Mucho se ha hablado y escrito de la necesaria cimentación de un modelo de prensa para los medios públicos en las condiciones de construcción del socialismo que vive Cuba.
El desafío es inmenso hoy día cuando el impacto de Internet ha provocado cambios en el ecosistema mediático, y por consiguiente ha transformado su biotipo informacional. El hecho cuenta con una lógica repercusión en todos los ámbitos, dígase político, económico, social… Y en medio de ello transita un elemento que no podemos soslayar: la comunicación se impone cual eje integrador.
Como algo esencial para salir victoriosos en la batalla cultural y simbólica que libramos calificó la comunicación social el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante el intercambio sostenido con profesionales de medios de prensa, que da continuidad a los desarrollados con diversos sectores de la sociedad, método de utilidad insuperable en el afán de obtener la mejor retroalimentación para encauzar soluciones.
Compromiso mayúsculo el de los trabajadores del periodismo, comunicadores todos. Si las instituciones y personas entendidas como fuentes de información se nutren de burocratismo, traban procesos y atentan contra la inmediatez noticiosa, a los periodistas no les está permitido hacer silencios. Con las herramientas propias de esta profesión-oficio —observación, análisis de enfoques alternativos, responsabilidad social…—, el mensaje relacionado con un hecho de interés público tiene que acercarse oportunamente a la población.
Informar de inmediato y con transparencia, eso que llaman ser proactivos, se convierte en una máxima de credibilidad y fortaleza, porque cuando no ocurre así predomina la narrativa del agresor y queda sembrada una matriz muchas veces manipulada y dotada de las muy de moda fake news, capaz de enterrar colosales verdades por la llegada tardía del producto comunicativo al escenario digital, en particular a las dinámicas redes sociales.
Y, por supuesto, también valen las respuestas que esclarecen sucesos, mientras más instantáneas, argumentadas y contundentes, mejor.
El escenario planteado supone una labor efectiva las 24 horas, porque así lo exige la guerra mediática, esa que por permanente no admite receso y se desata a la velocidad de un clic.
En una Cuba, inclusiva, de actuación e interacción en favor de los consensos de justicia, los muchos actores sociales, entre los que se cuentan las organizaciones de masas, no pueden olvidar ni por un minuto la enseñanza de Fidel de cambiar todo lo que debe ser cambiado. Es una máxima imprescindible.
El universo laboral presente, de constante evolución en el propósito de encontrar la eficiencia y el bienestar requeridos, plantea en lo adelante un quehacer más intenso de los sindicatos en su razón de afiliar y representar a los trabajadores, a partir de garantías esenciales de disfrutar de empleo, salario, ambientes seguros y saludables, y algo muy importante: propiciar la participación efectiva en los procesos de planificación, regulación, gestión y control de la economía, según lo recoge el Artículo 20 de nuestra Carta Magna.
Reflejar ese amplio entorno de modo consciente con sus aciertos y contradicciones encarna un mandato permanente para los integrantes de este medio de prensa.
Los tiempos actuales, muy difíciles, en los que convergen como nunca antes el recrudecimiento del criminal bloqueo, el ensañamiento de los que no quieren viva la Revolución, los terribles efectos de la pandemia que ya alcanza los 20 meses de estragos en el mundo; también nuestros errores…, no pueden provocar desánimo, ni desesperanza entre los millones de cubanos que aprecian con mucho tino el valor incalculable de defender la obra con sus conquistas, en primer orden la independencia y la libertad.
“(…)la Revolución siempre ha estado en un hervidero de situaciones complejas”, apuntó Díaz-Canel. Y la frase caló en los presentes como la mejor invitación para motivar a los profesionales de la prensa a multiplicar esfuerzos, transformar redacciones, rutinas de trabajo, una gestión editorial ajustada a los nuevos tiempos que derive en un periodismo óptimo para una Cuba mejor.
Un sólido sistema público de prensa de la Revolución tiene una importancia vital, pues su horizonte de actuación formaría parte de los controles populares en la aspiración mayoritaria de erigir una sociedad independiente, soberana, socialista, democrática, próspera y sostenible.