Recientemente falleció en la ciudad de Pinar del Río, a los 95 años de edad, el destacado dirigente obrero revolucionario Agustín Cecilia Moya.
Desde muy joven hizo frente a la miseria, las injusticias, los gobiernos corruptos y la tiranía de Fulgencio Batista.
Humilde trabajador del sector gastronómico, sus compañeros lo eligieron desde 1942 para desempeñar importantes cargos sindicales.
A finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta, dirigió la Sección Obrera Provincial del Partido Ortodoxo y estuvo entre los fundadores del Movimiento Nacionalista Revolucionario de Rafael García Bárcenas.
Antes del asalto al Moncada se entrevistó con Fidel y posteriormente distribuyó la edición mimeografiada de La Historia me Absolverá. En 1956 fue jefe de una de las primeras células clandestinas del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, y cumplió altas y riesgosas responsabilidades como coordinador obrero y jefe del Frente Obrero Nacional (FON) en la región 1, que incluía todos los municipios pinareños desde Los Palacios hasta Mantua.
Tuvo un destacado papel en la huelga de agosto de 1957 y en la Huelga General Revolucionaria del 9 de abril de 1958. Fue perseguido, encarcelado y torturado.
Al ser excarcelado a mediados de 1958 intensificó sus actividades clandestinas; acopió y trasladó al frente guerrillero de las montañas pinareñas material bélico, víveres, medicinas, uniformes, calzado y otros recursos.
Al triunfo de la Revolución fue el primer secretario general de la CTC provincial. Organizó la histórica e impresionante concentración popular pinareña que recibió a Fidel el 17 de enero de 1959.
Desarrolló una ingente labor en las milicias obreras y en la reorganización de los sindicatos, para depurarlos de los elementos mujalistas y agentes del batistato. De manera especial contribuyó a la defensa y consolidación del poder revolucionario, al impulso de la Reforma Agraria y a otras medidas de la Revolución triunfante.
En la construcción socialista desempeñó un trabajo destacado en la Empresa Eléctrica. Recibió numerosas condecoraciones, entre ellas la Medalla Combatiente de la Lucha Clandestina. Llevaba con orgullo su condición de miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
Nos deja un memorable legado, que será ejemplo y guía para los revolucionarios y trabajadores pinareños.
Y fué un padre ejemplar en modestia, sencilles y preparación autodidacta. Gracias Pedrito, «Honrrar Honrra».