Una camilla rueda con urgencias hacia cuidados intensivos; suben al elevador una carretilla con mezcla para resanar una columna; salvan la vida de un niño menor de un año con COVID-19; rehabilitan el falso techo del salón de operaciones: así contrastan las imágenes por estos días en el Hospital Comandante Pinares, de San Cristóbal, Artemisa.
A construir casi los “obligó” el sismo de 5.6 grados, que el 30 de junio redujo a Urgencias y Cuerpo de Guardia, los servicios de este centro, mientras la pandemia les convoca a convertirse en el hospital-COVID de la provincia, de ahí que no haya ni un minuto de descanso, en una u otra tarea.
Los primeros en llegar, hace más de un mes atrás, fueron los especialistas de la Empresa Nacional de Investigaciones Aplicadas y la de Proyectos de Pinar del Río, y diagnosticaron como recuperables los estragos en la estructura, sin afectación a la capacidad de carga ni la vitalidad de la edificación.
Este edificio tiene en cuatro pisos dos pasos de escalera, y se dañaron por el terremoto, entre otros objetos, las columnas del eje 14 hasta el 26, lo cual tal vez solo nos diga, a quienes no conocemos de esta estructura, lo complicado de operar constructivamente, mientras no se detienen los héroes y heroínas de batas blancas en su lucha por la vida.
A pie de obra todo se puede, de ahí el engranaje de cientos de manos, algunas contratadas y otras voluntarias. Todos están unidos como una gran brigada a pesar de proceder de lugares tan disímiles como las Empresas Agropecuaria San Cristóbal, Mantenimiento Constructivo, la Forestal, Hidráulica; las UEB 30 de Noviembre y Servicios Técnicos Industriales; las UBPC Hidropónico y El Mango; más Alutec, Lancomet, Comercio, el Micons y otras…
En el Comandante Pinares, inaugurado el 17 de mayo de 1982 por nuestro Comandante en Jefe, se aprovecha este ajetreo para saldar otras deudas, más allá del sismo, por el tiempo y uso de la instalación, que cuenta habitualmente con 400 camas, 32 especialidades, 39 servicios y casi 2 000 trabajadores.
Unos colocan carpintería de aluminio, otros reemplazan el falso techo, sustituyen conexiones hidráulicas y eléctricas, ponen en funcionamiento redes sanitarias, sitúan iluminarias, enchapan mármol y azulejos, mientras hay quienes resanan, pintan, chapean, engalanan, con el fin de devolver la lozanía de casi 40 años atrás.
Sin turno para el descanso
¿Quién no conoce a Aleida Varela Morales en este Hospital, si lleva 23 años ininterrumpidos y los últimos 18 como Jefa de Enfermeras del Salón de Operaciones?, sin embargo se le despinta a cualquiera al verla entre perfiles, barrenas, cables, arena, cemento…
“Apremian aunque sea dos de los siete salones de operaciones, pues recibimos puérperas contagiadas con el virus SARS-CoV-2, y el resto de los pacientes con COVID-19 pudieran presentar alguna urgencia en cirugía”, nos dice no sin antes enseñar, entre orgullo y satisfacción, cómo ha quedado este servicio, donde en breve vestirá de nuevo su cofia.
Al otro extremo, con no más de un metro de estatura, convencida de la responsabilidad de avanzar con premura y calidad, Ana Gloria Nazco, jefa de producción de la UEB Mantenimiento Constructivo de San Cristóbal, reconoce lo complicado de desmontar la antigua plomería para montar la nueva, tratando de no afectar el abasto de agua, pues asisten a pacientes, pero hay entrega, asegura.
Dixán Chirolde, obrero de la UBPC Hidropónico, quien a la hora que nos lo topamos quizás hubiera estado en la cosecha de verduras, cubría algunos enchapes en uno de los baños de la planta baja, y antes ya colocó puertas y ventanas.
“Es mi segunda vez en estas labores en el Comandante Pinares, y hago lo que haya que hacer, pues tener un hospital cerca es una gran satisfacción, y si está limpio y bonito, más”, nos dijo el guajiro que cambió la guataca por una cuchara de albañilería.
Con el enchape de algunos cuadrantes de mármol dañados por el terremoto, en los pasillos, otros obreros rendían su jornada. Dejaron atrás dulces, mermeladas, encurtidos en una minindustria de la Empresa Agropecuaria.
“Estamos donde somos más útiles”, nos dijo Fernando Rivada, con un medio siglo a sus espaldas y satisfecho por cuanto hacen y han hecho, pues llegaron al hospital un rato después del sismo, para borrar cada grieta, incluso para pintar las paredes, con el color de la esperanza.
Cruzada contra la COVID-19
El Doctor Yolany Torres Martínez, al frente del Comandante Pinares desde el comienzo de la pandemia, en marzo de 2020, quien fungía como subdirector de Asistencia Médica, reconoce la voluntad de cada empresa por ayudar, por compartir recursos, fuerza de trabajo, tiempo…, por dejar listo cada espacio… “y hacerlo con la calidad que perdure es la mayor exigencia del colectivo”, insiste.
“A diario atendemos, solo en Cuerpo de Guardia, de 150 a 180 personas con síntomas de infecciones respiratorias agudas, de los 11 municipios de la provincia, pues funciona una consulta de clasificación de pacientes, donde reciben casos coordinados por el Puesto de Mando Provincial de Salud Pública, para ingresos.
“Contamos con unas 240 camas disponibles, (al momento de nuestra visita con un 92 por ciento de ocupación), en las cuarta y tercera plantas, y paulatinamente debemos sumar otras, en salas que se han ido rescatando, pues además de las Unidades de Cuidados y Vigilancia Intensivos, asistimos a niños, incluso menores de un año, puérperas, y pacientes post-COVID con secuelas del virus.
Aunque no hemos dejado de vivir situaciones estresantes por la cantidad de personas y sus conductas a veces muy desesperadas, siempre hemos contado con el cuadro básico de medicamentos para cumplir los protocolos, a veces sustituimos algunos, pero nada que viole lo establecido.
“Acerca de la disponibilidad y demanda del oxígeno, ofrecemos cuatro partes diarios, los hemos recibido por vía aérea y terrestre”, agrega.
“También se ha logrado dar servicios con los 11 concentradores de oxígeno, con facilidad de producir de cinco a diez litros por minuto, conectados a la corriente eléctrica las 24 horas del día, equipos que además, se pueden trasladar con facilidad según la emergencia y asisten a dos o tres pacientes simultáneamente, detalla el director.
Este colectivo de unos 2 000 trabajadores, algunos dispersos en centros de aislamiento y otros servicios de la provincia en la lucha contra la COVID-19, suma cientos de obreros de otras empresas en las labores de rehabilitación, de ahí que se multipliquen quienes apuestan por el Comandante Pinares.
Se repetirán entonces, aún por estos días, las imágenes que mezclan al unísono la sensibilidad por salvar una vida con las durezas del cemento y los áridos, ambas desde corazones capaces de sacar fuerzas para seguir empujando el Sol, como una proeza de nuestra gente trabajadora, únicamente por la salud de todos.