La unidad empresarial de base (UEB) Suchel-Jovel trasciende en el sector empresarial de la provincia de Matanzas por poseer un aroma especial, un perfume elaborado a base de intentar ser un auténtico ejemplo de empresa estatal socialista.
Ese deseo de triunfo ya fue avalado este año con la categoría superior de Vanguardia Nacional, el más alto estímulo emulativo concedido por la Central de Trabajadores de Cuba a colectivos con desempeños sobresalientes en lo económico y sindical.
La industria encargada de producir todo el detergente líquido distribuido en las bodegas cubanas y también buena parte del jabón de tocador, incursiona con acierto en la aplicación de medidas aprobadas por el Estado cubano para perfeccionar las empresas.
Sin embargo, la UEB dirigida por Raúl Méndez González sabe que la buena atención a los trabajadores asegura el éxito de cualquier organización. “Nuestra gente es la responsable de cualquier resultado. Por eso nos esmeramos en atenderlos como es”, ha dicho el director general.
En esa postura de reconocimiento al rol de la fuerza laboral se inscribe la producción de alimentos, alternativa que alivia las partidas de gastos por concepto de compra de productos para el comedor, entre otras ventajas, reconoce Méndez.
Muy cerquita del edificio socio-administrativo de la Suchel-Jovel, Juan Carlos Domínguez Finalé se siente complacido. Después de acariciar las lechugas, a mi pedido de entrevista, se incorpora, se quita la gorra y deja ver las gotas de sudor sobre su frente.
“Eso tiene el trabajo aquí. El sol es inclemente”, dice, pero no es para nada un lamento, es solo eso, un poco de incomodidad, nada comparado con los beneficios del huerto intensivo y organopónico a su cargo.
“Se agradece muchísimo no solo la variedad de hortalizas para las ensaladas y mejorar el menú del comedor obrero, sino también la frescura con la que llegan las viandas y vegetales a la mesa”, asegura orondo Domínguez Finalé.
“Me siento muy bien produciendo para el colectivo. Todo es muy orgánico, sin químicos, lo cual también protege la salud. Recurrimos a materias orgánicas para garantizar la calidad de los frutos y de los suelos”.
Ajo porro, lechuga, acelga, habichuela, pepino, quimbombó, calabaza, boniato y otros cultivos también se desarrollan con el apoyo de los empleados de Suchel-Jovel, que allí respaldan realizando labores productivas voluntarias.
En esta alternativa sostenible, que supone una oferta de productos de excelente calidad, tuvo también la UEB una ganancia extra con la adquisición de un trabajador como Juan Carlos Domínguez Finalé, el ingeniero agrónomo que encontró en la industria una oferta de empleo para reubicarse por el parón que supuso la Covid-19 para la industria de ocio mundial.
En un hotel del grupo empresarial Gaviota laboraba al momento de cerrarse las operaciones comerciales. Entonces, él mismo gestionó su reubicación. Para su suerte, Suchel-Jovel le abrió las puertas. “Vi la ventaja de trabajar en lo que estudié, de ahorrar en transporte por estar cerca de mi casa, pues soy de aquí, de Jovellanos”.
En esa relación de costos y beneficios, las últimas variables triunfaron. Después de 12 años en el sector turístico, Domínguez Finalé decidió ponerle fin a su tiempo en Varadero, instalarse en el campo, un gesto que le agradecen sus compañeros de Suchel-Jovel, y habitantes de la comunidad, también favorecidos.
Juan Calos asegura sentirse feliz por ser parte de unos de los colectivos que más evoca los deseos de Matanzas de prosperar en todos los ámbitos de la creación de bienes y de servicios.
Y eso es cierto, como ya escribí una vez, Suchel-Jovel sigue ganando notoriedad por su particular manera de entender la empresa de nuevo tipo, esa que necesitada el país.