En los más diversos lugares de la Tierra se ha conmemorado este 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente. La fecha marca el momento del año 1972 en que la comunidad internacional, convocada por la ONU, realizó la Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano, evento que marcó una nueva y superior etapa de cooperación dirigida a favorecer las condiciones naturales de vida en nuestro planeta.
Desde entonces se han multiplicado los eventos mundiales, regionales y nacionales que, organizados por entidades especializadas e intersectoriales, han analizado los factores que inciden sobre la problemática medioambiental. Tales encuentros han adoptado —o sugerido—, la ejecución de programas destinados a preservar adecuadamente los diferentes ecosistemas.
Transcurridos 50 años, y a pesar de algunos resultados positivos, la situación del medio ambiente ha continuado agravándose en todo el orbe, al punto de encontrarnos en un escenario que los expertos califican como una triple crisis planetaria: el cambio climático, la contaminación y la pérdida de naturaleza y biodiversidad.
A modo de ejemplo señalaremos que, según estudios científicos avalados por la ONU, los gases de efecto invernadero (GEI, generados por la quema de combustibles fósiles) incrementan sistemáticamente la temperatura global. Para evitar una catástrofe climática, el mundo debe reducir a la mitad las emisiones anuales de los GEI de aquí al 2030 y alcanzar el nivel cero neto en el año 2050.
Más calor implica el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos (como tormentas y sequías) y los desastres naturales, además de agravar la escasez de agua y alimentos, y otros impactos.
Las actividades humanas han modificado el 77 % de la superficie terrestre (excluyendo la Antártida) y el 87 % del océano; más de 2 mil millones de hectáreas de tierra están degradadas. Cada año se vierten al océano 11 millones de toneladas de plásticos y se producen 50 millones de toneladas de residuos electrónicos.
Más de 3 mil millones de personas son afectadas por la degradación de los ecosistemas; y la contaminación ambiental causa la muerte prematura de unos 9 millones anualmente, además de múltiples enfermedades. Un millón de especies de la rica biodiversidad de animales y plantas se enfrenta a la extinción, afirman los expertos.
La comunidad científica coincide en señalar que tan nefasto panorama tiene su origen en actividades realizadas por la especie humana; que la Tierra se encuentra en estado de emergencia y tiende a empeorar; y que es indispensable, y posible, adoptar medidas efectivas urgentes para enfrentar estas amenazas, cuyos efectos padecen, principalmente, los menos responsables: los países de menor desarrollo.
Encuestas realizadas durante los últimos años a nivel internacional coinciden en identificar los trastornos medioambientales que padece el planeta como la principal preocupación de la población mundial.
Ante esta grave problemática, y la necesidad de acciones adecuadas, cada día cobran mayor vigencia las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro durante su discurso en la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo, realizada en el año 1992, cuando formuló aquella severa advertencia: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”.
En esa ocasión, también denunció a las sociedades de consumo como responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente, al tiempo que convocó a la aplicación de un orden económico internacional justo y a hacer más racional la vida humana. “Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”, sentenció hace ya tres décadas el máximo líder de la Revolución Cubana.
La humanidad todavía aguarda por el accionar de los grandes responsables de esta crisis, que son también los que tienen mayor capacidad para enfrentarla. Ellos debieran mostrar la resuelta voluntad que reclamamos todos pues el tiempo disponible para una acción efectiva en aras de preservar nuestra casa común es, lamentablemente, cada día menor.