Después de México (nación anfitriona), Cuba fue el país más citado por mandatarios y jefes de delegaciones que asistieron a la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Salvo pírricas excepciones lacayas, todas las menciones que se hicieron fueron en positivo, de respaldo, de agradecimiento, de admiración.
El Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, llegó temprano en la mañana del pasado jueves 16 de septiembre para participar como invitado de honor del Presidente Andrés Manuel López Obrador en las celebraciones por el Grito de Dolores, en el 211 aniversario del inicio de la gesta independentista de México, y para participar luego (el sábado 18) en la Cumbre de la Celac.
Con sus dos discursos y una réplica en México, Díaz-Canel volvió a mostrar su altura de estadista. Uno fue en el desfile de las fuerzas armadas mexicanas (que por unas tres horas enseñaron el vigoroso músculo de un país raigalmente pacífico, pero también bravo; otro, en la Celac; y también lo tercero, en crítica irrefutable a la mendacidad y servilismo de la vieja política proestadounidense que permanece en la región, a veces con gran fuerza, otras menguantes —como se ha demostrado en lo que va de siglo—, pero siempre peligrosa.
Con un renovado liderazgo “nuestroamericano”, a México y su jefe de Estado, Andrés Manuel López Obrador —que ostentó la Presidencia pro témpore de la Celac en la última etapa— se debe gran parte del éxito de la VI Cumbre y el reimpulso de la Celac, en espíritu y hechos, como organismo continental verdaderamente propio, siempre dentro de la diversidad de todo tipo que caracterizan a la región.
AMLO, como le dicen los mexicanos, cerró la semana con la postura digna y valiente que ha mantenido en todo momento a favor de Cuba, al reiterar en la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños que ya es tiempo de sustituir la política de bloqueos y malos tratos, y caminar juntos y asociarnos por el bien de América, sin vulnerar la soberanía de ningún país.
El primer ministro de Belice, Juan Antonio Briceño, elogió el potencial científico y médico de Cuba, el que quedó demostrado otra vez con su capacidad de crear vacunas propias. Al mismo tiempo reconoció la permanente política de la Isla de brindar asistencia médica a los países de la región.
En el mismo sentido se expresó Roosevelt Skerrit, premier de Dominica. Sin Cuba —dijo— las naciones del Caribe habrían tenido muchos más problemas para enfrentar la pandemia provocada por la COVID-19, y si han sido menos (los problemas) es porque “tenemos enfermeras y doctores cubanos en nuestros hospitales.
“Queremos —dijo— agradecer a ese pueblo por su enorme y profunda generosidad”, señaló. “¡Ah!”—apostilló refutando las campañas contra la Mayor de las Antillas—, “para nada eso puede considerarse como tráfico de personas”; es un gesto de la solidaridad que todos necesitamos.
Philip J. Pierre, primer ministro de Santa Lucía, también enalteció el valor de esa ayuda en la actual emergencia sanitaria mundial; mientras que Peter Charles Davies, ministro de Agricultura, Tierras y Silvicultura de Granada, recordó que a lo largo y ancho de su isla pueden encontrarse doctores formados en Cuba.
Esos jóvenes, dijo, son ejemplo de vocación solidaria, una virtud que se les inculcó allí, y que es y debe ser la fuerza de la Celac. Agradecemos a Cuba y hacemos un llamado a eliminar el bloqueo criminal que se le aplica.
Pequeña cronología de un viaje grande
Durante jueves y viernes, Díaz-Canel intercambió de forma directa con más de 300 personas. Sostuvo encuentros con grupos mexicanos de solidaridad, con cubanos residentes en el país mesoamericano, y con trabajadores cubanos y sus familias, que desempeñan allí funciones diplomáticas, económicas, comerciales, entre otras.
—Cuando el Presidente cubano llegó en la madrugada del jueves 16 de septiembre al aeropuerto internacional José Martí, de La Habana, para viajar hacia México, ya lo estaba esperando el General de Ejército Raúl Castro Ruz para despedirlo, confesó el propio mandatario en uno de los encuentros que luego sostendría en la capital azteca.
—Díaz-Canel llegó a tierras mexicanas sobre las 8:00 de la mañana de ese día para participar en el desfile cívico-militar, como invitado de honor. El estadista cubano rindió tributo “a la solidaridad sostenida, invariable, apasionada y firme” que siempre Cuba encuentra en México, expresó en su discurso ante centenares de tropas, el que fue televisado para todo el país.
—Tras la parada militar, que reunió a unos 15 mil efectivos de las fuerzas armadas y personal civil, y cerca de 200 vehículos de aire, tierra y mar, no pocos fabricados por la industria militar mexicana, el Presidente antillano se reunió con su anfitrión.
Fue un encuentro donde ambas partes destacaron su interés por continuar profundizando el diálogo político de alto nivel y ratificaron la voluntad de ampliar las relaciones económico-comerciales, la inversión y la cooperación en ámbitos como la Salud, la Biotecnología, el Deporte, la Educación y el Turismo.
—En la misma tarde del jueves, Díaz-Canel intercambió con representantes del movimiento mexicano de solidaridad con Cuba, en el que fue portador de un saludo enviado a ellos por el General de Ejército Raúl Castro Ruz.
“Era imperdonable venir a México y no encontrarnos con ustedes”, les dijo. Para nosotros —agregó— es muy significativo poderles decir “de manera directa los sentimientos que tenemos hacia todo lo que ustedes hacen en apoyo a Cuba”. “Ustedes son de las personas bellas con que se puede contar para construir un mundo mejor, que es posible, y que tiene que ser sin antagonismos y sin guerras”.
—Tras el diálogo solidario, que fue arropado en las afueras de la embajada cubana por un nutrido grupo de mexicanas y mexicanos que expresaban su apoyo a Cuba, el Jefe de Estado intercambió con miembros de la misión estatal cubana en este país, a quienes calificó como un colectivo comprometido, que ha desplegado un intenso trabajo para fortalecer los vínculos entre las dos naciones.
—La mañana del viernes 17 de septiembre, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista la dedicó a intercambiar con representantes de la comunidad cubana residente en México, muchos de cuyos miembros viajaron desde los más diversos estados para conversar con el mandatario.
Este encuentro —les dijo— es una práctica que hemos estado sistematizando desde que asumimos la Presidencia, para que cada vez que por razones de trabajo vayamos a una visita de Gobierno, podamos tener intercambios con la comunidad cubana en el exterior.
—Luego de la reunión con sus compatriotas, el Presidente salió al medio de la calle que está frente a la embajada cubana para saludar a decenas de mexicanas y mexicanos que solidariamente se habían estado manifestando durante toda la tarde del jueves y la mañana del viernes.
—La jornada matutina del sábado inició con su participación en el segmento de alto nivel de la VI Cumbre de la Celac, tras la cual Díaz-Canel sostuvo un encuentro con el mandatario Luis Arce Catacora. “Aquí tienes un hermano”, le dijo el cubano al boliviano, quien le expresó por su parte el deseo de “continuar trabajando juntos; hay muchas cosas por hacer”, sentenció.
—Cayendo la noche del sábado, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista llegaba a Cuba, a —como siempre dice— su patria amada.