El comercio electrónico en Cuba iba por un camino pacífico y relativamente lento, cuando la COVID-19 y la necesidad del aislamiento físico en las peores etapas de la pandemia lo pusieron en el centro de la atención pública, para bien y para mal.
Como esas frutas por ahí que maduran con carburo, las tiendas virtuales hubo que acelerarlas en los momentos quizás cuando menos condiciones existían, en materia de abastecimientos, en presiones elevadas desde la demanda y sin toda la experiencia organizativa ni tecnológica para garantizar su funcionamiento.
Pero aún en esas difíciles circunstancias, arrancaron o se ampliaron numerosos proyectos de ese tipo en prácticamente todos los territorios del país.
No solo ha sido una vía para la comercialización de las empresas estatales, sino que también se sumaron múltiples emprendimientos particulares a pequeña o mediana escala, con mayor o menor legalidad.
Lo cierto es que ya prendió entre una parte de la población esa práctica de adquirir bienes y servicios por vía digital, y en consecuencia las entidades que respondan con mayor rapidez y eficacia a esa necesidad, tendrán mayores posibilidades de consolidarse en esa modalidad.
La demanda existe, y como en el comercio físico, también excede a las ofertas existentes, con la particularidad de que el comercio electrónico requiere también cautivar a la ciudadanía con una estrategia comunicacional bien diseñada, que les permita a sus clientes no solo comprar, sino también elevar sus destrezas informáticas.
Por supuesto, las precarias condiciones financieras del país que obligan a las empresas a diseñar una parte no despreciable de su comercio en moneda libremente convertible, constituye un hándicap o desventaja que también tiene su impacto en la modalidad de tiendas virtuales.
Conozco de entidades con iniciativas interesantes en materia de venta por internet, que prefieren incluso no desatar todo su potencial de mercadeo o publicidad, por lo difícil que resulta encarar esta limitante de la venta solo en divisas duras.
Pero a la larga el comercio electrónico continuará su ascenso, y cada vez son más las entidades que apuestan por esa opción, que requiere además fortalecer los encadenamientos productivos en otra dimensión no menos importante: el vínculo entre productores y suministradores, con las plataformas tecnológicas propias o de terceros, que se especializan en esta forma de venta por la vía digital.
Las frecuentes quejas y críticas a las tiendas virtuales más conocidas por parte de la cliente
Importantes avances pero queda mucho por hacer y reservas por explotar para estar a tono con el desarrollo de la informatización a nivel internacional. Las plataformas de comercio electrónico funcionan muy mal, fundamentalmente TuEnvio, a lo que se suma malos manejos de la misma por los administradores, bloqueando indiscriminadamente el acceso a la plataforma, privilegiando solo a los acaparadores. Nadie vela y poner orden a esto. También Etecsa debe brindar ofertas asequibles a sectores de menores ingresos, tanto en lo referido a los paquetes para navegación con 3G, como ofertar móviles de gama baja en moneda nacional a precios asequibles. Queda mucho por perfeccionar y desarrollar en aras de un mayor desarrollo y acceso a las tecnologías.
Uno de los desafíos es hacer eficaz y transparente el comercio electrónico en el país, que se está prestando para ilegalidades por parte de algunos operadores. Por ejemplo es inmenso el descontrol en las tiendas y las irregularidades de todo tipo con el manejo de la plataforma TuEnvio por parte de Datacimex y cadenas asociadas, con pérdidas de combos, violaciones de las horarios, restricción o bloqueo arbitrario de los accesos al sitio a clientes, con sus páginas «congeladas» o sospechosos bloqueos o cambios de red, bloqueos que no precisamente aplica a los acaparadores. Para colmo casi nunca dan respuesta a las reclamaciones y cuando lo hacen no solucionan el problema. Ninguna autoridad ha tomado cartas en el asunto a pesar del reclamo popular.