Las principales noticias deportivas en la mañana del miércoles 25 de noviembre se partían en dos: los ecos del empate agónico de River ante Athletico Paranaense y la previa de Internacional-Boca, por la ida de los octavos de final de la Copa Libertadores. Y en el país, se esperaba el inicio de la vacunación contra el Covid-19 para diciembre y se ultimaban detalles de protocolos para las vacaciones en la Costa Atlántica. Todo voló por los aires al mediodía, cuando murió Diego Armando Maradona.
Había llegado el tristísimo y preciso momento que toda redacción, canal de TV o radio argentina había visualizado una y mil veces. Más de uno habrá escuchado un «no me llames, salvo que se muera Maradona» cuando un compañero se iba de vacaciones. Pero sí, esa vez fue. El diario Clarín llegó primero, casi por casualidad. Una vecina alertó sobre gritos de «no, no puede ser… no…» y la presencia de ambulancias en la casa alquilada del barrio privado San Andrés, en Tigre. Así, los redactores empezaron a chequear con diversas fuentes y todas respondieron «murió». Desde allí se publicó primero que estaba grave, a las 13.04. Finalmente, la primicia a las 13.06 que retumbó en el mundo entero.
TyC Sports, en la pantalla y en el sitio web, lo reflejó doce minutos después, que parecieron una eternidad. Siguió el mismo proceso, del ‘sufrió un paro cardíaco’ y el contraste con cercanos al Diez a la palabra que nadie quería tipear. Y la ‘demora’ en confirmarlo mediante el zócalo o apretar el botón verde de publicar tiene su explicación. «Nos daba la sensación de que resucitaba un montón de veces», explica Diego Díaz, que conducía. «Pensábamos que no iba a ocurrir jamás. Él nos acostumbró a que entraba al cementerio, saludaba y se iba», agrega.
«Era todo silencio en el estudio», contextualiza Marcelo Palacios, sentado su la izquierda. Los silencios decían mucho, se buscaban «sinónimos, eufemismos». ¿Cómo contar que el ídolo máximo del deporte argentino, el superhéroe que las pasaba todas, había muerto? Díaz no pudo: «la maradonitis», como él define, lo dejó sin palabras y solo con lágrimas. «Qué barbaridad», alcanzó a decir Leo Farinella, al lado de un Esteban Edul quebrado. «La producción me dijo ‘hacete cargo vos’. Ellos pusieron el graph y había que explicar cómo había llegado a esa situación», recuerda MP, que le puso voz a la noticia.
En lo que resume como «la peor situación» de su vida periodística, hizo una crónica -con lo poco que se sabía hasta entonces- del proceso que había terminado con el fallecimiento del Diez a los 60 años. Nunca quiso volver a verlo. Al rato se sumó Martín Arévalo, por teléfono. «Prefiero ser el último en decirlo», alcanzó a expresar desde su cercanía al Pelusa. Más tarde fue Horacio Pagani, desde su casa. «Se acaba de morir el fútbol», pudo decir. «Diego estuvo jugando a que no se moría nunca, y verdaderamente creíamos que era inmortal», remató en medio del desconsuelo.
Tomado de TyC Sports