Se ha dicho muchas veces en estas páginas: la Feria Internacional Cubadisco es expresión de la confianza en la buena salud de la discografía cubana, que insiste y resiste en el panorama de un mercado particularmente demandante.
La actual edición ha premiado discos de excelente factura y altísimo vuelo. Puede que haya polémica —siempre la habrá cuando se otorgan premios en el arte—, pero las producciones discográficas galardonadas, y también todas las nominadas, resumen en buena medida la calidad de un ejercicio profesional que tiene en Cuba una importante tradición.
Y el pilar de esa tradición no es precisamente el entramado técnico, comercial y promocional (que es importante, que tiene muchos desafíos), sino la extraordinaria producción musical en Cuba, el caudal creativo que se concreta en obras de todos los géneros y de excelente calidad. No en vano la música sigue siendo carta de presentación y embajadora universal de nuestra cultura.
Ciertamente, en Cubadisco siempre hay géneros mejor representados, mientras que otros no alcanzan su potencial. Tiene que ver con las demandas de un mercado que aquí tiene singularidades, y con la proyección internacional de ese mercado. Los discos cubanos que han alcanzado notables galardones en los principales circuitos del mundo han sido sobre todo de música tradicional bailable. Y eso hay que entenderlo como el premio a una calidad, el reconocimiento a un acervo: la celebración de los aportes de las sonoridades nuestras al concierto universal.
Pero —también lo hemos escrito más de una vez en este semanario— en Cuba se hace música de todo tipo. Y la discografía cubre en buena medida el espectro todo. Por eso se puede celebrar una feria como Cubadisco, por eso se pueden entregar premios en tantas categorías.
Los desafíos son los de las últimas décadas: hay problemas no resueltos asociados a la comercialización, hay retos tecnológicos, es necesario explorar alternativas de promoción y socialización, hay que atender jerarquías y proteger expresiones puntuales.
Pero la música está salvada, en buena medida, gracias a sus soportes. El disco seguirá siendo plataforma privilegiada. La revolución tecnológica siempre planteará renovaciones necesarias. El caudal musical está garantizado.
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El disco Será que se acabó, del trompetista y vocalista Alexander Abreu y Havana D’ Primera, recibió el Gran Premio Cubadisco 2022. La coproducción entre los estudios de Producciones Abdala y la compañía española Páfata mereció otros dos lauros en los apartados de Música Bailable y Diseño de Sonido, al reunir una veintena de éxitos musicales de las décadas de los años ochenta y noventa. Es significativo el premio, pues en este registro la orquesta rescató temas insignes del son y la salsa en Cuba como Échale limón, Más rollo que película, Mi Salsa, Tú no me calculas, Una aventura loca y El baile del buey cansao.
En Será que se acabó participan importantes músicos cubanos: Elito Revé, Manolito Simonet, Samuel Formell, César Pupy Pedroso, Maykel Blanco y Alain Pérez. Están también Giraldo Piloto, Leonel Limonta y Lázaro Valdés, y los Premios Nacionales de Música, Adalberto Álvarez y José Luis Cortés, recientemente fallecidos.
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