La imperiosa necesidad de producir más alimentos agrícolas, aun cuando la falta de insumos se acentúa, aviva los debates en San Antonio de los Baños, uno de los cuatro polos productivos de Artemisa, donde hace tiempo los mercados mostraban mercancía de primera, a precios asequibles para trabajadores y pensionados.
Me pregunto si no podemos hacer más en la organización y control, pues todavía fallan los mecanismos para hacer que toda la producción se coloque en los mercados.
El doble juego de muchos productores
Un grupo de medidas pretende incentivar la producción de alimentos. Si hasta hace poco hablábamos de costos de producción y comercialización, con desventajas económicas para los productores, hoy podemos mencionar que el litro de leche se les paga hasta a 20 pesos, con lo cual se espera reducir las importaciones de este alimento y que cada litro ordeñado llegue a las bodegas o a la industria.
Sin embargo, muchos vaqueros siguen sin cumplir su plan de entrega, en tanto la leche no deja de ser una oferta con precios tentativos en el mercado negro, cotizada a razón de 30 y 35 pesos cada litro.
Lo mismo ocurre con viandas y hortalizas, a precios descontrolados e ilógicos en un municipio agrícola por excelencia, como una mano de plátanos fruta a 25 pesos o la libra de tomates a 40 y 50, sin mencionar el ajo y la cebolla, a un nivel inflacionario superlativo.
Las entidades encargadas trazan mecanismos de control, mientras buena parte de los productores diseña estrategias para evadir sus obligaciones, con argumentos subjetivos y objetivos que incluyen la mala calidad de la semilla, las elevadas tarifas de electricidad, los impagos, la falta de agua, de fertilizantes y de otros insumos.
Ataques al frijol y al bolsillo
Las producciones y los rendimientos en el cultivo del frijol han caído, explica Miguel Ramos Rodríguez, director adjunto de la Empresa Agropecuaria ariguanabense. Eso se debe a los ataques del trips, asegura, una plaga que ha arrasado con las ilusiones de muchos guajiros cubanos: afecta no solo su economía sino también la presencia del demandado alimento en plazas y mercados.
Es un insecto pequeño, de color negro, alargado y con dos áreas más claras en sus alas. Daña las hojas, flores y vainas, y puede aparecer en cualquier etapa del ciclo vegetativo, sobre todo entre la germinación y el inicio del desarrollo de las vainas.
Ramos Rodríguez alude a la alta productividad de este cultivo en años anteriores. Ahora, ante la inexistencia de productos que lo protejan de plagas como esta, se decidió reducir las áreas de siembra. No obstante, se buscan experiencias entre productores de otras provincias que aseguran haber controlado a este enemigo del frijol.
Viviendo el día a día de los cubanos, no fue complejo encontrar opiniones en torno a los abusivos precios que alcanza una libra de este alimento en el mercado informal.
“Cuando lo encuentras —dice Sonia Rodríguez— tienes que estar dispuesto a pagar entre 80 y 120 pesos (ahora mismo de 180 a 200), depende del color. El negro siempre es un poco más barato, pero a una familia como la mía, con cuatro adultos, dos niños y un viejo, ¿en cuánto le sale un potaje de frijoles colorados o blancos? Y la cuota de la bodega no alcanza; en noviembre apenas llegó el frijol negro”.
La tierra lista para el invierno
San Antonio de los Baños ejecuta un amplio movimiento de tierras para enfrentar la campaña de invierno. Muy joven, aunque ágil y seguro de su explicación, Jorlen Fleites, jefe de maquinaria de la Empresa Agropecuaria, menciona que restan tres meses para roturar las más de 2 000 hectáreas que han de sembrar en la etapa de frío.
Preparadas, incluso con algunas ya plantadas, suman más de 160 hectáreas, distribuidas entre las cooperativas Vicente Pérez Noa, Camilo Cienfuegos, Reynaldo Pérez, Jesús Menéndez, Niceto Pérez, Conrado Benítez, Che Guevara, Augusto César Sandino, Jorge Dimitrov y Granja Urbana.
Con semilla importada, a partir del 15 de diciembre plantarán 30 hectáreas de papa, el mayor por ciento (23.7) en la CPA Augusto César Sandino, con tradición en el cultivo.
Y aun si los suelos están listos, siguen faltando fertilizantes, imprescindibles para su desarrollo vegetativo. En aras de paliar el déficit y mejorar los rendimientos, como en años anteriores se recurre a productos biológicos, declara Osbel Guilarte González, director municipal de la Empresa Agropecuaria.
Entonces, ¿qué falta?
Cualquiera diría que la producción de alimentos agrícolas en el Ariguanabo marcha acorde con las necesidades del municipio: se cumple el plan de roturación de tierras, no hay problemas con la siembra y, al parecer, todo está garantizado para enfrentar la campaña de invierno.
Sin embargo, a simple vista se aprecia un desabastecimiento en puntos de venta, poca variedad y calidad de los productos, precios que no se corresponden con la calidad y el poder adquisitivo del pueblo, incluso maltratos verbales cuando los clientes reclaman sus derechos.
La producción y comercialización de alimentos es un asunto de suma importancia para el país. Quedan muchas aristas por abordar en próximas investigaciones, en cuanto a quién fija los precios reales de los productos, a dónde va a parar la mayor parte y cómo hacer para que no prime el abuso, sino las ofertas al alcance de todos. (Tomado de El Artemiseño)