El país enfrenta un déficit en su capacidad de generación eléctrica motivado por las reiteradas roturas reportadas en las unidades que componen las ocho centrales termoeléctricas existentes en el territorio nacional.
El deterioro de las instalaciones de nuestro sistema electroenergético responde básicamente a que su tiempo de explotación —oscila entre los 30 y 35 años— excede el período dispuesto por su diseño y estructura de fabricación.
A ello se adiciona la falta de mantenimiento acumulado que, lógicamente, agrava el estado de las unidades térmicas y multiplica las averías hasta provocar una baja disponibilidad en el servicio.
El contexto denota una gran complejidad. Ante la difícil situación económico-financiera, provocada sobre todo por la pandemia y el recrudecimiento del bloqueo, hay que concebir en primer orden la compra del crudo y otros combustibles, y la adquisición de alimentos cada vez a precios más elevados en el mercado internacional. El Gobierno cubano se ve obligado, y no escatima esfuerzos, a buscar alternativas en la obtención de piezas e insumos que propicien el mejoramiento de la generación eléctrica.
Dada la singular coyuntura es justo destacar la labor de los operadores, obreros e innovadores que integran las plantillas de las centrales eléctricas. Ellos, a partir de su ingenio en un empeño a contrarreloj, guiados por la disciplina y la responsabilidad, realizan un quehacer intenso para poner de alta unidades generadoras y así disminuir las horas de los indeseables apagones. Estos hombres y mujeres merecen la mejor atención posible en aspectos como ingresos, condiciones de trabajo, alimentación, seguridad y salud…; también el reconocimiento de la sociedad.
Si en todo momento resulta muy importante actuar bajo el principio del ahorro de los portadores energéticos, para los tiempos actuales se vuelve una premisa indispensable, al punto de exigirnos la revisión constante de los planes de consumo eléctrico en cada uno de los colectivos laborales con el fin de evitar sobregiros.
La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) impulsa en el presente un número de medidas encaminadas al incremento del ahorro en nuestras fábricas y entidades en general. Ello pasa por decisiones organizativas y logísticas, sobre todo en aquellos centros clasificados como altos consumidores, donde las actividades productivas deben desplazarse fuera del llamado horario pico, además de indicar el funcionamiento escalonado de los equipos de climatización en las áreas no tecnológicas.
Otras acciones se dirigen al control diario del cumplimiento de los índices establecidos para puestos claves con alto consumo energético, dígase calderas, áreas de fundiciones, frigoríficos, secaderos, hornos…, la sectorización del encendido de circuitos eléctricos para el alumbrado y el acomodo de carga, de manera que se mantenga la vitalidad en los vinculados a las áreas de producción y servicios.
Para los dirigentes de la CTC y sus sindicatos constituye un compromiso mayor relacionarse estrechamente con los trabajadores en el propósito de asegurar la efectividad de las gestiones encaminadas al uso racional de los portadores energéticos.
El movimiento sindical, consciente de que el ahorro constituye una fuente principal de ingresos, se propone concebir e impulsar esa reserva al máximo. Tal proceder representa un paso decisivo para salir adelante frente al escenario adverso que se nos presenta hoy.