Un descenso paulatino de los casos de Covid-19 marca el escenario epidemiológico de Cuba, un país que ha puesto hombres y recursos todos por frenar esta pandemia que nos ha arrebatado a miles de compatriotas y deja secuelas en el corazón de todos.
Felizmente, hoy la situación sigue su curso a la mejoría, aunque hay que lamentar el deceso de 40 personas y un número todavía alto de pacientes que se atiende en las terapias intensivas. La cantidad de casos activos ha bajado, y las altas llevan un ritmo alentador.
Las provincias de Pinar del Río, Sancti Spíritus (el municipio de Trinidad con una situación muy compleja) y Camagüey están obligadas a apretar aún más el cinturón, mientras Las Tunas y Holguín deben arreciar las medidas para todas lograr la ansiada contención de la pandemia.
El doctor Durán lucía más calmado hoy, y se le escaparon algunos optimismos: “Nuestra población volviendo a la vida, muy bonito”, aunque de inmediato pone la teja a la gotera: “en algunas ocasiones y escenarios la disciplina se relaja».
“En este renacer es elemental que mantengamos la disciplina”, aseveró, y más que para él debe ser el llamado que nos hagamos todos, porque no podemos permitir un retroceso.
Incrédula a veces miro las cifras, las detallo, porque parecía mentira rebajar de los 10 mil, de los 9 mil…, y ya la estadística se coló por debajo de los 3 mil contagios, algo muy bueno, sobre todo para esos que estamos abriendo los brazos para el padre ancianito que no hemos visto desde hace muchos meses, al hijo adorado, a algún otro familiar o amigo.
La calma no puede llevarnos a la desesperación. Hay que esperar que siga la reducción, el control, para no volver al bandazo.
La vacuna está ahí, poniendo su parte en esta batalla colosal de un pueblo; el 55 % de la población cubana ya está inmunizada con las tres dosis, gracias al empeño de muchos científicos y a los laboratorios que las multiplican.
Igual debemos multiplicar las energías positivas, ya vemos menos condolencias en las redes sociales, una buena señal para, sin resquebrajar la disciplina, volver a una forma nueva de normalidad.