Teatro El Público celebra este viernes sus tres décadas de existencia. Ha sido la compañía de centenares de actores, técnicos, dramaturgos, diseñadores… Y, sobre todo, la compañía de uno de los más entusiastas, fieles, diversos auditorios de la escena nacional. No es casual el nombre de la agrupación, tomado de la obra de Federico García Lorca que Carlos montara con tanto éxito. Teatro El Público honra el vínculo sagrado de los artistas con sus espectadores. La condición esencial del teatro: la comunicación imprescindible.
Treinta años, se dice rápido, pero son decenas de puestas en el escenario de la capitalina sala Trianón, y en muchos escenarios del mundo. Son promociones consecutivas de la Escuela Nacional de Teatro, porque El Público es unidad docente de esa institución.
Son horas, muchas horas de escritura de importantes dramaturgos cubanos, que han estado muy cerca de la compañía. Y es el trabajo incansable de Carlos Díaz y sus colaboradores con los textos de algunos de los más importantes autores en el mundo. Porque eso ha caracterizado a la agrupación: ha sido plataforma para la socialización del mejor teatro universal.
Y siempre con la impronta inconfundible de un estilo, de una estética que se abre en abanico maravilloso de posiblidades, de implicaciones. Teatro El Público es el gran espectáculo… y ha sido también, puntualmente, expresión minimalista. Ha sido la comedia, la farsa, la tragedia… ha sido esa desdramatización juguetona que puede divertir o puede epatar. Teatro El Público ha pulsado cuerdas sensibles del contexto nacional, con la legitimitad y la contundencia del buen arte. El Público ha sido epicentro de polémicas, espacio para el intercambio. Ha sido la casa. Pero no hay que hablar tanto en pasado. Teatro El Público es, será. Imposible enumerar a todos los que han contribuido a la concreción de este sueño inmenso. Habría que resumirlos en este hombre, que es el puntal, el duende, el padre. Carlos Díaz es El Público. Y el Público somos todos.