Ledys Frank Balceiro recuerda que era un muchacho normal, que pasaba las vacaciones en la costa con sus abuelos. De esos contactos frecuentes vino la pasión por el mar.
A sus casi 47 años, todavía la vida lo amarra a la inmensidad del agua, porque el azar así lo quiso cuando era apenas un muchachito.
Un día, mientras paseaba con su madre por uno de los tantos puentes de Matanzas, numerosos botes le llamaron la atención. La decisión no se hizo esperar. Él quería remar en uno de esos.
Así empezó todo, en la base náutica de la desembocadura del río San Juan.
Muchos lo recuerdan como aquel «pelú» con pañuelo en la frente subcampeón olímpico y campeón mundial en canotaje, pero pocos saben de los sacrificios y los malos momentos que sobrepasó para poder mantenerse a flote. De no haber sido así, quizás hoy no estaríamos contando su historia, esa que, en ocasiones, pasa de preseas y cala un poco más hondo.
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Lo del canotaje fue pura coincidencia. «Al principio lo que quería era kayak», confiesa. «Pero lo único que quedaba era canoa y ahí fueron mis primeros pasos en octubre de 1987. Por suerte siempre tuve el apoyo de mi familia. Por mi constitución física y estado de ánimo muy intranquilo ellos sabían que así podía gastar las energías.
«No me llamaba tanto la atención la canoa porque la veía un poco incómoda, pues era arrodillado y el kayak, sentado. Sin embargo, desde que empecé, entre tantos muchachos, fui de los pocos que no se volteaban, ni caían».
Ese potencial, demostrado desde el día uno, se tradujo con el paso de los meses en resultados positivos y al año siguiente ya el deporte le deparaba una nueva aventura.
«Como mi evolución se tornó bastante rápida, en enero del 88 comencé en la Eide. Acostumbrarse a la beca para un niño que nunca había estado becado no es fácil, pero no me fue mal. Lo disfruté y tuve muy buenos compañeros de habitación y de deporte. Recuerdo también a mis entrenadores.
«La experiencia resultó dura. Estar lejos de la familia era tormentoso y casualmente comenzaba el Periodo Especial. La situación se ponía cada vez más mala y aquello me causó un poco de shock. No obstante, al final me adapté y prácticamente estuve albergado hasta que me retiré», dice entre risas.
De esta forma, luego de dos años, el joven Balceiro dio el salto a la Espa provincial en lo que significó un tránsito breve, pues rápidamente lo llamaron a la selección nacional juvenil.
«Fue un sueño cumplido, ya que todo atleta en lo primero que piensa es en llegar al equipo nacional, no es en viajar, ni en competir… La élite del deporte en el país siempre estuvo en La Habana y un deportista de provincia quería llegar a esa élite.
«Una vez en el equipo nacional, hubo más exigencias: eran duros los entrenamientos, ya estaba lejos de casa, tenía que hacer amigos nuevos y el reto se volvió distinto. No era solo pertenecer al conjunto nacional, sino representar al país y ser el mejor de Cuba. Aquello implicaba una rigurosa concentración».
En 1993 tuvo la posiblidad de asistir como suplente a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce y dos años después, en la cita panamericana de Mar del Plata 95, obtuvo un sorprendente oro en el C1 a 1000 metros. «Eso me convirtió en el Balceiro que todos conocen y me dio a conocer aquí en Cuba. Fue mi primer gran logro deportivo».
“El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido pero no derrotado”.
Ernest Hemingway
Con el título de campeón panamericano, los Juegos Olímpicos de Atlanta sobresalían en el calendario competitivo de 1996. Estaba cerca de conseguir la aspiración máxima de un atleta.
Sin embargo, una decisión inexplicable, de esas que tantas veces laceraron y laceran al deporte cubano, lo privó de cumplir aquella meta y casi lo hace renunciar a la disciplina que tanto quiere.
Lo catalogaron como «posible emigrante» y troncharon el sueño de una persona que posteriormente conquistó para Cuba dos medallas olímpicas.
«En el 96 habíamos ido a Atlanta, estuvimos ahí en el preolímpico y clasificamos para ir a los Juegos. Regresamos a Cuba para continuar la preparación con vistas a la competencia y, justo antes de salir, se dijo que no podíamos participar, porque era un deporte sin resultados en este tipo de eventos y podíamos ser todos posibles emigrantes.
«Imagínate, la decepción fue grande. No sabíamos qué resultados podíamos haber alcanzado, aunque sí estábamos bien preparados, éramos jóvenes de 21 años y y creo que pudimos realizar una buena actuación. Pero en aquel entonces se pensaba así. La dirección del deporte decidió que no fuéramos y no fuimos. Casi dejamos de entrenar, no obstante, continuamos con una esperanza de que eso cambiaría», cuenta.
-¿Qué les diría hoy a quienes decidieron aquello?
«A las personas que tomaron esa determinación, les diría que cada quien es responsable por sus actos y si van a irse, lo harán de alguna u otra manera, no tiene que ser precisamente en un evento deportivo, lo pueden hacer después por sus propios medios.
Hay que darle siempre la posibilidad a los atletas de elegir lo que quieren en sus vidas y no tomar la decisión por ellos. No hay necesidad de negarles la posibilidad de participar… y más que nosotros habíamos ido a la clasificatoria y si nos íbamos a quedar lo pudimos haber hecho allí, no tenía que ser en los Juegos Olímpicos, donde todo el mundo va con el deseo de competir y tener un resultado. ¿¡Cómo vamos a tronchar eso!?
-¿Por qué determina seguir?
«Lo que me motivó para continuar fue que estábamos en muy buena forma. Ibrahim (Rojas) y yo decidimos no rendirnos, porque nos gustaba y queríamos marcar una nueva era en la canoa. Nos sentíamos con condiciones para poder hacerlo».
Luego de la lamentable decisión que lo dejó fuera de la delegación que viajó a Atlanta, inexplicablemente pudo volver a competir internacionalmente y en Sídney hizo retorcerse a aquellos que una vez le hicieron daño. El 30 de septiembre del año 2000, en el Centro de Regatas Internacional, Ledys Frank Balceiro marcó la historia del canotaje cubano.
«Sídney 2000… ¡Para qué contarte! Eso es lo más lindo que recuerdo de mi carrera deportiva. Fui el primer canoísta cubano que obtuvo medalla en unos Juegos Olímpicos y para mí fue lo máximo. Llegando a la meta, cuando me vi con esa medalla de plata, la emoción era tremenda, aquello me marcó para toda la vida.
«Antes de Sídney habíamos pasado por una Copa del Mundo en Hungría, donde cogí bronce en los 1000 metros. Me sentía muy bien, pero allí no estuvieron todos los atletas que irían a los Juegos Olímpicos. En Cuba siempre han existido problemas con el tema de la participación en eventos internacionales por la escasez de recursos y dinero y no sabíamos realmente cómo estaban los rivales. Yo realizaba buenos tiempos, pero quedaba la duda sobre qué podían hacer los contrarios. Cuando empezó la competencia fue que nos vimos con reales posibilidades y una vez en la final, podía pasar cualquier cosa.
«En la regata desde que arranqué me sentí muy bien y fuerte. Estuve en un quinto lugar y en los últimos metros tenía resistencia. Me vi involucrado entre los tres medallistas y dije: ‘¡esto no me lo quita nadie!’. Después de cruzar la meta, casi no lo creía».
Ese inicio de década resultó maravilloso para la canoa cubana y Balceiro figuró como uno de los protagonistas. En el Mundial de Sevilla, en el año 2002, volvió a competir en el C2 junto a Ibrahim Rojas, tras la retirada de Leobaldo Pereira. Dos medallas de oro (C2-200 m y C2-500 m) y una de plata (C2-1000 m) fueron los dividendos de aquella unión.
«Ibrahim y yo remamos doble desde los juveniles. Después nos separaron, porque se necesitaba un singlista y yo estaba a buen nivel. Sin embargo, en el momento en que Leobaldo Pereira decide retirarse, volvimos a unirnos. Ese mismo año no solo fueron las medallas en el Campeonato del Mundo de Sevilla, sino que cogimos seis de oro en tres Copas del Mundo y salimos los mejores atletas del año. En la historia de los Campeonatos del Mundo solo han habido tres C2 que han logrado esos resultados: Alemania, Hungría y nosotros».
En el 2004, ya nadie podía decir que el canotaje cubano no tenía historia y la pareja de Balceiro y Rojas, con los pañuelos en la cabeza y su abundante cabello, se ubicaba entre las favoritas para la cita olímpica de Atenas. No obstante, en los mil metros un octavo lugar bajó las expectativas y las esperanzas quedaron para los quinientos metros.
«En Cuba siempre arrancamos con aire a favor y así se hacen los controles. Nosotros tenemos grandes dificultades hasta hoy en día con viento en contra, aparte de que éramos muy pequeñitos y no teníamos la corpulencia de otros atletas. En los mil, cuando fuimos a arrancar, el aire estaba un poco en contra y eso nos debilitó mucho, porque había que poner fuerza extra para mover el bote, mientras que otros países lo consiguían más fácil.
«Nos afectó y por eso fue que no salió el resultado esperado, pues íbamos con tremendas aspiraciones de dos medallas. De hecho, en la eliminatoria, realizamos el mejor tiempo».
Con la espina clavada, los quinientos metros se antojaban de vida o muerte para la pareja cubana, que se quedó saboreando un oro que escapó en las últimas fracciones de segundos. Un cierre poco afortunado provocó que el binomio de China, integrado por Guanliang Meng y Wenjun Yang, se llevara el metal dorado con un 1:40.28, por delante del 1:40.35 de los caribeños y el 1:40.44 de los rusos Alexander Kostoglod y Aleksandr Kovalyov, en una de las finales más cerradas de todos los tiempos.
«Ahí no nos ganaron, nosotros perdimos, porque faltando solo un metro o menos no tuvimos un buen final, no nos tiramos y ellos aprovecharon el momento. Por ese error fatal perdimos la medalla de oro. Cuando entramos sabíamos que habíamos quedado en medallas, pero desconocíamos cuál, por lo cerrado que estuvo», rememora y afirma que con un buen lance final todo hubiese sido perfecto.
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Esas fueron las últimas paletadas de Balceiro en unos Juegos Olímpicos, pues luego de un quinto lugar en el Campeonato del Mundo de Croacia, decidió que había llegado la hora de parar.
«El retiro tuvo que ver con problemas personales. Tenía una hija que debía operarse y fue uno de los motivos que me impulsaron a dejar la vida deportiva y dedicarle tiempo a mi familia.
«Claro que uno siente nostalgia, luego de haber dedicado su juventud al deporte y a la competición de alto nivel. Después que uno se retira se queda como sin rumbo, porque lo único que sabe hacer es entrenar y preparase todo el tiempo».
A día de hoy, lo podemos encontrar como entrenador de la categoría 13-15 en la base náutica. Allí ha cumplido otro de sus sueños, al tiempo que ha encontrado el camino de la superación profesional.
«Me ha ido bien como entrenador. Creo que he conseguido llegar a los atletas, explicarles bien la técnica y lograr sacar buenos resultados. El mundo de la superación nunca se debe abandonar, siempre uno debe superarse cada vez más, porque la vida deportiva es muy corta».
Casi 20 años después de dejar la disciplina, como otras tantas figuras, ha sentido en algún momento los latigazos de un olvido potenciado por el paso del tiempo.
«Es obvio que al terminar la carrera, cuando ya no se compite, uno pasa un poco al olvido. Todos los atletas lo han sentido, porque la vida continúa, otros asumen ese rol y uno pasa a la historia y solo se acuerdan cuando llega el momento de una competencia o leer un libro en el que salen los resultados. Nos quedamos a la espera de que en algún momento alguien quiera hablar de nosotros o se acuerden», asevera.
El pueblo, por otra parte, sí ha sabido reconocerlo, aunque ahora es más difícil, pues de aquel «pelú» de Atenas ya no queda ni un pelo. Él bromea con eso y afirma, sin temor a equivocarse, que es feliz con que el pueblo y las amistades lo quieran por lo que es y lo que fue.
Escuche las palabras de Ledys Frank Balceiro
Entrenamos juntos en el Río San Juan. Tremendo campeón, que supo superar muchos obstáculos. Qué bueno que se escriba un artículo así. Muy bien.
Pregúntale quien lo enseño a no caerse y a remar en un palo en la base cuando empezó haber si se recuerda quien era
Leidy Frank Balceiro uno de los canoistas mas tècnicos del mundo excelente persona un orgullo del canotaje cubano.medsllista olimpico y mundial en pruebas individuales y en bote de equipo una.gloria del.deporte en Cuba
Si la vieja como suelo decirle claro de los grandes de la canoa y técnico después de dittmer no había otro saludos compadre sigue adelante