A pesar de todos estos logros, que han hecho de la Revolución Cubana una inspiración para las naciones oprimidas del mundo, el presidente Biden ha aprovechado con crueldad lo que los miembros de su propio partido llaman una “crisis humanitaria” como una oportunidad para castigar cada vez más a una nación soberana e independiente renuente a someterse a la voluntad del imperio estadounidense.
Una vez más, el gobierno de EE.UU. trata de derrocar al gobierno cubano, esta vez orquestando una «revolución de color», financiando y organizando una protesta a nivel nacional de elementos disidentes, que culpan al gobierno socialista de las condiciones creadas por el decadente asedio y bloqueo de 62 años impuesto a Cuba por el estado imperialista del norte.
«El gobierno de los Estados Unidos desempeña un papel clave en la organización, promoción y ampliación de las próximas protestas a nivel nacional», según Alan McLeod de MintPress News. Señala que el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ned Price, no negó la participación directa de Estados Unidos en la planificación del derrocamiento del gobierno cubano, cuando fue preguntado por periodistas. De hecho, Estados Unidos ha derrochado decenas de millones de dólares para generar elementos de oposición en Cuba para implementar su evidente política de cambio de régimen. Según Rosa Miriam Elizalde de People’s Dispatch (13 de noviembre), “En septiembre de 2021, la administración Biden entregó casi 7 millones de dólares a 12 organizaciones que dan a conocer casi a diario la “marcha cívica por el cambio” en Cuba”.
Estas acciones desestabilizadoras se producen, según el gobierno cubano, “después de duros meses de pandemia, dura crisis económica mundial y un bloqueo más estricto y sostenido que ha afectado ostensiblemente a nuestro pueblo [y justo cuando] Cuba ha comenzado a recuperar su vida social, lugares y servicios, escuelas, turismo y otros sectores de la economía».
El principal objetivo de estos esfuerzos es revertir los inmensos logros que la Revolución Cubana ha alcanzado a pesar de la intensificación del bloqueo estadounidense. La Cuba revolucionaria, que ha conseguido tanto con tan poco y bajo tales limitaciones, expone lo que la nación más rica y poderosa del mundo no ha podido hacer bajo su actual orden social y político. A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos para demostrar que el socialismo es un fracaso, la Cuba Revolucionaria ha:
Enviado 3.700 trabajadores de la salud a 39 países el año pasado.
Desarrollado cinco vacunas contra COVID-19, dos de ellas avanzadas para su uso en toda su población, y las puso a disposición de otros países subdesarrollados.
Conseguido una sociedad más alfabetizada que la de EE. UU.; clasificada quinta en el mundo en alfabetización, según el Factbook de la CIA.
Brindado atención médica universal, educación a través de la universidad, alimentación subsidiada, vivienda subsidiada y licencia anual pagada por maternidad / paternidad.
El 85% de los cubanos son dueños de su propia casa; para el resto, el alquiler tiene un tope del 10% de los ingresos.
Ocupa el noveno lugar más alto de 163 países en el Índice de Desarrollo Sostenible, que considera la esperanza de vida, la escolaridad, los ingresos y las emisiones de CO2; Estados Unidos ocupa el puesto 160.
A pesar de todos estos logros, que han hecho de la Revolución Cubana una inspiración para las naciones oprimidas del mundo, el presidente Biden ha aprovechado con crueldad lo que los miembros de su propio partido llaman una “crisis humanitaria” como una oportunidad para castigar cada vez más a una nación soberana e independiente renuente a someterse a la voluntad del imperio estadounidense.
Sin embargo, ni siquiera todos los miembros de su partido están de acuerdo. Una carta “Querido Colega” de los representantes de Estados Unidos Jim Mc Govern, Barbara Lee, Gregory Meeks y Bobby Rush, mientras enfatiza que el pueblo cubano «está experimentando la peor crisis económica y humanitaria de la historia reciente», insta mínimamente al gobierno de Estados Unidos a detener la guerra no convencional contra Cuba en lugar de escalarla. Algunas de las demandas planteadas en su carta son:
Suspender las regulaciones estadounidenses que impiden que alimentos, medicinas y otra asistencia humanitaria lleguen al pueblo cubano.
Normalizar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Eliminar las licencias específicas requeridas para enviar suministros médicos, como kits de prueba y dispositivos respiratorios a Cuba.
Levantar todas las restricciones sobre transacciones bancarias y financieras relacionadas con la ayuda humanitaria.
Eliminar todas las restricciones sobre remesas familiares y no familiares (donaciones).
Revertir las restricciones de viaje a Cuba.
Excluir a Cuba de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo.
El Consejo de Paz de Estados Unidos condena enérgicamente la campaña de cambio de régimen de Estados Unidos contra Cuba y defiende el derecho soberano de los pueblos a determinar su propio destino; se solidariza con el pueblo cubano y su liderazgo; y llama a la movilización masiva en apoyo a estas demandas.
La Revolución cubana amenaza el orden mundial neoliberal impuesto y dirigido por Estados Unidos, no por sus acciones sino por su ejemplo. Cuba es la prueba viviente de que un mundo mejor es posible, por eso el imperialismo se ve obligado a plagarlo. Los cubanos pueden y han resistido. Pero por nobles y comprometidos que sean, existe un punto de ruptura. Nuestra responsabilidad es quitarles la bota de encima antes de que el gobierno de los Estados Unidos logre su objetivo de revertir su Revolución.
¡Manos fuera Cuba!
¡Que viva la Revolución cubana!