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Cargando...Recorrer la Plaza de la Revolución Mayor General Calixto García antes de que rompa el desfile es tan emocionante como el momento mismo en el que el río de pueblo pasa frente a la tribuna.
Si se va con calma por entre los trabajadores, cuando el sol es tímido aún en el horizonte, los ojos se deleitan con el mosaico de imágenes que la cámara, aunque quiera, no puede abarcar.
Antes del desfile se disfrutan oportunidades como la de encontrarse con Iraín López Martínez, jubilado de la industria alimentaria, que a sus 76 años y a pesar de haber sido paciente de oncología, sostiene fuerte un cartel con los rostros de Fidel y Raúl mientras indaga sobre la posición de su sindicato para sumar sus fuerzas al desfile proletario.
La mirada se recrea entre tanto colorido y se posa, indistintamente, en la pareja feliz que viste de rojo y lleva a su retoño cargada; en el joven con casco verde, que sujeta una pancarta en la que resalta: «Revolución es construir»; o en los jóvenes estudiantes de Medicina que buscan la manera de que sus largas pancartas se coloquen perfectas al frente del Sindicato de la Salud.
Entre la multitud hay un artista que empina, bien alto, la enseña nacional. Mientras se acomodan los bloques, suena una conga, una familia se hace un selfie… y de pronto suena el Himno Nacional.
Poco después irrumpe el desfile, este desfile del 2022, que tras dos duros años de pandemia llega como una inmensa poesía hecha de gente, que a pesar de todas las carencias y obstáculos, bailan, cantan y ríen porque se saben vivas y trabajadoras.
