Cuando llegué a Cuba a ejercer funciones de embajador de la República del Uruguay ante el gobierno y pueblo del país, el 5 de febrero de 2018, Fidel ya no estaba físicamente. Pero muy pronto me fui dando cuenta de su presencia imborrable en los corazones y mentes del pueblo, primera cosa que rebela la importancia de alguien en donde realmente importa estar, que yo denomino el corazón.
Su cercanía al pueblo me sorprendió porque era más de lo que sospechaba. Pero luego fui descubriendo su presencia en los más diversos lugares a los que me llevó mi actividad en diversas partes del territorio de la isla.
Al recorrer los más importantes centros científicos, allí donde está el núcleo de la ciencia de Cuba, aparecía una y otra vez Fidel, pues en ellos había puesto su pensamiento y su acción desde muy temprano, con una clarividencia envidiable.
Y, por esas cosas, al recorrer el Centro donde se descubrió el Interferón, no pude menos que recordar el barrio humilde de Florida donde vivía y vive Manuel Fernández, que allá por fines de la década del 80, sufriendo cáncer de médula, comenzó a recibir el medicamento cubano por mediación del gran embajador Aguilera de la Paz.
Y Manuel sigue vivo porque nunca dejó de recibirlo. Y, de paso, no es casualidad que la plazoleta frente a su casa en el barrio Los Álamos, se denomine José Martí.
Y ahí estaba Fidel.
Mas, luego, en otro de los centros científicos, descubrí que estaban combatiendo la garrapata con un método biotecnológico que corta el ciclo biológico del organismo causante de la enfermedad, método muy distinto al que se usa en Uruguay, que se vale de productos químicos que no cortan dicho ciclo reproductivo y nos condenan a depender siempre de los laboratorios.
Y ahí estaba Fidel.
Más adelante fuimos con Hugo Wilkis, responsable de los asuntos comerciales de la embajada, a uno de los principales centros de investigaciones agropecuarias de Cuba, situado a 25 kilómetros de La Habana, y, ¡oh sorpresa!, también lo había impulsado Fidel.
Y descubrimos que varios profesionales muy destacados de nuestro país concurren al mismo anualmente para transmitir sus conocimientos, no sólo a los cubanos, sino también a profesionales de distintos países del Caribe y Centroamérica.
Y allí también estaba Fidel.
En otra oportunidad llegamos a la (Empresa) Genética de Matanzas, un enorme establecimiento productivo donde se investiga la mejor manera de mejorar las razas de las vacas lecheras, lugar en que por cruzamiento de Cebú con Holstein se llegó a la raza Siboney. Y resultó que quien había fundado dicho centro, con la finalidad de darle un vaso de leche diario a todos los niños de Cuba también era Fidel
Y así podríamos continuar hasta el cansancio con sus iniciativas científicas y tecnológicas, productivas o sociales, políticas o educativas que surcan todo el territorio de Cuba.
Es por todo esto, que siempre tuvo como principal objetivo el ser humano, que Fidel sigue tan o más vivo hoy, en su pueblo y en los pueblos todos de Nuestra América.
O en el barrio de Harlem de Nueva York, o en los más recónditos lugares del planeta donde las tropas cubanas lucharon codo a codo con los patriotas por su liberación, como Angola, o en todos los barrios empobrecidos, que no pobres, de Brasil y Venezuela (y de tantos otros países), donde los médicos cubanos comparten alegrías y penas con sus humildes habitantes y los curan de enfermedades del cuerpo y del alma.
Fidel «está escapado», dirían los cubanos y no dejó de estarlo hasta sus últimos días. En ellos se había dedicado a cultivar plantas de alto contenido en proteínas, tanto para alimentación animal como humana (la moringa, por ejemplo).
El establecimiento Sierra Maestra estaba muy cerca de su casa y Fidel iba casi todos los días al lugar. Cuando lo visitamos con Hugo, preguntamos por Fidel a quienes nos guiaban y nos contaron que iba casi todos los días y también fue el día antes de fallecer.
«¿Y qué hacía?», preguntamos. «¿Qué hacía? Dirigía todo y sí veía algo fuera de su lugar – y señaló una piedra al borde del camino- preguntaba por qué». «¿Y?» «¿Y? Y al otro día venía y se fijaba si se había corregido o no».
Fidel, genio y figura hasta en la sepultura, el cubano universal que aunque mirando hacia el mar azul que lo conectaba al mundo, dejó de esperar de él todo lo bueno y lo malo para confiar en las propias fuerzas de su pueblo y así navegar a la sociedad del pan y de las rosas.
¡Hasta siempre Comandante eterno!
(Tomado del Facebook de Eduardo Lorier Sandro , exembajador de Uruguay en la República de Cuba)