“Nosotros muy contentos con este donativo del productor Yemmy, máxime en estos momentos cuando el bloqueo se ha recrudecido y dificulta, también, la adquisición de alimentos”, dice visiblemente emocionado el doctor Henry López Jiménez, director del hospital Ernesto Guevara de la Serna.
“Este es un producto muy necesario para los pacientes confirmados de la COVID-19. Es un excelente gesto de solidaridad y humanismo con el sector de la Salud y que es muy bien acogido”, argumenta.
Asimismo piensa su colega Antonio Menéndez de la Fuente, director del centro de aislamiento de pacientes positivos al SARS-CoV-2 ubicado en instalaciones de la Universidad de Ciencias Médicas Zoilo Marinello Vidaurreta, “muy, muy agradecidos, en nombre de todo el hospital por este gesto de desprendimiento y solidaridad”, exalta.
Enfatiza el galeno que ya hay varias instituciones y formas productivas sumadas al sector de la Salud Pública en el enfrentamiento de esta gran pandemia y ratifica la unidad de todo el pueblo como herramienta imprescindible para vencer.
Califica el apoyo como una acción “de suma importancia, ya que en el centro tenemos ahora mismo (día del donativo 15/7/2021) 49 niños ingresados, varios de ellos con dietas específicas y esta carne de res es muy importante para complementarlas y tenemos, además, pacientes adultos mayores aquejados de diabetes”.
¿El protagonista, el donativo?
Se trata del joven campesino Yemmy Espinosa Suárez, de la unidad empresarial de base Calixto Sarduy, del poblado de Yariguá en el municipio de Las Tunas, quien donó a esas instalaciones sanitarias el primer toro que sacrificó amparado en la Resolución no. 139/2021, que norma el procedimiento para el sacrificio, consumo y comercialización de las carnes de ganado bovino por los productores agropecuarios cubanos.
Yemmy posee un patrimonio personal de dos caballerías de tierra, pero comparte con su papá otras dos, todas dedicadas a la ganadería y cuida de 67 cabezas de ganado bovino y cuenta que animado por un acto de reunificación familiar, hace un año se trasladó, con su rebaño y sus experiencias en estas faenas, desde Camagüey, donde en 1999 se convirtió en usufructuario de tierra.
Es el primer animal que sacrifica y pudo decidir su consumo familiar; pero, “por la situación que tiene el país con la COVID-19 quise hacer este aporte para ayudar y exhorto a los demás productores a que hagan lo mismo para ver cómo nos libramos de esta pandemia que está haciendo tanto daño”.
Y es fácil advertir la satisfacción, “son los principios los que me llevan a actuar de esta manera, hacer este tipo de acciones”, dice y asegura que tan pronto cumpla con los requisitos establecidos en la resolución de marras volverá a hacerlo.
Porque de la unidad de todos depende la salvación y sanación nacional, piensa, y exterioriza, que “otros seguirán esos derroteros —ya muchos lo han hecho—, y brindarán su granito de arena a esta batalla por la salud del pueblo, de nuestros compatriotas”.
Epílogo
“Gracias a Dios todavía no he tenido ningún familiar enfermo, positivo, pero sé del dolor ajeno y de la necesidad de cooperar para salir juntos de esta pandemia”, resume Yemmy.
Nuestros campesinos, en mayoría, siembran y cultivan los principios de solidaridad y humanismo inculcados por la Revolución, que en sus esencias los tuvo siempre como prioridad y los liberó del yugo de colonos y latifundistas, los alfabetizó… y los guió en la lucha contra bandidos que, como los actuales, pretendieron arrebatarles sus conquistas.