A fines de los ochenta del pasado siglo, dicho así parece que fue hace mucho, pero mucho tiempo, pero no es así, la mayoría de los jóvenes de esa época aún no son abuelos y de seguro recordarán que un tema de interés era el peligro de una guerra nuclear.
Razones para ello existían, ya que el club de quienes contaban con esa terrible arma eran unos pocos y contaban con un poder de destrucción enorme. Son los mismos que hoy la tienen, aunque algunos las crearon para amenazar a sus enemigos y el resto para defenderse de tales intenciones.
No hay que decir que entre los primeros están los Estados Unidos, que tiene a su haber el utilizarla contra poblaciones de civiles indefensos, no solo una vez, sino en dos ocasiones. No hace falta mencionar las dos ciudades mártires de la prepotencia imperial, porque cada año, en agosto, el mundo lo recuerda.
Sin embargo, pareciera que el peligro ya no existe. Del tema se habla solo de vez en vez por especialistas en eventos científicos internacionales. La amenaza existe y algunos de sus poseedores siguen empleándolas para el chantaje atómico.
La “generosidad” yanqui de compartir tecnología
La tercera semana de septiembre una noticia retomó el tema nuclear y creó una nueva situación en el escenario internacional. Se trata del acuerdo entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia para la creación conjunta de submarinos nucleares. Hasta ahora, EE.UU. sólo compartió su tecnología con el Reino Unido.
«Esto demuestra la importancia y el grado de confianza entre nosotros y la profundidad de nuestra amistad», dijo el premier británico Boris Johnson. Pero un cuarto actor parece ser el gran perdedor de esta asociación: Francia.
El canciller galo, Jean-Yves Le Drian, calificó la decisión de «puñalada por la espalda» después de que ese país abandonara la fabricación de submarinos con motor diésel en favor de los aparatos de propulsión nuclear de Estados Unidos. Decisión unilateral, brutal e imprevisible similar a lo que hacía Trump”, fustigó Le Drian.
Esto es solo el comienzo de lo que puede suceder en lo adelante y que potencialmente podrá provocar cambios importantes entre naciones que cuentan con armas nucleares y otras que sin tenerlas forman parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En 2016, Australia había hecho un enorme pedido de submarinos convencionales a Francia, con un costo total de 31.000 millones de euros. Lo que fue calificado como el «contrato del siglo» fue abandonado en favor de la nueva sociedad AUKUS.
Cada vez más real el peligro
Para Francia «la elección estadounidense de excluir a un aliado y socio europeo como Francia cuando nos enfrentamos a desafíos sin precedentes en la región Indo-Pacífica (…) marca una ausencia de coherencia que Francia no puede sino constatar y lamentar»,.
Hasta el momento de redactar este comentario solo son palabras, pero evidentemente el asunto no quedará sin una respuesta, no solo de Francia, sino de los europeos que vuelven a recordar la necesidad de una agrupación militar propia, fuera de la OTAN.
La respuesta china fue inmediata. «La cooperación entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia socava de manera grave la paz y la estabilidad regionales, intensifica la carrera armamentística y compromete los esfuerzos internacionales de no proliferación nuclear», según el portavoz de la diplomacia china, Zhao Lijian.
Pero el peligro incluye hasta la militarización del cosmos. Rusia presentó varias iniciativas para evitar una carrera armamentista en el cosmos, incluido un tratado en ese sentido propuesto de conjunto con China ante el Comité de Desarme de la ONU en junio de 2014.
Como recordara la vocera del gobierno ruso, María Zajarova, EE.UU. ya intentó con una supremacía militar y el monopolio sobre el armamento nuclear, lo que terminó en una fuerte carrera armamentista y una escalada de tensiones internacionales.
En fin, como si fuera poco la pandemia, sus consecuencias, una crisis económica que se vaticina por los especialistas para que, además, el mundo tenga que enfrentarse nuevamente al peligro real de una conflagración mundial, donde se utilicen las armas nucleares existentes, en cantidad y capacidad de destruir al planeta.