Rodeado de amigos, compañeros y admiradores de su obra, Julio Travieso Serrano recibió este sábado el Premio Nacional de Literatura en la sala Guillén de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña. Fue uno de los momentos más significativos de las primeras jornadas de la XXX Feria Internacional del Libro, una cita que rinde tributo a notables intelectuales cubanos, recuerda aniversarios cerrados de la cultura y reconoce el acervo inmenso de la literatura hecha en México, pues ese país es el invitado de honor de esta edición.
Al recibir el Premio, Travieso expresó que “es el más honroso de los galardones que me han concedido y, sin duda, el más importante en Cuba en el espinoso, pero fértil campo donde sembramos nuestras obras”.
Si el campo donde ha sembrado ha sido espinoso, lo sabrá sobre todo él (la literatura es siempre lidia entre lo soñado y lo concreto): pero sus lectores saben que fértil sí ha sido… y mucho.
Julio Travieso es autor de una valiosa obra narrativa que se ha caracterizado —como reconoció el jurado que le otorgó el Premio— por el rigor de su prosa, donde esplenden el lenguaje, la imaginación y una estructura sólida.
Sobre los valores de esa producción se habló en la ceremonia: su manejo del idioma puede instaurar un referente para los más jóvenes escritores y será siempre regocijo de sus lectores.
Basta una entre sus novelas para ubicarlo en un lugar de privilegio en la literatura cubana del último medio siglo: El polvo y el oro, a disposición del público en la Feria. Trata sobre una familia que deviene singular resumen de la historia de la nación. Porque a Travieso le ha interesado siempre resaltar el componente esencialmente familiar del itinerario de los pueblos: las gestas, con sus luces y sombras, las protagonizan los hombres, y cada hombre es su estirpe.
La crítica ha destacado la contundencia formal de la novela, articulada a partir de las peripecias de seis generaciones de miembros de la familia Valle. El relato comienza en la colonia y termina en los primeros años de la Revolución triunfante.
Se explicitan varias contraposiciones: entre colores de la piel, condiciones sociales, posicionamientos políticos, realizaciones personales… Todo se plantea desde una variedad de voces que remarca la coralidad y la polirritmia.
Con El polvo y el oro Travieso se instaló en ciertos cánones de la literatura insular. La suya es una novela río, que se realiza en la pasión por narrar. En la encrucijada de los tiempos la familia Valle traza una línea perfectamente identificable, pletórica de meandros: es la metáfora múltiple de un país.
Los caminos del economista
Al cierre de esta edición José Luis Rodríguez García recibía el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2021. Algunos se extrañaron al conocer la decisión de premiar a un economista, asumiendo (no sin prejuicios) que esa disciplina nada tiene que ver con la creación literaria. Pero el aporte de Rodríguez, evidente en sus muchos libros, ha sido significativo en el desafío de comprender las implicaciones fundamentales de la economía en las dinámicas sociales, en el desarrollo integral y en el propio entramado de la cultura.
El galardón pudiera ser asumido también como un llamado de atención sobre la importancia de los estudios económicos en la permanente renovación del cuerpo teórico de las Humanidades en Cuba.