Era el día esperado. Los doctores daban la bienvenida a los pequeños mientras algunos ya manifestaban su inquietud y otros daban brincos de alegría porque finalmente veían más niños. Era el día en que iniciaría la fase I del ensayo clínico Ismaelillo con la vacuna anti-Covid-19 Abdala en la ciudad de Camagüey con pequeños de tres a 11 años.
Y era tanta la alegría que la pequeña de 11 años Fabiana de la Caridad Cuba Medina no pudo contener el deseo de ser la primera en agradecer a los científicos cubanos que crearon esta vacuna. “Ahora me siento segura, acotó, y orgullosa de participar en este estudio porque lo que busca es protegernos para que tengamos una vida normal y podamos volver a la escuela”.
La doctora Sonia Resik Aguirre, investigadora principal de la intervención sanitaria en el país con la vacuna Abdala, agradeció a los padres y sus hijos, “porque más que dar su consentimiento, apoyan un proceso mayor que permitirá que más pequeños se inmunicen; es una vacunación que nos llena de esperanza”.
Como apuntó la también jefa del departamento de Virología del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), este grupo piloto está integrado por 44 menores a los que se les realizó exámenes previos para su selección, porque debían ser niños sanos.
A estos infantes se unen otros luego, para sumar 300 que junto a los que ya están siendo vacunados que están comprendidos en las edades de 12 a 18 años, completarán los casi 600 niños que forman parte del ensayo clínico Ismaelillo que se desarrolla en la ciudad agramontina.
El grupo de 12 a 18 años actualmente inició su fase dos y como señaló Resik Aguirre “hasta ahora no se refieren reacciones adversas notables salvo dolor en la zona de la inyección. A ellos se les aplica la segunda dosis de la vacuna Abdala y dentro de 10 días se completará con el resto de los voluntarios”.
Gracias por todo
Entre los primeros vacunados estaba Dayron Guerra Paneque, quien con 11 años iba seguro, de la mano de papá a vacunarse. “Yo no tengo miedo, dijo, porque sé que esta vacuna me va a proteger y así podré estar más cuidado”.
Por su parte el pequeño de siete años Fabio Lora Estévez llegó al vacunatorio del policlínico Ignacio Agramonte acompañado de un dibujo donde mostraba a Cuba y en la zona de Camagüey una jeringuilla vacunaba con Abdala.
Según su padre, Edgar Lora Alfaro, “fue idea del niño hacer el dibujo pero lo apoyamos todos. Además, así demostrábamos nuestra confianza y agradecimiento en los médicos y los científicos cubanos”. Porque como alega Fabio “la vacuna es buena y mata a los virus”.
Algo que también cree Mauro Castelló Caballero, quien con solo ocho años asegura que “si te vacunas no te da el coronavirus, pero así también se hace un aporte a la ciencia cubana para que todos los niños de Cuba se puedan vacunar”.
Gracias a la disposición de estos niños y sus padres, para los meses de septiembre y octubre se analizarán los resultados del ensayo y de acuerdo a lo que se obtenga se aplicará masivamente en edades pediátricas.