Un mes después de haber puesto sus medios propios de transporte al servicio del combate contra la COVID-19, en la provincia de Matanzas crece la admiración por los 30 choferes de las atípicas ambulancias en las que se convirtieron sus antiguos carros americanos.
Es imposible ignorar tan altruista actitud, sostiene Yaneysis Martínez Donatién, doctora en la posta médica del reparto Armando Mestre, en la ciudad yumurina, a la que pertenece el cuentapropista Carlos Alberto Martínez Alfonso, joven de gran sensibilidad, afirma.
“Su llegada alivió de inmediato la espera de los pacientes para ser trasladados hasta los centros de aislamiento, por eso son constantes las muestras de gratitud, no solo de nosotros, sino también de personas que una vez recuperadas, regresan, para agradecerles”.
Muy cerca de la facultativa Carlos Alberto mueve la cabeza, se ajusta los espejuelos y confiesa: “Es muy bueno sentirse útil. Me propusieron esta misión y no lo pensé dos veces. Yo necesitaba trabajar y mi provincia requería de ayuda. Lo otro era entregarse, estar a la altura de un momento que ojalá termine definitivamente”.
Con siete décadas en explotación pocas son las piezas originales del automóvil de Carlos Alberto, un Buick de los años cincuenta transformado en su estructura de cinco a ocho plazas, un carro queridísimo, que “forma parte del núcleo familiar”, sonríe.
“Pasé mucho tiempo reparándolo. Me duele cómo el piso se va oxidando por las gotas de cloro, la sustancia que uso para desinfectarlo con rigor. Cuando esto pase volveré a retocarlo, ahora lo importante es cuidarme. Así también protejo a los míos, sobre todo a mi niño de tres años”.
En la demarcación del Consejo Popular Versalles, en el otro extremo de la urbe matancera, Jorge Reyes García aguarda por un nuevo encargo en el policlínico Reynold García, institución donde aprecian mucho su labor. “Es bueno sentirse parte de un colectivo que tanto hace por el bienestar de los demás. ¿Que si tengo miedo? Nada de eso. Ya me vacuné con Abdala, pero no me confío. Sigo al pie de la letra las explicaciones dadas por los compañeros del Sistema Integrado de Urgencias Médicas (Sium). La careta, los guantes, la sobrebata y la desinfección son sus mejores aliados”, considera.
Sin embargo, aclara, en una labor de este tipo a veces se rompen los protocolos. “Aunque por bioseguridad los pacientes viajan en los asientos traseros, en una ocasión monté a mi lado a una ancianita de 101 años, muy flaquita, que iba acompañada de su hijo, porque consideré que estaría muy incómoda allá atrás. No sabía si había dado positivo y debía llevarla para el hospital Faustino Pérez. En ese momento no se piensa en los riesgos, solo en hacer el bien”.
Para la doctora Yuneisys De León Hernández es una fortuna disponer de un servicio que facilita el traslado de quienes no requieren la asistencia especializada del Sium. “Grande ha sido el impacto de la iniciativa en todas las prestaciones de aquí”, reitera el médico Jorge Félix Sánchez Cabreras, director del policlínico. “Ojalá se extienda la alternativa a los 13 municipios de la provincia”, sugiere.
Aracelia Rodríguez, residente en Versalles, agradece la atención prestada por el chofer particular Jorge. “A veces una se equivoca con estas personas”, admitió.
No son pocos los dispuestos a seguirle los pasos a estos 30 cuentapropistas ubicados en instituciones matanceras de la salud. Lamentablemente no hay plazas para ofertarles, comenta Roberto Bernal Villena, director provincial de Transporte. “Ellos laboran 12 horas, tiempo por el que reciben un salario, erogado por el Minsap, un organismo muy satisfecho con su desempeño”.
Responsabilizada con la entrega de la licencia operativa, la Unidad Estatal de Tráfico asume un rol esencial en el vínculo con los trabajadores por cuenta propia. Jacinto Tarifa Fernández, el director, resume la agradable sorpresa de la masiva respuesta dada por estos y otros titulares en el respaldo al enfrentamiento a la COVID-19.
“Hay muchísima gente valiosa en esta tropa”, afirma orgulloso, algo compartido por Katia Mirabal, secretaria general del Sindicato Provincial de Trabajadores del Transporte y Puertos. “Nadie puede poner en duda la calidad humana de nuestros afiliados”.
La experiencia eleva el prestigio de una fuerza también beneficiada con la reanimación del empleo en este sector no estatal, paralizado por el efecto de la pandemia. En el ámbito personal constituye una oportunidad de crecimiento para no pocos. El joven Carlos Alberto descubrió que puede ser un magnífico paramédico. “No renunciaré a mi licencia, pero quiero ser empleado del Sium”, confesó.