Aunque el carné confirmaba que ya acumulaba 79 años de vida, Salvador Ávalos Armentero tenía muchas ganas de aportar y de seguir haciendo. Y es que cuando en el 2017 este pailero de la UEB “60 aniversario” se convirtió en el primer Héroe del Trabajo del camagüeyano municipio de Florida, un pacto consigo mismo le guiaba cada día a enseñar aquello que tan bien conocía: reparar locomotoras.
Y así lo hizo, incluso desde la jubilación y a pesar de los achaques y cansancios de la edad. Su prioridad siempre fue dejar algo suyo en las nuevas generaciones, porque, como decía, todo lo que hizo fue gracias a que alguien se lo enseñó a él primero.
Por eso, hace solo 10 días, como dijo Yulián León Rondón, secretario general del Comité Provincial de la CTC, en su cuenta en Facebook, Salvador se fue hasta el pleno de balance del sindicato de Transporte y Puertos “para aportar sus grandes conocimientos y excelentes experiencias”. Eso lo caracterizaba.
Salvador ha muerto y son muchos los que agradecen cada enseñanza, cada consejo, cada pieza o equipo recuperado. Porque Salvador dejará de existir, pero trascenderá su entrega desde las filas de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores como el que rescataba las locomotoras, reparaba y fabricaba piezas y como el que las inventaba en el aire por tal de mantener activo el parque de tracción y arrastre de la “60 aniversario”.
Este guajiro sencillo trabajar era lo que más amaba; era su forma de aportar a la Revolución, esa que lo hizo persona. Por eso no se vanagloriaba de los sellos 80 aniversario del natalicio de Lázaro Peña, 50 aniversario de la CTC o de los diplomas como anirista destacado o de la condición “8 de octubre”, que recibió en algún momento. Para él lo más importante fue poder decir que había salvado una locomotora.