La claridad se cuela por los amplios cristales del lobby del Hotel Pernik, en Holguín. Falta todavía para que sean las ocho de la mañana y mientras converso con la enfermera Delma Rosa Medina González, por un momento parece el feliz inicio de un día de verano.
Sin embargo, esta mañana de septiembre está muy lejos de ser una de esas jornadas repletas de alegría veraniega. A la enfermera, que minutos más tarde estará incorporándose al Cuerpo de Guardia del Hospital Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez, se le acumulan lágrimas en los ojos mientras cuenta que una de sus hijas está en el municipio de Banes positiva a la COVID-19, y que le manda a decir que no se preocupe, que está bien, y le pide que no descuide ni por un minuto su misión como parte de la Brigada Médica Henry Reeve, con la que primero le puso corazón a Matanzas y ahora se apretuja el alma en Holguín para revertir la difícil situación sanitaria.
Por eso, la holguinera, que ya ha librado contiendas en países como Venezuela y Angola, se repone y cuenta: “En el momento en que fui llamada para incorporarme a la Henry Reeve e ir a apoyar a Matanzas llevaba un mes de operada por una colecistitis, pero me sentía bien y quise dar el paso al frente.
“En esa provincia del occidente cubano trabajé en el Hospital Militar Mario Muñoz Monrroy. Cuando llegamos se reportaban diariamente más de mil casos positivos, pero nos alienta saber que en un mes de trabajo, con el esfuerzo de todos, y gracias al apoyo gubernamental y de los factores políticos, logramos bajar el número de casos.
“Luego se nos pidió ayudar a Holguín, nuestra provincia, y no dudamos en trasladarnos para acá inmediatamente. Aquí vemos que hay una alta incidencia de la enfermedad. Ha sido una experiencia única en los 38 años de trabajo que tengo, pero nos queda la satisfacción de que en el tiempo que aquí llevamos hemos visto un cambio para bien en la organización, y todos estamos dispuestos a seguir luchando y dar el paso al frente en el momento que sea y en el lugar que se nos necesite”.
El amor vence a la adversidad
Cuando Delma ya se ha ido para librar otra jornada de 24 horas contra la COVID-19, recibo a los jóvenes galenos Yovankia Albriza Camellón y Nicolás Pérez Díaz, que tienen su último día de descanso antes de volver al centro de aislamiento habilitado en la sede universitaria Celia Sánchez Manduley, donde atienden pacientes con síntomas leves y moderados de la COVID-19.
Ambos lucen el color verde en sus ropas como para confirmar la esperanza con que andan por la vida, y sobre todo en el amor, ese que los unió el año pasado en Sudáfrica, a donde fueron a combatir al nuevo coronavirus, y del que regresaron hechos marido y mujer luego de contraer nupcias en ese país el pasado abril.
Ella es de Sancti Spíritus y él de Las Tunas. A su regreso de Sudáfrica apenas estuvieron un mes de vacaciones con sus respectivas familias, período tras el cual partieron rumbo a Matanzas, y de allí para Holguín, donde hoy se encuentran salvando vidas y sumándole aventuras heroicas a su amor, que florece en la adversidad.
De su estancia en Holguín, la Ciudad de los Parques, Nicolás, especialista de primer grado en MGI al igual que su esposa, relata que “ha sido una experiencia muy gratificante y a la vez ardua. El trabajo ha sido fuerte y en ocasiones extenuante. Damos seguimiento a los pacientes que inician con síntomas de alarma y requieren ser trasladados a una unidad de cuidados intensivos, coordinamos los medicamentos que cada uno necesita y la realización de rayos X y escribimos diariamente en las historias clínicas la evolución que tienen”.
Yovankia asegura que independientemente de las características de la COVID-19, “hay que llegar a los pacientes, tocarlos, examinarlos, saber su evolución. También conversamos con ellos, en ocasiones hacemos una jarana y así nos ganamos su cariño. Yo incluso he estado por estos días con una lesión en el tobillo y el último día que fui a trabajar los pacientes estaban más preocupados por mí que por ellos”.
A pesar de los días difíciles, los sostiene su amor como pareja, el que le profesan a sus familias en la distancia y aquel que sin reservas dan a sus pacientes. Nicolás no lo puede expresar mejor:
“Estuvimos en Sudáfrica, cumplimos en Matanzas, ahora estamos cumpliendo en Holguín y no sabemos mañana en qué otra provincia o país podremos estar prestando ayuda como parte de la Brigada “Henry Reeve”. De eso se trata”.