«(…) cuando se tiene los ojos fijos en lo alto, ni zarzas ni guijarros distraen al viajero de su camino; los ideales enérgicos y consagraciones fervientes no se merman en un ánimo sincero por las contrariedades de la vida.»
José Martí
Hemos vivido la más espantosa de las epidemias que recordemos los cubanos de la última centuria; con su carga de dolor, miedos, estrés, distanciamientos, muertes.
Hemos sufrido el recrudecimiento a extremos del ya de por sí genocida bloqueo, con la carga de odio de los sectores claves de la anterior administración estadounidense y el oportunismo perverso de la actual, que ha sostenido todas las 243 medidas de Trump en medio del durísimo pico pandémico -que comenzó precisamente en los días en que sus personeros llegaban a la Casa Blanca.
Hemos enfrentado la asfixiante crisis económica mundial sistémica y pandémica, que nos dejó sin turismo, sin suministros básicos, casi sin exportaciones; inventando cada día para buscar con qué y cómo comprar el combustible, los alimentos básicos, el aseo y algunos medicamentos vitales.
Hemos padecido la falta de oxígeno y de electricidad, que nos han provocado angustias compartidas y molestos apagones.
Hemos experimentado días difíciles en que se combinaron insatisfacciones sociales con una poderosa y bien financiada campaña político-comunicacional (que no ha cesado) para provocar incidentes cuyo fin último era intentar derrocar a la Revolución y sus propósitos de justicia social para todos.
Hemos perdido mucho en estos duros tiempos; pero no las esperanzas, la mirada al amanecer que viene después del momento más oscuro de la noche.
La Revolución Cubana ha tenido que vivir en su historia días difíciles como estos, o incluso peores, como aquellos en que estuvimos bajo la amenaza de una conflagración nuclear y el peligro de ser barridos por el poderoso adversario dotado de miles de armas atómicas; pero supo siempre sobreponerse a las adversidades, como recordaba recientemente el Primer Secretario del Partido.
Octubre ha llegado con su carga inspiradora de historia patria, pero también con hechos que alientan, que indican caminos, salidas, realizaciones.
Más de 9 millones 600 mil cubanos hemos recibido al menos una dosis de nuestras vacunas contra la COVID-19, frutos genuinos de la ciencia nacional hecha por talentos forjados por la Revolución. Eso es casi el total de la población vacunable en estos momentos. Cuba es el país de las Américas con más alto por ciento de vacunación y uno de los primeros del mundo.
Ya el 55 % de los cubanos tiene el esquema de vacunación completo aplicado; el promedio del mundo es de un 35% . Cuba es el país de mayor velocidad de vacunación diaria en el mundo y es además la única nación que ha podido acometer la vacunación masiva de sus niños desde los 2 años de edad.
Las estadísticas a la baja paulatina de casos positivos a la enfermedad, va mostrando la efectividad de los antídotos nacionales; lo que será más evidente con el paso de los días y el completamiento de la vacunación en todos los territorios en el próximo mes de noviembre.
Tal escenario ha permitido la reanudación presencial del curso escolar, por etapas, según van completando su esquema de vacunación nuestros niños, adolescentes y jóvenes hasta 18 años. Las escuelas vuelven a tener el bullicio de los alumnos, la impronta de los profesores, el reencuentro necesario después de tantos meses. A principios de noviembre se incorporarán a las aulas la inmensa mayoría de los alumnos de todos los niveles de enseñanza.
A la par, se han reabierto servicios gastronómicos, comerciales, de trámites y otros esenciales en varias provincias y municipios con indicadores favorables de contención de la pandemia. Las playas vuelven a recibir a los bañistas ávidos de un chapuzón después de tantos meses de restricciones sanitarias. Cambia la dinámica de vida de las ciudades, se desestresan un poco las personas y familias, el encierro depresivo va cediendo lugar a una vida más activa, aunque no menos responsable.
El Turismo se va abriendo para los visitantes nacionales y se apresta a recibir al turismo internacional en todos los polos a partir del 15 de noviembre, en nuevas condiciones. La industria del ocio volverá a hacer sonar las deprimidas arcas del país y ayudará a empujar a otras actividades de la economía, duramente golpeadas por la crisis y la pandemia. Tendrá que remontar los muchos meses de inactividad de buena parte de sus polos y la adelantada apertura de los destinos de las naciones vecinas.
Las mipymes son ya una realidad en el panorama económico cubano. Más de un centenar de ellas han sido autorizadas en apenas 15 días, tanto en el ámbito privado como estatal. Un actor nuevo se suma a los protagonistas de la batalla por levantar la economía del país, dinamizarla, hacerla más independiente del bloqueo y los factores externos. Una experiencia renovadora en nuestra práctica socialista.
Coexisten con las cooperativas, los trabajadores por cuenta propia, las entidades con capital extranjero y la mayoritaria empresa estatal, que sigue siendo el sostén fundamental de la economía nacional -ahora con filiales, sus propias mipymes, flexibilidad sin precedentes en los salarios y marcos de autonomía amplios y promisorios, si se saben utilizar.
Otros impulsos se dan a la Estrategia Económico Social, sin detenerse a lamentar por la falta de recursos, la escasez financiera, la falta de buques, los bancos que no quieren operar con Cuba y una larga lista de obstáculos.
Decenas de comunidades desfavorecidas salen del letargo y cierto olvido. Viviendas, calles, parques, consultorios, escuelas, rostros, cambian de fisonomía. Se reparan locales y almas. Las autoridades territoriales se dinamizan y las empresas socialistas retoman la inevitable responsabilidad social que tiene que caracterizarlas en nuestro modelo de desarrollo.
Han sido días muy duros, y unos cuantos oscuros, pero se va viendo la luz al final del túnel. Nos vamos levantando con nuestras propias fuerzas, con nuestras decisiones, con nuestras convicciones, con nuestra apuesta por la ciencia y el conocimiento.
No pocos y difíciles desafíos nos quedan por delante. El empeño colectivo de abrirnos a la vida cotidiana, a la producción, a la recreación, tiene que ser acompañado de la mayor suma de responsabilidad individual posible.
La dirección de la Revolución encabeza sin descanso este combate por la vida, por nuestros sueños, por nuestros principios. Saldremos adelante. Y, una vez más, ¡Venceremos!
(Tomado de cubadebate.cu)