Así debería ser, como reza el título, pues la salud y las medidas para preservarla siempre deberían estar presentes, sobre todo en el caso que nos ocupa, el centro laboral, pues más allá de su hogar, es donde mayor tiempo permanece el trabajador.
Ello quedó demostrado hace unos días en el evento conclusivo de la ya clásica Jornada Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, ocasión en que Isdalis Rodríguez Rodríguez, segunda secretaria de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), afirmó que “el hombre es lo más importante, de ahí que una de las prioridades de los congresos de la CTC sea la creación en cada centro laboral de las condiciones más idóneas para el trabajo seguro”.
Las frías estadísticas recogen que en lo que va del año 2021 se cuenta un fallecido menos que un año antes. Entonces 19 y ahora 18; pero se enfatizó en el tremendo dolor que para una familia significa haber perdido a un familiar, o para un colectivo laboral un compañero.
Y aunque ha habido menos accidentes laborales, creció el coeficiente de mortalidad por razones que van desde falta de atención por parte del trabajador a la labor que realiza, inadecuados equipos de protección personal o ausencia de estos, incumplimiento de los mantenimientos y reparaciones, falta de orden y limpieza, y otras causas no imputables al trabajador ni a su entidad; también la falta de exigencia y control de administraciones y organizaciones sindicales clasifican como causas de accidentes laborales, de lesiones y muertes, así como de pérdidas a la economía.
Entre los muchos temas de interés valorados un aspecto llamó poderosamente la atención de los presentes en la reunión, efectuada en salones de la CTC: la no ejecución de los presupuestos aprobados para seguridad y salud en el trabajo.
El aislamiento provocado por la COVID-19, la no disponibilidad o desabastecimiento del mercado, y las dificultades de las entidades comercializadoras con la divisa, son razones que conspiraron para la inejecución de presupuestos, pero existe evidencia de que no pocas entidades prefieren incrementar sus utilidades con ese dinero.
Algo tan sencillo, y a la vez tan terrible como no cuidarte y luego estimularte. Por ello el movimiento sindical insiste —y deberá hacerlo con más fuerza— en llevar los presupuestos de condiciones y atención a los trabajadores a los planes de la economía.