La celebración por estos días de la Feria Internacional de Turismo en el balneario de Varadero vuelve la mirada hacia un sector vital para la economía cubana luego del negativo impacto que representó la Covid-19 para su funcionamiento.
La llamada industria del ocio padeció como pocas, y aún lo hace, los efectos de una pandemia que restringió el movimiento de personas en todo el mundo, y Cuba no fue la excepción al tener que tomar medidas para proteger nuestras fronteras del contagioso virus.
La inmunización masiva con nuestras propias vacunas y el control progresivo de la enfermedad permite que podamos plantearnos otra vez el impulso de la actividad turística, por su importancia para la entrada de divisas frescas al país.
No obstante, es lógico que la recuperación del turismo no será un proceso repentino, sino gradual, para el cual Cuba se ha preparado durante estos dos años de declive en la llegada de visitantes internacionales.
Los procesos inversionistas en la construcción y reparación de instalaciones continuaron a pesar de las limitaciones que nos impusieron la Covid-19 y el recrudecimiento del bloqueo del gobierno de los Estados Unidos, en una mirada previsora que debe facilitar la reactivación del sector.
Por supuesto, el turismo que vendrá en lo adelante tiene también la tarea de superar viejos problemas que incluso en sus mejores momentos no estuvieron resueltos, como el de conseguir un mayor encadenamiento con las industrias proveedoras de alimentos e insumos, así como la excelencia no siempre presente en la calidad de los servicios.
Para nadie es un secreto que todavía hay muchos insumos para las instalaciones hoteleras y extra hoteleras que el país las debe importar, por las insuficiencias de la industria y la agricultura nacionales.
La entrada en el ruedo de nuevos actores económicos podría ser entonces un factor que contribuyera a la estabilidad y crecimiento gradual del nuevo turismo post-covid que se nos avecina.
Esta rama dinamizadora de la economía también requerirá fomentar fórmulas más variadas para financiar procesos productivos y de servicios que tributen a su eficiencia y a la calidad de los servicios que brinda.
Una posible alternativa podría ser la creación de mecanismos de financiación a partir de los propios ingresos turísticos que permitan inversiones directas en los proveedores de materias primas y otras necesidades de ese mercado, sin olvidar las potencialidades de las nacientes, micro, pequeñas y medianas empresas o mipymes.
Las nuevas tendencias turísticas quizás lleven igualmente a una relación más saludable con el entorno, tema que está en el centro del debate este año en la Feria de Varadero.
Porque es sabido que las riquezas de nuestro archipiélago en materia de atractivos naturales, culturales e históricos dista mucho de ser todavía lo suficientemente explotadas, sobre todo por las limitaciones para concebir alrededor de ellas un producto turístico que permita su eficaz comercialización.
Estamos ante la oportunidad de no solo relanzar y ampliar la actividad turística, sino de hacerlo mejor que antes, con un turismo vacunado contra todo tipo de males.