Una de las señales más emotivas en este proceso gradual de recuperación tras dos duros años de pandemia de Covid-19 es sin dudas la realización de la Feria Internacional del Libro en su edición 30.
La imposibilidad de realizarla con anterioridad fue un duro golpe no solo por la magnitud profesional que siempre tiene este suceso cultural, sino por lo que tales fiestas literarias representan para nuestro pueblo en materia de espiritualidad y sana recreación.
El regreso de la cita del Libro y la Literatura ocurre además con nuevas concepciones organizativas, que buscan continuar la tendencia a descentralizar sus espacios de venta y presentaciones profesionales, ahora con más razón, en atención al nuevo panorama epidemiológico y también a restricciones de recursos de diversa índole, incluyendo las limitaciones de transporte.
Porque no han sido tiempos fáciles en materia económica tampoco, así que el esfuerzo por editar nuevos títulos en tales circunstancias, supone un reconocimiento gubernamental explícito a la gran importancia que también tiene la cultura para la resistencia y el desarrollo del país.
Las imprentas y poligráficos, las editoriales y los autores, las instituciones y el público, todo el mundo ha puesto de su parte para que la Feria vuelva, y lo haga de una manera digna.
No es posible dejar de mencionar la significación de que sea México el país al cual se dedica este encuentro, nación hermana que nos ha acompañado especialmente en estos tiempos difíciles recientes, con muestras de solidaridad material y moral que nunca olvidaremos.
Claro que siempre hay aspectos a mejorar, y más cuando se trata de un evento que trasciende al ámbito del Libro y la Literatura. Las propias dificultades económicas de hoy hacen mucho más difíciles las condiciones en que labora el personal en esta edición de la Feria, y el acceso del público a sus diferentes opciones.
Los precios, bueno, ya se sabe todos los contrastes y paradojas que encierran por estos tiempos, y no solo en cuestiones del libro. Así que posiblemente llevará trabajo reajustar costos y tarifas en ofertas donde no siempre el valor de una mercancía lo define el gasto de materiales.
Pero lo importante es que otra vez tenemos la Feria, con sus gratificaciones y defectos, sus sorpresas y reencuentros, su aventura y su poesía. Ya vendrán nuevas y mejores ediciones, estoy seguro, pero esta quedará en la memoria como la página recobrada del Libro y la Literatura.