El retorno a la presencialidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje, luego de tantos meses de educación a distancia e inclemente azote de la COVID-19, supondrá para la escuela cubana un desafío enorme, probablemente el más grande, complejo y retador en muchísimo tiempo.
Verdad que esta no es ya una situación inédita, el año académico 2019-2020 también fue impactado por la pandemia, pero bastante adelantado estaba cuando cuando el SARS-CoV-2 llegó a nuestras vidas, mientras el que a punto está de reencontrarse con la escuela ha debido desarrollarse desde las primeras semanas lectivas frente a un televisor, en una porción mayoritaria de la geografía nacional.
Recientemente, en diálogo con la prensa, Ena Elsa Velázquez Cobiella, ministra de Educación, destacó el intenso quehacer en los territorios y cada institución educativa para crear las condiciones que garanticen ese regreso escalonado y seguro a la presencialidad para completar un curso escolar, cuya vitalidad fue preservada en la Antilla Mayor contra viento y marea.
Al respecto significó que, más allá del programa de reparación y mantenimiento, se ha hecho un repaso minucioso para cambiar lo que está roto, instalar lo que falta, habilitar espacios que aseguren el distanciamiento físico y poner todo a punto para cuando llegue la hora, pues aun con todos en la escuela vacunados, el cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias tendrá que ser igual de estricto.
El personal docente, en tanto, intensifica la preparación metodológica, consciente de la magnitud del desafío que implica este retorno, luego de tan prolongada y forzosa separación de la escuela, a la que niños, adolescentes y jóvenes no volverán siendo los mismos ni en igualdad de condiciones en el terreno académico.
Unos asimilaron más y otros menos los contenidos impartidos en las actividades docentes televisivas, los hay que enfermaron o perdieron a un ser querido; de un modo u otro estos interminables meses han hecho mella en todos y existen secuelas en el orden psicológico, que afectan el aprendizaje y los educadores deberán atender, explicó.
La titular del Ministerio de Educación consideró el diagnóstico individual, personalizado, que cada escuela ha hecho de sus estudiantes, un instrumento formidable, que facilitará esa labor diferenciada, siempre valiosa y en estos tiempos imprescindible para, lo mismo en el ámbito de la docencia, que en la esfera emocional, afectiva y motivacional, ayudar a quienes lo necesiten.
Con las tres dosis están protegidos nuestros alumnos, pero la protección será superior si cumplen con las medidas higiénico sanitarias. #UsaElNasobuco #CubaSalvaVidas @PresidenciaCuba
@MINSAPCuba @DrRobertoMOjeda pic.twitter.com/jYdBVVvsLp— Ena Elsa Velázquez Cobiella (@elsa_ena) September 29, 2021
Juzgó esencial para tamaño empeño la labor de los psicopedagogos con que cuentan las instituciones educativas, de los especialistas de los centros de diagnóstico y orientación a nivel municipal, y de los investigadores, como los del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, que ya han hecho estudios, valoraciones e importantes propuestas.
Atender las diferencias resultará crucial, por ejemplo, en un grado tan importante como el primero de la enseñanza primaria, en el cual se adquieren saberes, competencias y habilidades básicos para futuros aprendizajes y para la vida toda, como la lectoescritura.
Por obra y gracia de la pandemia de esa tarea han debido hacerse cargo las familias y aunque ciertamente muchos niños ya saben leer y escribir, otros no, y de vuelta a las aulas habrá que trabajar duro y en condiciones que no son las ideales, pues el uso obligatorio del nasobuco dificulta la enseñanza-aprendizaje.
Cuando se reanude el curso de manera presencial, en cada escuela los alumnos de primero serán reunidos según los grupos fonemáticos que dominan, explicó a la prensa Zulima Lobaina Olazabal, directora nacional de Educación Primaria en el MINED, y mencionó la motivación, disposición de aprender y concentración como elementos clave, que los maestros buscarán incentivar en sus discípulos.
En ese, como en cada uno de los grados y niveles educativos, es mayúsculo el reto y mucho lo que habrá que hacer y de seguro se hará. Talento, voluntad, entusiasmo, creatividad, tesón, audacia y compromiso poseen de sobra los educadores cubanos, así como también la preparación y las herramientas necesarias para salir airosos de esta y cualquier otra empresa.
Por si fuera poco, cada institución educativa ha ido diseñando, cual traje a la medida, una organización escolar ajustada a su realidad y condiciones y que responda a las necesidades de los educandos, con acciones precisas y tiempo suficiente para profundizar, ejercitar, consolidar, sistematizar y hasta introducir contenidos nuevos, de modo que los objetivos sean vencidos y el año académico 2020-2021 tenga un feliz final. (Tomado de ACN)