportación de la miel”.
Y Bruno habla de la capacitación y las motivaciones: “generalmente los apicultores no eran propietarios de tierras; eran agricultores pero se les limitaba, por ejemplo: no tenían derecho a comprar un tractor, ni a la jubilación (una queja constante), no se asociaban a una base productiva.
“Con las 63 medidas se crea la figura de productor agropecuario, que no tiene que poseer tierras, pero se le garantiza la seguridad social a él y a su familia.
“Ahora se pueden vincular con la forma productiva que quieran, la mayoría ha venido para la empresa o las UEB, para acercarse más al eslabón principal; esa es otra motivación. Fue un año difícil como van a hacer todos.
“La apicultura depende de tantas cosas: en el presente afecta la situación del combustible y el bloqueo de Estados Unidos, que es permanente. Hay déficit de tanques, adquirimos la divisa para eso, pero no entran, y hay limitantes con la llegada de la chapa; es un problema logístico, luego faltó la pintura, faltan camiones porque no hay combustible.
“Aun así la próxima meta son las 15 mil toneladas. Tenemos el mercado y continuaremos perfeccionando los procesos tecnológicos, porque la mayoría de la miel se comercializa a granel, pero hay que guapear por venderla envasada, que es otra reserva. El año pasado nuestras entidades conquistaron tres hazañas laborales y siete vanguardias nacionales, ¡eso da miel!
“Los resultados se han venido moldeando, acompañados de eventos colaterales que no son miel, pero te dan reconocimiento, sentido de pertenencia, entusiasmo con los que el corazón trabaja más acelerado”.